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"El que esté sin pecado, que tire la primera piedra"

Una de las frases más famosas que expresó Jesucristo. Leamos el relato bíblico del que se extrae:


Juan 8:1-11


Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer, sin embargo, se presentó otra vez en el templo, y todo el pueblo empezó a venir a él, y se sentó y se puso a enseñarles.


3 Entonces los escribas y los fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio, y, después de ponerla de pie en medio de ellos,


4 le dijeron a él: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto de cometer adulterio. 5 En la Ley Moisés prescribió que apedreáramos a mujeres de esta clase. Tú, pues, ¿qué dices?”.


6 Por supuesto, decían esto para ponerlo a prueba, a fin de tener algo de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en la tierra con el dedo.


7 Como persistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: “El que de ustedes esté sin pecado sea el primero en tirarle una piedra”.


8 E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en la tierra.


9 Pero los que oyeron esto empezaron a salir, uno a uno, comenzando por los ancianos, y lo dejaron solo, y a la mujer que estaba en medio de ellos.


10 Enderezándose, Jesús le dijo: “Mujer, ¿dónde están? ¿No te condenó nadie?”.


11 Dijo ella: “Nadie, señor”. Jesús dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete; desde ahora ya no practiques pecado”.


Antes de proseguir el análisis de este relato, es interesante recordar que se asocia a María Magdalena con esta mujer. Por lo tanto, se ha afirmado que María Magdalena era esta mujer a quien se sorprendió en adulterio.


Si repasamos lo que narran los Evangelios, aparece mencionada María Magdalena en varios momentos de la vida de Jesús y Su resurrección, siendo testigo de la misma (Si el lector desea ahondar en este asunto, puede realizar más investigación al respecto).


Particularmente el apóstol Juan hace referencia a María Magdalena en Juan 19:25; 20:1, 18.


Si era la misma persona mencionada en Juan, ¿por qué no lo mencionó textualmente Juan?


Evidentemente no son la misma persona.


Además, Lucas describa a María Magdalena curada de espíritus malignos. Sin embargo, los gnósticos enseñaron que Jesús tuvo relaciones con María Magdalena y como consecuencia de esos comentarios, el Papa Gregorio Magno en 591 E. C. estableció que era prostituta y así debía enseñarse, y, al no existir Biblias, nadie podía constatar que era cierto lo establecido por el Papa.


Una estela de confusión se ha tejido en torno a la relación entre Jesucristo y María Magdalena.



Según la historia del Código Da Vinci, María Magdalena y Jesucristo tuvieron descendencia.



Indica la Wikipedia sobre el libro: El libro afirma que la Iglesia estaría presuntamente involucrada en una conspiración para encubrir la verdadera historia de Jesucristo, quien, según la novela, se habría casado con María Magdalena y habría tenido descendientes que llegan a Francia, en concreto los reyes merovingios, aunque no aporta prueba alguna y, es más, estudios genéticos realizados en 2006 han demostrado que la ascendencia de la Dinastía merovingiacristianismo habría vivido conscientemente dentro de una mentira fraguada por la Iglesia Católica durante los últimos dos mil años. es únicamente europea, por lo que es imposible que sean descendientes de Jesús y María Magdalena. La teoría expuesta literariamente por Brown implicaría que el


Todo esto dentro de la llamada "conspiranoia", urdida por siglos para retener el poder eclesiástico y religioso.


También se toca el asunto de lo "sagrado de lo femenino".


Si realmente fuera cierto, aparecería en la Biblia.

Pero no aparece.


Dejando establecido que esta mujer no es María Magdalena, entremos de lleno en su análisis.


Juan 8:1-2

Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer, sin embargo, se presentó otra vez en el templo, y todo el pueblo empezó a venir a él, y se sentó y se puso a enseñarles.



Era costumbre de Jesucristo ir al Templo. La gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Su enseñanza era atrayente. Al finalizar el Sermón del Monte, la gente quedó así:


Mateo 7:28-29

Ahora bien, cuando Jesús terminó estos dichos, el efecto fue que las muchedumbres quedaron atónitas por su modo de enseñar; 29 porque les enseñaba como persona que tiene autoridad, y no como sus escribas.


Así que la gente, acudía en busca de enseñanza. De verdadero conocimiento. La gente sabía diferenciar de la enseñanza farisaica tradicionalista, apegada a preceptos, divorciada de ese espíritu de misericordia que deseaba Dios, y que les sirviera para su vida práctica.


