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Sermón del Monte: claves de la enseñanza de Jesús

Jesús enseña el Sermón del Monte Neoatierra
Jesús enseña el Sermón del Monte

El  Sermón del Monte contiene las enseñanzas de Jesús más conocidas. Las bienaventuranzas, el padrenuestro, o la Ley de Oro, son algunos de los temas sobre los que Jesucristo instruyó a sus apóstoles y a miles de personas que le escucharon (Mateo, capítulos 5-7).

En el Sermón del Monte, no hay un carácter doctrinal en la enseñanza de Jesús. Él no busca instituir un conjunto de leyes o mandamientos. La esencia de su mensaje, está impregnada del amor y la compasión que sentía por las personas, y Su deseo de que tuvieran una vida mejor. La enseñanza de Jesucristo en el Sermón del Monte no es intelectual, como sí lo era la de los líderes religiosos de su tiempo. Jesucristo no busca hacer sentir pecadores, culpables, o menospreciadas a las personas. Su interés es introducir un mensaje que las motive a transformar sus vidas, de una manera positiva y beneficiosa.

En suma, hay sabiduría, sabiduría divina, inspirada, que brotaba de la Fuente misma de la luz divina. Pero, cabe que nos preguntemos:

¿Qué enseñó Jesucristo en el Sermón del Monte?
¿Cuál era el objetivo de Su enseñanza?
¿Qué quiso verdaderamente que creyésemos e hiciésemos?
¿Cómo nos beneficia aquí y ahora?

Enseñanzas del Sermón del Monte Neoatierra
Personas enseñadas por Jesús
Si escudriñamos los Evangelios con mente abierta, nos damos cuenta de que la vida de la gente en tiempos de Jesús era muy difícil. Por una parte, estaba la dura carga de los impuestos y la política del Imperio Romano. Y por otra, la influencia de los líderes religiosos judíos era de imponer reglas y mandamientos, prácticamente imposibles de realizar. A las personas las hacían sentir como de poco valor, sin capacidad intelectual ni valor social y espiritual.

En ese escenario socio-político y religioso, Jesucristo aparece en escena. Ve a la gente, sube a una montaña, se sienta, y abre la boca para enseñar. Frase a frase, va desarrollando una serie de mensajes. Imagínese la sorpresa de quienes le escuchaban, cuando Jesús les dice “bienaventurados”, o “ustedes son la luz del mundo”. Debió ser impactante, puesto que esas personas eran llamadas y tratadas despectivamente como “malditos” por sus líderes religiosos (Juan 7:49).


Está claro que para Jesucristo, las personas, hombres y mujeres, independientemente de quiénes eran social o económicamente, eran dignas, podían ser receptoras de un mensaje verdaderamente valioso. Una enseñanza que jamás escucharían en una sinagoga o el Templo. Jesús siente amor por la gente, y ve su potencial, y eso le impulsa a enseñarles de una forma que puedan traer salud, felicidad, y prosperidad verdadera a sus vidas y a la vida de quienes les rodean, si ellos lo deseaban realmente.


Jesús y los líderes religiosos Neoatierra
Los líderes religiosos en el tiempo de Jesús
Jesús nos enseña también que cada hombre o mujer, independientemente de cómo sea su vida ahora, puede tener acceso directo a un Padre de misericordia, paternal y Todopoderoso, quien los perdonará y les proporcionará Su propia fortaleza para ayudarles a descubrirse de nuevo a sí mismos, 77 veces si es necesario.

Jesús no sólo demuestra en el Sermón del Monte el amor que siente por la gente. También, su enseñanza refleja su carácter práctico y experiencia. Por ejemplo, en 6 ocasiones durante el Sermón del Monte introdujo sus declaraciones con la frase “oyeron que se dijo” (Mateo 5:21, 27, 31, 33, 38, 43). Se estaba refiriendo a las enseñanzas comúnmente aceptadas por la tradición farisaica. Por citar un ejemplo, para los líderes religiosos del tiempo de Jesús, el adulterio era pecado. Para Jesús, el seguir mirando a una mujer con pasión, ya le hacía culpable de adulterio en el corazón. Cierto, no había una acción, pero sí un deseo. Un deseo impuro, negativo, que podía culminar en una acción.

Al enseñar sobre la oración, no hay ostentación ni redundancia en las palabras de Jesús. Hay poder en la oración realizada en secreto. La oración tiene realmente el poder de cambiar las cosas. Gracias a la oración, las cosas pueden cambiar, por haber orado. No importa cuál sea la dificultad que enfrentamos, no importan las causas. La oración puede superar la dificultad, solamente debemos ser perseverantes en nuestra búsqueda a Dios. Una búsqueda que debe ser en secreto, en intimidad.

La oración, es tanto una ciencia y un arte. Jesús dedicó buena parte del Sermón del Monte a hablar sobre la oración. Era un orante a Dios permanente. Sabía orar, y así lo enseñó a otros. Milagros de los Evangelios acontecieron porque Jesús tenía aquella intuición espiritual, que le daba poder en la oración.

El objetivo de la enseñanza de Jesús es el de llevar a las personas a la acción. No se trataba de entretener a la gente. El punto clave era actuar en base a esa enseñanza:
“A cualquiera que me oye estas palabras, y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia, vinieron los ríos, y soplaron los vientos, y azotaron aquella casa, pero ésta no se vino abajo, porque estaba fundada sobre la roca. Por otro lado, a cualquiera que me oye estas palabras y no las pone en práctica, lo compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena. Cayó la lluvia, vinieron los ríos, y soplaron los vientos, y azotaron aquella casa, y ésta se vino abajo, y su ruina fue estrepitosa”.

Mateo 7:24-27

Nadie quiere ser el personaje que edifica sobre la arena, y pierde su casa. Pero, sin duda, el costo de edificar sobre la roca es mayor. Hay más esfuerzo, sacrificio, inversión de tiempo y dinero. Pero es un hecho que en la vida, las circunstancias adversas llegarán, y es el fundamento que se haya puesto, es el que determinará el resultado final.


El Sermón del Monte Jesús Neoatierra
El Sermón del Monte

La Verdad no cambia. Cambia la comprensión que de ella llegamos a tener. Jesucristo resumió esta Verdad, la enseñó cabalmente, y sobre todo, la practicó. Nada beneficia más a una persona que conocer verdades que le sean útiles y provechosas para su vida. Conocimientos que puedan hacer una diferencia cualitativa y cuantitativa en su diario vivir. Jesús enseñó y practicó. Y esa enseñanza nos beneficia en el aquí y ahora de nuestra vida cotidiana, si la ponemos en práctica.
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