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Qué es la Revelación Divina

"Tuve un sueño importante. Sé que significa algo... pero ¡no me acuerdo de nada!"

¿Le ha pasado alguna vez que soñó algo y no se acordó de nada? Al rey Nabucodonosor le pasó eso. Y buscó a alguien que le dijera el sueño y el significado del mismo. Y fue Daniel, un judío que servía en su corte real, hombre de Dios, a quien Jehová le reveló el sueño y y el significado del mismo. Y nosotros nos beneficiamos de él, pues el relato es el famoso sueño de la imagen pavorosa de Nabucodonosor, registrado en el capítulo 2 de Daniel, que predijo la sucesión de potencias políticas que surgirían en la Humanidad desde Babilonia hasta nuestros días.

Este ejemplo bíblico nos muestra un ejemplo de revelación divina. ¿Qué es?

Es la apertura del Dios Único a la comunión con el ser humano. Dios ofrece la salvación, del pecado, de la muerte y de la condenación al hombre y la mujer, por medio de abolir la lejanía de Dios respecto del ser humano. Es una comunicación, de la que Dios es sujeto y objeto, es el protagonista de la comunicación, para relacionarse con el hombre y la mujer de una forma nueva, y entrar en una relación.


Jehová Dios, en la revelación, se coloca a sí mismo como el que Resultará Ser lo que Resultará Ser, lo cual es el significado de Su Nombre. Se da a conocer a Sí Mismo, da a conocer Su voluntad, Su propósito con relación a Su Creación, Sus acciones para rescatar a la Humanidad caída, TODO cuanto el hombre y la mujer necesitan saber, Dios lo revela.

Eso es lo que hace Jehová en la revelación. ¿Qué hace el hombre o la mujer? Escucha, ve, conoce, y sabe reconocer la voz de Dios.
  
¿Cómo se hace la revelación? Por ser una manifestación inspirada, es por medio del espíritu santo, que introduce en el espíritu de la persona dicho conocimiento.

Unas palabras del apóstol Pablo a los corintios nos hacen entender mejor este punto:

Antes bien, como está escrito: 
«Cosas que ojo no vio ni oído oyó 
ni han subido al corazón del hombre
son las que Dios ha preparado para los que lo aman».
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios, porque ¿quién de entre los hombres conoce las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.  
  

1 Corintios 2:9-11

Pablo estaba explicando el papel de Cristo en la salvación. Era algo complejo, y ciertamente desafiaba la lógica del pensamiento de aquellos tiempos. ¿Cómo entender los secretos sagrados de Dios encerrados en Cristo Jesús? 

Solamente por la guía del espíritu santo. Jehová conocía, y conoce a la Humanidad. Nos conoce infinitamente mejor de lo que nosotros mismos podemos entender. Por eso, cuando Pablo dice que lo que "ojo no vio, ni oído oyó, ni lo que ha subido al corazón del hombre" son las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman. Lo que está en la mente de cada uno de nosotros depende de lo que hayamos vivido, escuchado, visto, o imaginado. Pero lo que Dios revela, o hace saber, nunca antes lo vimos, escuchamos o imaginamos.

Porque la revelación divina es el conocimiento de aquello que está en la mente de Dios, a nuestro espíritu. Y no tiene nada que ver ni con nuestra forma de pensar, o con nuestra lógica, o nuestro entendimiento.  

Dios es omnisciente. Sabe todas las cosas. Pero nosotros no. ¿Cómo saber cosas que ni nos imaginamos que puedan existir? ¿Cómo saber lo que Dios realmente piensa de algún asunto? A eso le llamamos revelación divina, a eso que Dios hace saber. Una obra de referencia, el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento de W. E. Vine, explica sobre la importancia de la revelación divina lo siguiente: 

“En el Nuevo Testamento, un misterio o secreto sagrado, denota no lo que es misterioso, como sucede con el término castellano, sino aquello que, estando más allá de la posibilidad de ser conocido por medios naturales, sólo puede ser dado a saber por revelación divina, y se hace saber de una manera y en un tiempo señalados por Dios, y sólo a aquellos que están iluminados por Su Espíritu. En su sentido ordinario, un misterio significa conocimiento retenido; su significado bíblico es verdad revelada. De ahí que los términos especialmente asociados con este tema sean ‘dado a conocer’, ‘revelado’, ‘declarado’, ‘dispensación’, etc.”. 