Jesucristo era un verdadero Maestro, o Rabí, pero no por haber asistido a una escuela rabínica, sino por haber sido enseñado por Jehová, el "Magnífico Instructor" (Isaías 30:20, 21). Eso lo reconocieron hasta los enemigos de Jesucristo.


Sólo que en esta ocasión, Jesucristo enseñaría por acción y no sólo por palabras.



Juan 8:3 3 Entonces los escribas y los fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio, y, después de ponerla de pie en medio de ellos


Jesucristo es interrumpido por un problema: una mujer sorprendida en adulterio, puesta en medio del lugar donde estaba enseñando en el Templo.


Los escribas y fariseos saben que Jesucristo no es un Juez en la nación para juzgar este caso, y que es tenido por la gente como un Rabí, o Maestro, así que la situación en extremo es delicada. De esta acción pende la reputación de Jesucristo.


Dirigiendo la atención a la mujer, fue "sorprendida en adulterio". In fraganti.

No hay peor manera de ser llevado ante un Juez que ser descubierto en pleno acto contra la Ley. Así que se elimina la necesidad de que den testimonio 2 ó 3 testigos, como establecía la Ley Mosaica.


Pero debemos centrarnos en los motivos de los escribas y fariseos: ¿era su deseo hacer justicia? ¿O más bien, deseaban entrampar a Jesucristo?


El colocar a la mujer en medio del escenario era colocarla en el ojo del huracán, por decirlo así. La mujer no sólo acaba de pasar la vergüenza de ser tomada in fraganti cometiendo adulterio, sino que ahora afronta juicio por su vida, en el mismísimo Templo en Jerusalén.


Juan 8:4-5

4 le dijeron a él: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto de cometer adulterio. 5 En la Ley Moisés prescribió que apedreáramos a mujeres de esta clase. Tú, pues, ¿qué dices?”.


"Maestro", así llamaron a Jesucristo los fariseos. Jamás aceptaron a Jesucristo como alguien igual a ellos, con pleno derecho de enseñar como un Maestro respetable. Y ahora, creyendo que con su palabrería melosa, llamando a Jesucristo "Maestro", esconderían su oscura intención, estaban equivocados.


Juan 2:25 indica:

(BAD) "no necesitaba que nadie le informara nada acerca de los demás, pues él conocía el interior del ser humano".


Jesucristo conocía el corazón de hombres y mujeres, y eso incluía el de los fariseos.

Sabía la mala intención que tenían de entramparlo, pero había que responder a la situación.


"En la Ley Moisés prescribió"... dicen los fariseos.

Ellos "se han sentado en la cátedra de Moisés" (Mateo 23:2). Eran los garantes de la tradición religiosa judía. Su interés era, hacer cumplir la Ley de Moisés, y si el escenario para ventilar la cuestión era el Templo, mejor aún.


"Que apedreáramos a mujeres de esta clase".


Deuteronomio 17:5

Entonces tienes que sacar hasta tus puertas a ese hombre o a esa mujer que haya hecho esta cosa mala, sí, al hombre o la mujer, y tienes que apedrear a tal persona con piedras, y la tal tiene que morir.


¿Cómo veían los fariseos a la mujer?



Buena pregunta.



La respuesta la podemos obtener de un breve repaso histórico:



  • La ley oral estipulaba que la esposa nunca caminara al lado de su marido, sino detrás
  • El hombre era advertido de no conversar con ninguna mujer en público, aunque fuera su esposa
  • Los varones rezaban una plegaria en la que daban gracias a Dios por no haber nacido de sexo femenino
  • Los fariseos afirmaban que no debía enseñarse la ley de Dios a las mujeres



Con respecto al divorcio, cierto comentarista bíblico informa:

"Según el judaísmo rabínico, la mujer infiel podía cometer adulterio contra su esposo, y un hombre que mantenía relaciones sexuales con la esposa de otro hombre podía cometer adulterio contra este. Pero el hombre nunca podía cometer adulterio contra su esposa, sin importar lo que hiciera".


Es bastante claro que los fariseos no eran precisamente los defensores más equitativos de los derechos de la mujer.


Para ellos cualquier mujer, así fuera la más casta y pura, era un ser de cuarta categoría, no un ser humano, individual, con derecho propio ante Dios y ante la Sociedad Judía. Así que una mujer que acaba de ser sorprendida en adulterio, sería tenida en muchísima menor consideración.


