Dios, los Magos y Jesús
Jesús, el Hijo de Dios, ha nacido. Se cumplieron las profecías: nació en Belén, de una mujer virgen, y el día que nació, ángeles alabaron a YHWH, por el nacimiento del Salvador del mundo, enviado desde el Cielo a la Tierra. Sí, María y José saben, sin duda alguna, que Jesús es el Hijo de YHWH (Miqueas 5:2; Isaías 7:14; Lucas 2:1-20).
Pasaron los días desde que nació Jesús. María y José viven en Belén, allí se han establecido y forman una familia. José trabaja de carpintero, y es muy hábil en su trabajo. No nos imaginamos a José haciendo otra cosa que no sea esmerarse en dar lo mejor a su familia en sentido material, emocional, y espiritual. YHWH le confió lo más amado: la vida de Su Hijo, Jesús.
Mientras en Belén, la vida de familia de José, María y Jesús transcurre con normalidad, en Jerusalén las cosas son muy distintas. Hay agitación, debido a la llegada de unos personajes singulares, llamados en los Evangelios como «magos». No se dice en las Escrituras que fueran 3, o reyes, ni que se llamaran Melchor, Baltasar o Gaspar. Eran simplemente "magos".
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Vinieron del Oriente, y buscaron al rey Herodes, preguntando:
—¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarlo.
Aquello conmocionó a Herodes. A Herodes y a Jerusalén también. ¿Por qué?
Evidentemente, no tomaron la visita de estos magos como algo sin importancia. Ellos vinieron porque vieron algo en el cielo: una estrella. Esta estrella singular representaba nada menos que al Rey de los Judíos. El ver la estrella movió a estos hombres a iniciar un largo viaje, desde el Oriente hasta Jerusalén.
Herodes, conocido por su crueldad y ambición, no iba a renunciar a su reinado sobre Judá y dárselo a un judío. Eran tiempos en los que imperaban los romanos, y no estaban dispuestos a aceptar a un rey que no fuera el impuesto desde Roma. ¿Aceptar al "rey" de los judíos? Ni pensarlo, aquello desestabilizaría al Imperio. Por ello Herodes debía ser rápido y actuar para sofocar cualquier posible rebelión de la gente, que quisiera proclamar a un "rey" mesiánico.
Herodes buscó a los sacerdotes principales para que ellos le dijeran dónde probablemente estaría el niño. Le citaron la profecía de Miqueas 5:2 que señalaba a Belén Efrata. Ahí, en ese pequeño pueblo, debía estar el buscado rey de los judíos.
Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios y se cercioró del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Y enviándolos a Belén, dijo:
—Vayan y averiguen con diligencia acerca del niño y, cuando lo hallen, háganmelo saber, para que yo (Herodes) también vaya a adorarlo.
Los magos emprenden el viaje a Belén. Y la estrella que habían visto en el
oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre donde
estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Al
entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo
adoraron. Luego, abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, olíbano y mirra. Habían cumplido su propósito: conocer al rey de los judíos y rendirle un homenaje especial.
Luego, Dios les avisó por revelación en sueños que no volvieran a Herodes, y regresaron a su tierra por otro camino.
Así Herodes no pudo hacerle daño a Jesús, quien siguió creciendo protegido por la mano poderosa de Dios, quien avisó en sueños a José que huyera a Egipto, y luego regresara a Nazaret.
Este hecho por sí sólo no es sobresaliente, tanto por el hecho de que la estrella guió a los magos desde el Oriente hasta Belén. El relato de Mateo es claro: la estrella direccionó a estos hombres.
La pregunta es: ¿quién guió la estrella? Sólo YHWH tiene poder sobre las estrellas y cuerpos celestes, y si era Su propósito dirigir a los magos hacia Jesús, ¿quién podría decirle que no?
¿Por qué? ¿Por qué dirigir a personas practicantes de magia y adivinación hacia Jesús? ¿No era más lógico que Dios avisara a los sacerdotes, escribas y fariseos el nacimiento de Su Hijo?
El caso es que los magos disciernen el nacimiento de Jesús, y están dispuestos a rendirle homenaje. Un homenaje que demuestran por medio de sus dones al niño Jesús: oro, olíbano y mirra.
Dios, desde la mismísima infancia de Jesús, nos muestra que cualquier persona puede acceder a Él, puede acercarse al servicio sacerdotal y real de Su Hijo. No hay culpas, condenaciones o prejuicios para quien se acerca a Jesús. El Jesús niño, recibió de magos oro, olíbano y mirra. El Jesús hombre, tampoco lo habría hecho. ¿Acaso rechazó regalos de perfumes costosos, independientemente de quién se lo diera? No. Aceptó el regalo y aceptó a quien daba el regalo.