Pensemos en lo siguiente: si nosotros no somos plenamente conscientes sobre todos los detalles de nuestra vida, ni tenemos absoluto entendimiento de por qué actuamos de X forma, ¿podemos decir que conocemos lo que piensa Dios al 100%? Por supuesto que no. Lo que Jehová Dios tiene en Su mente es infinitamente superior a lo que nosotras las criaturas humanas podríamos tener en la mente o imaginarnos. Él nos llama la atención a este hecho en la profecía de Isaías 55:8, 9, que dice: 

"Porque los pensamientos de ustedes no son mis pensamientos, ni son mis caminos los caminos de ustedes,’ es la expresión de Jehová. ‘Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes"

El pensamiento de Dios, Su Mente, es más alta, es Suprema, Absoluta, Trascendente. Para Dios conceptos como el tiempo, el espacio, la consciencia, la vida, el amor, el bien, son muy diferentes a los nuestros.

Que ningún hombre o mujer, de su propio ingenio e inteligencia, antes que Dios concibiera o formara Su propio propósito o mente, podría alguna vez haber elaborado o desarrollado la misma idea con sus facultades mentales. En pocas palabras: el Único que tiene ideas 100% absolutamente originales es Jehová, ningún hombre o mujer ha podido descifrar el propósito de Dios antes que Él mismo lo revelara. 


Jehová no es un Dios secretista, que egoístamente se reserva información para nuestro bien. Así lo expresó Moisés:


"Las cosas secretas pertenecen a Jehová, nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, a fin de que cumplamos todas las palabras de esta Ley".

Deuteronomio 29:29


Una de esas personas que fue objeto de revelaciones divinas, fue el apóstol Pablo. A él, Dios le reveló secretos sagrados, realidades sobrenaturales, que están más allá de la comprensión humana. Pablo accedió a esas realidades, que están fuera del alcance y vista humanos. Ciertamente, estar en una dimensión espiritual, más allá del Universo, del tiempo y del espacio, es una revelación. Pablo describe una experiencia revelatoria que vivió, descrita en la 2 Corintios 12:1-7:  

1 Ciertamente no me conviene gloriarme, pero me referiré a las visiones y a las revelaciones del Señor.



    2 Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
    3 Y conozco a tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),
    4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.
    5 De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo, en nada me gloriaré sino en mis debilidades.
    6 Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve u oye de mí.
    7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltara...


Ciertamente este hombre era Pablo. Él no volvió a ser el mismo después de esta revelación, que le dio una amplitud y profundidad de relación con Dios y Cristo a un grado que le hubiera sido imposible de alcanzar por medio de su propio esfuerzo, fe o devoción.

El objetivo de la revelación divina, siempre lo coloca Dios. En la Biblia se muestra que Él y sólo Él revela, da a conocer, o manifiesta secretos sagrados. Y los da a conocer a quién él elija, o revele estos asuntos. Un ejemplo claro de esto es todo lo que Dios reveló por medio de Jesucristo al apóstol Juan, en el Apocalipsis, que es la máxima Revelación Divina dada al hombre. El Apocalipsis fue revelado a Juan, pero su contenido, al tiempo de Dios, sería dado a conocer. Por eso vemos que, por ejemplo, en el Apocalipsis se le da al Cordero de Dios un rollo sellado con 7 sellos, y se van desencadenando una serie de sucesos, que eran la voluntad de Dios sobre la Humanidad. Algo similar sucede cuando se tocan los 7 toques de trompeta, y se derraman los 7 tazones o copas de la cólera de Dios.



Llegado a este punto, uno podría creer, que el objetivo de la Revelación Divina es mostrar juicios, condenas y castigos sobre la Humanidad. ¿Es eso lo que quiere Dios? Jesucristo, el Hijo de Dios y el Principal Revelador de la voluntad divina, expresó:

 Tanto amó Dios al mundo, que envió a Su Hijo Unigénito, para que nadie sea destruido, sino que todo el que ejerza fe, tenga la vida eterna. 


¿Quién, antes de Jesucristo dijo eso? Nadie, porque esas palabras son una Revelación Divina, y son el núcleo de la Revelación de Jehová a la Humanidad: que somos amados y amadas, y que por causa de ese amor, Dios envió a Su Hijo, para que tuviéramos una esperanza de reconciliarnos con Él, para que Dios sea todas las cosas para con todos.
La Revelación Divina se centra en el amor de Jehová por la Humanidad.       
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