Juan 8:6

Por supuesto, decían esto para ponerlo a prueba, a fin de tener algo de

qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en la tierra con el dedo.


Desprestigiar la autoridad o reputación de uan persona, moralmente, la descalifica para actuar como un Maestro de la Palabra de Dios. Esa era la prueba de los fariseos a Jesucristo. Dejarlo como una persona que carecía de la capacidad de juicio para juzgar, para enseñar o ser considerado un guía espiritual.


Juan 8:7

Como persistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: “El que de ustedes esté sin pecado sea el primero en tirarle una piedra”.


Un tiempo transcurrió que tensó el ambiente. Jesucristo parecía no responder, la gente estaba a la expectativa del desenlace, y los fariseos veían sorprendidos que Jesucristo parecía ignorar o evadir el asunto.


Jesucristo respondió con la frase que titula esta entrada.


“El que de ustedes esté sin pecado sea el primero en tirarle una piedra”


Porque ellos querían cumplir la Ley y apedrearla, ¿cierto?


Jesucristo no podía ignorar lo escrito en la Ley.

Mateo 5:17 ”No piensen que vine a destruir la Ley o los Profetas. No vine a destruir, sino a cumplir. . . Así que Jesucristo no anuló lo escrito en la Ley. No negó el hecho. No excusó el pecado. Instó a los acusadores a tener el valor de ser el primero en tirar la primera piedra. Los fariseos, según Lucas 18:9 "confiaban en sí mismos como justos, y que consideraban como nada a los demás". Creían en su justicia. No en la de Dios.


Ellos se veían a sí mismos como los referentes de la moralidad de la nación. El modelo de santidad en conducta y adoración.


¿Lo eran realmente?

¿Qué te hace ser realmente justo a los ojos de Dios?


La evidencia indica que, como dijo Jesucristo, los fariseos "colaban el mosquito pero engullían el camello".


Les horrorizaba el que una mujer cometiera adulterio. Pero su propia inmundicia interior, su propia maldad les parecía piedad.


Era, para Jesucristo, más calificado moralmente, quien reconocía su condición de pecador ante lo ojos de Dios, y buscaba misericordia, que aquel que jamás había hecho nada malo, pero usaba la Ley para pisotear a los demás ya hacerlos sentir inferiores.


"Quiero misericordia, y no sacrificio", dijo Jesucristo (Mateo 9:13).


La tradición "cristiana" ha ensalzado el pecado. Irónico, pero cierto.


Se cree que hacer obras de "fe" te posiciona bien ante Dios.


Se cree que desdeñar a quienes no son creyentes, o no están tan bien "espiritualmente", son una especie de mal, que debe erradicarse.


Jesucristo quería traer de vuelta a las ovejas perdidas de Israel. Perdidas por galta de guía amorosa.


¿Dónde se ve el amor de los guías que dicen ser "cristianos"?

¿Dónde está la misericordia?



Juan 8:9

Pero los que oyeron esto empezaron a salir, uno a uno, comenzando por los ancianos, y lo dejaron solo, y a la mujer que estaba en medio de ellos.


¡Sangre! Querían ver a la mujer convertida en un espectáculo público. Eso querían. Querían una muestra de la "justicia de Dios" estilo farisaico. Pero el que tenían por delante era a Jesucristo. Y con Él el desdeñar y restar dignidad a las personas, sobre todo las desvalidas, no era posible.



Juan 8:10-11

10 Enderezándose, Jesús le dijo: “Mujer, ¿dónde están? ¿No te condenó nadie?”.

11 Dijo ella: “Nadie, señor”. Jesús dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete;

desde ahora ya no practiques pecado”.


Uno a uno se fueron. No fue condenada la mujer a muerte.


Tampoco la condenó Jesucristo, quien le dijo sencillamente "desde ahora ya no practiques pecado".


Fue una actuación impactante sin duda.


Jesucristo no ignoró el pecado. Pero situó un antes y un después. "Desde ahora", ya debía ser otra persona. No retornar al pecado.


Borrón y cuenta nueva.


La Tradición "cristiana" se ha centrado en el pecado, y la intimidación.


En todo se ve pecado, todo es malo.


Divertirse es malo, ir al cine es malo, todo parece pecado.


¿Cómo vivir con una conciencia moral así?


Hay muchas formas modernas de "tirar la primera piedra".


Por eso vale la pena recordar lo que planteó Jesucristo: El que esté sin pecado...







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