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Nada nos separa del amor de Dios

Saulo de Tarso, mejor conocido como el apóstol Pablo, era un hombre de fuertes convicciones. ¿De qué cosas estaba convencido él?


Una de ellas, era su convicción sobre el hecho de que Jesús de Nazaret era el Mesías. Lo sabía, porque se le aparecía un buen día mientras él iba camino a la ciudad de Damasco, para seguir persiguiendo a cristianos. La impresionante vista de Jesucristo resucitado, que le dejó ciego e impactado por pocos días, fue suficiente para que este fariseo, figura joven del judaísmo, dejara todo y siguiera a Jesús como su Señor y Maestro.

En su carta a los Romanos, Pablo escribió sobre una de sus más grandes convicciones:

¿Quién nos separará del amor de Cristo? 

¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 

Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo. Somos contados como ovejas de matadero. 

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 

Por lo cual estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 8:35-39

El amor de Dios y Cristo hacia Pablo. De eso estaba convencido Pablo. Él sabía que, independientemente de lo que viviera en su vida, o de lo que otros pensaran, Dios y Cristo estarían siempre con amor anhelante hacia Pablo, guiándolo, consolándolo y sustentándolo.


¿Cuán convencido o convencida estoy de que Dios y Cristo me aman y que ninguna circunstancia o problema que pase en mi vida hará que el amor de Dios por nosotros se apague? 


La convicción que tengamos del amor de Dios por nosotros, motivará los diversos compromisos que asumamos en nuestra vida. Sí, una vida con convicción en el amor de Dios, genera un carácter fuerte. La falta de convicción, impide que nos comprometamos con metas y objetivos que valgan la pena. Por ejemplo, hay estudiantes universitarios que son especialistas en vivir en un “Eterno Primer Semestre” porque pasan los años y se inscriben en diferentes carreras pero no se comprometen con ninguna.

No tienen convicción en querer terminar una carrera. De manera parecida, muchos no quieren comprometerse en amar y servir a Dios, lo que implica sin duda un compromiso de por vida. 

Hay personas que dicen: “conozco a gente que dice que hace la voluntad de Dios, y hasta va a una iglesia o tiene una religión y hacen cosas que a Dios no le agradan”. Seguramente es así porque el compromiso y cambio de vida no se produce de la noche a la mañana. Dios tiene paciencia para con todos, para que adquiramos convicción, nos comprometamos y desarrollemos carácter. No esperamos que un niño que apenas camina gane una carrera o las olimpiadas. La gente crece espiritual, emocional y mentalmente, y eso es un proceso. El camino en Cristo Jesús es largo, de hecho, es eterno, y nadie es digno de levantar el dedo para juzgar a otro en una carrera donde sólo Dios nos enseña. La madurez se produce donde se le da espacio. Debemos agradecer la paciencia que Dios nos tiene. Esa es una de las muestras de Su amor por nosotros.

Muchas personas condicionan su relación con Dios por sus circunstancias. ¿Tengo tiempo? Entonces le dedicaré algo a Dios, tal vez un sábado o domingo. ¿Tengo estabilidad económica? Entonces puedo servirle, pues veo que tengo su bendición. Y así, colocan una lista de cosas que miden si "pueden" estar cerca de Dios. 

Pablo también manifestó su convicción sobre cómo el amor de Dios se manifiesta en la provisión, en tiempos de escasez o abundancia, en Filipenses 4:10-13:

En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin han revivido su cuidado de mí, de lo cual también estaban solícitos, pero les faltaba la oportunidad. 

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación

Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia. En todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Pablo manifiesta aquí su convicción en una relación con Dios, no condicionada por las circunstancias, pero sí basada en el amor y la fe. Pablo asegura que Dios es lo más importante y su relación con Él no depende de nada, ni de la abundancia ni de la escasez porque sabe ser una persona agradecida en cualquier circunstancia. 


Debemos aprender a orar como hombre o mujer de Dios, con convicción, en el amor de Dios y Cristo, con compromiso y carácter. 

Nada podrá separarnos de Él que da fuerzas para responder bien ante las dificultades y toda circunstancia.

Nuestras oraciones sinceras, convencidas del amor de Dios, con fe, nos impulsan a afrontar cualquier circunstancia. Pidamos valor, fuerza, y carácter, para amarlo y servirle siempre. Eso es lo que espera de nosotros, oraciones con fidelidad y compromiso para demostrar que nada nos separará de Su amor incondicional. 







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