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Tener fe


Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

1 Corintios 13:13


Para el creyente, las 3 virtudes máximas, las más importantes, las de mayor peso son el amor, la fe y la esperanza. Y de las 3, el amor es la más importante.

Que el amor es mayor de las 3, nos conecta con la declaración "Dios es amor". Así que no hay nada más espiritual que el amor, recordando que los 2 más grandes mandamientos, los que conforman esa Ley del Cristo, dicen que hay que amar a Dios sobre todas las cosas, con toda la mente, el corazón, las fuerzas y el alma, y al prójimo como a uno mismo.

Sin amor, nada soy, dijo el apóstol Pablo.

Pero hay una gran virtud que, ciertamente no es más importante que el amor, pero es imprescindible para agradar a Dios: la fe.

Jesús, y eso lo podemos leer en los Evangelios, no dijo una definición explícita de lo que era la fe, como sí hizo Pablo, cuando expresa que la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.

Y de estas palabras de Pablo, uno encuentra la relación que existe entre la fe y la esperanza. Sin embargo son diferentes, puesto que la esperanza es expectativa, tiene que ver con lo que uno espera positivamente que tendrá.

Jesús durante su ministerio muchas veces habló sobre la fe. En el tema Orando como Jesús enseñó: La Fe., se muestra que según Jesús, había 3 clases de personas según su fe:

Los faltos de fe (fariseos)
Los de poca fe (los apóstoles)
Los de grande fe (un oficial del ejército romano y una mujer sirofenicia o cananea)

Así que si uno puede elegir entre los 3, a cuál quiere pertenecer, obviamente uno desearía ser alguien a quien el Señor Jesús dijera que es de grande fe.

Pensemos por un momento: ¿qué hizo de esta mujer sirofenicia una persona de una grande fe?

Partiendo de allí, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. Una mujer cananea de las inmediaciones salió a su encuentro, gritando:—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada. Jesús no le respondió palabra. Así que sus discípulos se acercaron a él y le rogaron:—Despídela, porque viene detrás de nosotros gritando. —No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús. La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó:—¡Señor, ayúdame! Él le respondió:—No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros. —Sí, Señor; pero hasta los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. —¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres.Y desde ese mismo momento quedó sana su hija.

Mateo 15:21-28

Jesús fue a un país extranjero, donde tanta gente no le reconocería, y así podría descansar un poco junto a los discípulos. Pero una mujer le salió al paso, pidiéndole que curara a su hija que estaba endemoniada. Ella sabía que sólo Jesús podría ayudarla.

En principio Jesús la ignora, no hace nada. Le tiene compasión a la mujer, pero su misión dada por Dios es respecto a los israelitas, y esta es una mujer sirofenicia.

La mujer los seguía, gritando. No dejó de seguir a Jesús, ni siquiera por ser ignorada. Hasta que Jesús, dentro de una casa, se sienta. La mujer cae de rodillas ante él, suplicándole ayuda.
No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perritos, le dice Jesús para que la mujer entienda que él no es que no quiere ayudarla, es que se debe a una misión. La mujer contesta "sí, Señor", diciéndole a Jesús, que ella le entendía, y estaba de acuerdo con lo expresado por él, "pero hasta los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos", responde la mujer.

Esta inteligente respuesta de la mujer conmueve más a Jesús.
¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres.Y desde ese mismo momento quedó sana su hija.
La mujer recibió lo que quería. Sucedió según su fe.

Y he aquí el punto clave de la "grande fe" de esta mujer. ¿Ve lo que hace Jesús para curar a la hija de la mujer? ¿Acaso se levanta y va a la casa de la mujer, y hace un gran acto de liberación de posesión por un espíritu maligno?

No, Jesús sólo dijo: Que se cumpla lo que quieres. De los labios de Jesús salió la palabra de que se cumpliera lo que le pedía la mujer. Y en aquel mismo momento, sucedió que la niña quedó sana.

¿Captamos el punto de la naturaleza de una grande fe? Sólo se basa en la Palabra de Dios. Para tener fe sólo se requiere estar absolutamente convencido en aquello que Dios ha dicho sobre un asunto.

¿No dice acaso la Biblia cómo es la Palabra de Dios, la que sale de Su Boca?

Porque mis pensamientos no son tus pensamientos, ni tus caminos son mis caminos. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los tuyos; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! Porque así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y pan al que come, así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sin resultados, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos.


