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Bienestar: ¿nacemos con él o es algo que decidimos tener?



  • ¿Se siente bien? Quizás lo lleve en los genes. Los seres humanos buscamos el bienestar, sentirnos bien, en paz, saber que somos exitosos y logramos lo que queremos. Y esta búsqueda ha dado el salto al mundo científico, en un intento por encontrar herramientas para detectar, cuantificar y analizar el bienestar y su repercusión en el mundo que nos rodea.
Pero, de momento "no hay un termómetro para la felicidad", explica Sonja Lyubomirsky, doctora en Psicología y profesora de la Universidad de California. A algunos, la propia naturaleza les ayuda. "Las circunstancias que rodean la vida de cada uno no influyen tanto en la felicidad personal como los genes -hay gente que nace más feliz que otros- o cómo uno se toma las circunstancias que le rodean".
Comprobado: la mente influye sobre el cuerpo y por eso actualmente se está reconociendo una nueva disciplina: La Psiconeuroinmunología. La Psiconeuroinmunología es una ciencia relativamente nueva, pero que da fundamento científico a algo que se sabe desde el principio de la humanidad: Que nuestros pensamientos, emociones, creencias y dolencias espirituales afectan nuestro cuerpo y, son un factor clave en el mantenimiento de la salud, así como en el desarrollo de las enfermedades, e incide en el proceso de curación de las mismas.

La Psiconeuroinmunología ha demostrado que nuestro Cerebro, Sistema Nervioso Central, Sistema Endocrino (que produce las hormonas) y el Sistema Inmunológico hablan un lenguaje bioquímico común.
Están interconectados, y no ocurre nada en uno de esos sistemas sin que ello repercuta en los otros dos. Efectivamente, el Sistema Nervioso Central, Sistema Endocrino y el Sistema Inmunológico, están conectados bioquímica y bioenergéticamente. Así lo creó Dios.

El haber descubierto este sistema de comunicación ayuda a entender cómo situaciones estresantes puedan tener una acción directa en la salud y en la recuperación de una enfermedad. Está comprobado científicamente que eventos que originan un stress crónico, pueden resultar en emociones como el miedo, la rabia, la culpa, la desesperanza y la depresión, que manejados en una forma inadecuada por el individuo, traen como consecuencia el envío de un mensaje de supresión y/o la activación de sustancias como el Cortisol y la Adrenalina, lo cual, origina enfermedades porque cuando la respuesta inmunológica está suprimida éstas aparecen. 
En español claro y simple: vivir en un stress constante, potencia el cortisol y la adrenalina, hormonas del stress y la vigilancia, necesarias en su justa medida, pero que al mantenerse todo el día, todos los días, en un estado mental y anímico de miedo, rabia, ira, resentimiento, frustración, y angustia, se disminuye la respuesta inmunológica. Resultado =  + enfermedades.
Entender que somos campos de energía electroquímica, emanados de nuestros tres cerebros para pensar, sentir y actuar de una manera adecuada, en el que se tenga en cuenta que poseemos un Sistema Inmunológico que es el guardián de nuestro cuerpo. La vida emocional es de cuidado, por eso el conocimiento y buen manejo de las inteligencias mentales, emocionales y básicas nos darán pautas para nuestra salud, reconocen algunos expertos y expertas en el área.
¿Qué hacer para tener, mantener y maximizar un estado de bienestar en nuestras vidas?
Usar las herramientas espirituales, emocionales y mentales que tenemos, evitando los accidentes, errores en la vida, y en consecuencia las crisis existenciales. 

Un gran reto 

Es decir, aunque uno no cuente quizás con la mejor herencia genética del mundo en términos de bienestar, no está todo perdido. De hecho, como apunta el divulgador científico y escritor Eduardo Punset, el gran reto que nos queda por delante como sociedad es poner la 'semilla' de la felicidad en las personas. "Hemos descubierto nuestra capacidad para incidir en el cerebro de los demás y, por experimentos concretos, hemos descubierto que hay una ventana crítica entre los tres y los ocho años para hacerlo; así que si queremos adultos altruistas, solidarios, menores niveles de violencia en la sociedad, hay que volcarse en el aprendizaje social y emocional de los niños en estas edades".
Pero el trabajo no queda ahí. Lyubomirsky, una de las principales expertas en el tema y participante junto a Punset en el I Congreso de la Felicidad patrocinado por Coca-Cola que se celebró en Madrid, afirma que su investigación demuestra que se puede aprender a ser feliz, pero es un trabajo duro. "Es como perder peso o mantenerse en forma. Si tu 'punto de ajuste de la felicidad' es bajo hay que esforzarse, cambiar los hábitos y practicar toda la vida".
Por lo pronto, asumir que no se es feliz -o al menos no tanto como quisiera- es un buen punto de partida. "Es el primer punto de inflexión para cambiar", afirma Gustavo Zerbino, un luchador nato. Él, junto con otros 15 compañeros, logró sobrevivir durante más de 70 días en la cordillera de los Andes tras un accidente aéreo en 1972.

No hay imposibles

"Yo les ofrezco a la gente la esperanza, la ilusión y la posibilidad de creer que hay una manera distinta de hacer las cosas. Si quieres tener resultados distintos hay que hacer las cosas distintas", explica con determinación. "No hay imposibles". Aquella experiencia, que muchos consideraron un milagro, le enseñó una lección esencial ante los problemas: "Lo primero es preguntarme qué quiero, y luego, el cómo llegar a ello". La clave, insiste Zerbino, está en pasar a la acción, en vez de "paralizarse en el análisis y ser uno más que padece la vida en vez de disfrutarla".
Ni siquiera la tan manida crisis le arredra: "Cuántos países tuvieron crisis reales, no como esta. Ustedes están nadando en la abundancia. No nos quejemos más, tomemos acción".
Si tampoco eso les consuela, está probado, cuenta Punset, que el dinero -una vez que se supera un nivel de subsistencia¿Qué es lo que de verdad importa? "La relación personal, tener el sentimiento de que controlas algo de tu vida, la sensación de que te estas sumergiendo en un proyecto que te interesa, todo ello son factores que tienen una correlación directa con la felicidad".

Disfrutar del camino

Punset recomienda no tener miedo, disfrutar de las cosas simples y exprimir el camino: "Tenemos que aprender a aprovechar las cosas que encontramos en el camino cuando buscamos un determinado objetivo. La gente se obceca con el objetivo y, cuando este llega -el gran amor consumado, el coche...- al poco tiempo se ha pasado todo".
Ahora bien, no siempre es fácil lograr el equilibrio deseado. El propio Zerbino, sobrecargado de compromisos, admite que él mismo tendrá que ponerse firme para redistribuir 'felizmente' su tiempo: "Voy a dejar de ir afuera para centrarme más en mi casa. La verdadera calidad empieza por casa y la tengo que practicar conmigo y con los seres queridos. Me he hecho esclavo del exterior y voy a tener que corregir algunas cosas que me están distorsionando el equilibrio para ser feliz".
Ya ven, hasta a los expertos les cuesta a veces ser plenamente felices; la diferencia es, quizás, que ellos se empeñan en lograrlo. Todo es cuestión de asumirlo y ponerse manos a la obra.
Por cierto, el hombre con mayor bienestar y felicidad que ha vivido en este mundo, por algo recomendó:
Dichosos los que son conscientes de que son pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. 
Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas (las materiales) les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.
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