Dios no piensa como piensa uno, ni sus obras son como las nuestras. Se nos invita a reflexionar en la lluvia. La lluvia es parte de la naturaleza, a veces llueve y nos molesta porque salimos y dejamos el paraguas, o se forman interminables colas de tránsito porque llovió. Pero ANTES del Diluvio, jamás había llovido, o sea que en algún momento de la historia, lo que ahora nos es tan común y cotidiano, en algún momento era un milagro, y lo fue.

El razonamiento al que nos invita Dios es: así como hago llover para que riegue la tierra, germinen las semillas, y haya vida para mi creación, sin que tú hagas nada, así será TODA palabra o promesa que YO hago: no regresa a mí sin que suceda.

Entonces el tener fe es tener el estado mental creado a voluntad de absoluta convicción en las palabras o promesas de Dios.

¿Es fácil convencerse de que se cumple la palabra de Dios o sus promesas? No. Por ejemplo, Jesús nos enseñó en el Sermón del Monte a no preocuparnos, a no afanarnos por las necesidades de comida, bebida, ropa, de dinero, etc. Y nos invitó a mirar las aves del cielo, que ellas no hacen NADA para comer, no siembran, no siegan, ni recogen en graneros, pero Su Padre celestial las alimenta. Uno no ve en National Geographic o Discovery Chanel o Animal Planet (valga la cuña) que hayan reportes de que se están muriendo de hambre TODAS las aves del cielo, ¿cierto?

¿Es menos válida la promesa de que existe un Dios llamado Jehová-yiré, que significa que Jehová proveerá?

No es igual salir ahora a trabajar, hacer negocios, o tratar problemas económicos teniendo fe en Aquel que provee, a quien da pan al que come y semilla al que siembra, y estando plenamente convencido o convencida de que Dios provee lo que realmente es mejor para TI, que seguir pensando que a Dios no le importa mi situación económica.

Aquel creyente que piensa que a Dios no le importa si tiene la nevera llena, o la cuenta de banco en cero, o si tiene deudas, entonces, ¿tiene fe?

Entonces, ¿qué hacer para tener fe?

Veamos un ejemplo de qué hacer.

¿Cómo se siente uno cuando lee en la Biblia o en otro lugar, como en este blog, o cuando escucha, información que muestra que Dios es bueno, que provee, que ayuda a alguien?

¿Verdad que algo adentro del corazón parece que hiciera un chispazo, hay electricidad y uno se siente que es como si Dios le estuviera hablando? ¿Le ha pasado? ¿Con cuánta frecuencia? ¿Le hace caso?

Porque ese chispazo inicial es eso, un inicio, una señal de que esa información le mueve a creer, a saber que Dios le va a ayudar.

Supongamos que usted lee esta información, y se emociona y dice: ¡Sí, voy a pedirle a Dios que me ayude con mi situación económica! Suponga que lo hace a eso de las 6 de la mañana. Y dan las 12 del mediodía, y no pasa nada. Y son las 2 de la tarde, y ya usted se desespera, porque nada pasa. Y transcurre el día y nada pasa (asumiendo que sea el caso, pero es sólo para ilustrar). Y se acuesta a dormir. ¿Cómo? ¿Decepcionado por que no pasó NADA?

En ese momento de decepción y frustración, en el que se empieza a pensar que no valió la pena pedirle a Dios, que Dios no va a hacer nada, que mejor hago esto o aquello más bien que estar esperando a que Dios haga algo, todo eso es NO TENER FE.

Y cuando pasa algo que parece contradecir totalmente su convicción de que Dios SÍ provee, entonces es cuando se demuestra si se tiene FE. Porque la fe está en la confianza en que Dios actuará, no en la circunstancia o problema que se tiene.

Por ejemplo, cuando Moisés estaba en el Mar Rojo, junto a los israelitas, con los egipcios detrás de ellos armados hasta los dientes, con el Mar Rojo por delante, y las montañas a los lados, ¿qué hacer?

Esa era una situación que parecía contradecir totalmente la promesa de Dios de haberlos liberado. Moisés pidió a Jehová ayuda. Los israelitas se querían devolver a Egipto, porque era mejor una tumba en Egipto que estar allí. ¿Quién tuvo fe y quiénes no? ¿Quién no se dejó amilanar por las circunstancias adversas, y quiénes tiraron la toalla a las primeras de cambio?

La fe se basa en creer en las promesas de Dios, en TODAS ellas, aquí y ahora. Independientemente de las circunstancias, o de aquello que parezca contrario a lo que uno ve.

"Andamos por fe, no por vista". "Fijen la vista en el premio". La fe no se basa en lo que se ve, que son las circunstancias, los problemas, las crisis. La fe se basa en el carácter de Dios, en su amor hacia nosotros y sus promesas.


Si Dios está contigo, ¿dejarás que el no tener fe esté contra TI?




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