Sobre Dios y el Dinero
“Haz a los
demás todo lo que quieras
que te hagan a
ti.
Ésa es la esencia
de todo lo que se enseña
en la Ley y en
los Profetas”.
Esta frase tan
clara y contundente tiene un nombre: es la Regla de Oro. Jesús, quien tiene la
Mente de Dios, es un Ser Creativo, y siempre enseñó a otros a ser personas que
avancen en la vida, que piensen de una manera positiva y espiritual, poniendo a
Dios y Su Reino en primer lugar, para que siempre vayan arriba y adelante, para
que sean la cabeza y no la cola, para que den más, para que sean más.
Una persona
enseñada por el Maestro de Galilea, debe, necesariamente, cada día ser mejor.
Así lo enseñó Jesús, y en eso se complace el Padre. Y es que Dios es el Dios de
la Creación, y en ella vemos
abundancia, belleza, armonía, bienestar y excelencia. Vivimos en un Universo
que se expande, en un mundo en el que cada hombre y mujer desean más y mejores
cosas para su vida. Desear para cada hombre y mujer de este planeta una vida
mejor, abundante, y en bienestar, en armonía con el Padre, es aquello que Jesús
enseñó cuando habló de la Regla de Oro, en la que se nos motiva a hacer a otros
como queremos que se haga con nosotros.
¿Se rige el
mundo comercial y de los negocios por la Regla de Oro y por Principios
Espirituales? Cada uno tiene la respuesta. Muchas de las personas que se
encuentran en el mundo comercial y de negocios, son dominadas por un deseo de
dominio, ambición y avaricia. ¿Qué tipo de mente tienen estas personas? No es
la mente de Cristo, sino la mente competitiva, la que busca sólo su propia y
personal recompensa, independientemente de que lo haga haciendo daño a otros, y
usando medios fraudulentos.
En la Ley del Perpetuo
Incremento, que enseñó Jesús, el que “tiene más, aumenta”. Ser una persona que
está practicando esta Ley del Perpetuo Incremento, significa tener fe, teniendo
la firme convicción de que al trabajar, hacer negocios y tratos comerciales con
otros, por pequeño que aparentemente sea, nos da la oportunidad de dar
incremento y beneficio a la vida de otras personas. Tener fe en cada
transacción, trabajo, o labor, confiando en que todo tendrá éxito seguro, y
será de beneficio para ti, y para aquellos a quienes das un trabajo o servicio.
Al practicar
la Regla de Oro, haces que cada acto comercial o de negocios, tu tono de voz, o
tu mirada, exprese la certeza de que te estás volviendo una persona rica. Enriqueces tu vida y la de otras personas, actuando con
una fe que te inspira, llena tu corazón, e impacta cada acción que realizas.
No importa que
uno sea maestro de escuela, o ingeniera, el mensajero de la oficina, o se
dedique al negocio que sea, si puede darle un incremento y beneficio a la vida
de otras personas, manteniendo una auto-imagen de sí mismo como una persona de
éxito, y que trabaja para la realización de su visión de abundancia y
prosperidad en su propia vida, haciendo que la vida de otros sea próspera y
abundante. Y al hacer que la vida de otros sea más abundante, atrae más abundancia
de amor y de dinero hacia sí mismo.
Sin embargo, la realidad económica que vivimos en nuestros países, la podemos definir con palabras como: inflación, desempleo, escasez. Estas palabras nos son conocidas, seamos
economistas, expertos financieros, políticos o personas comunes y corrientes. Y
es que la economía no es un tema ajeno a ninguna persona. Porque, no importa si
se es ateo o creyente, español o colombiano, hombre o mujer, joven o mayor, el
tema económico nos confronta.
Evidentemente,
en el país o región en el que se viva, las noticias reflejan cómo marcha la
economía del país. Y ninguna economía es aislada de otros países. Lo que pasa
en un país, afecta a otros. En las
Escrituras, también se reflejan historias de tiempos de crisis económica. Por
ejemplo, en tiempos de José, hubo en Egipto, el país más rico y próspero de la
época, 7 años de abundancia y 7 años de escasez. Los conocidos años de
"vacas gordas y vacas flacas". No se puede
ignorar el hecho de que diversas profecías en las Escrituras apuntan hacia
temas económicos, en los que se refiere a "escasez de alimento", o
tiempos de "hambre". Ahora bien, cómo puede un creyente afrontar una
crisis económica, bien sea personal, familiar, o del país en que uno viva, es
un asunto que las Escrituras plantean la necesidad que tiene el creyente de confiar en Dios.
Por ejemplo, se anima a orar a Dios por aspectos económicos:
Salmo 65:2
Tú oyes la
oración;
A ti vendrá
toda carne.
Orar a Dios
por ayuda
Orar a YHWH,
con sinceridad y fe, exponiendo ante Él nuestros problemas económicos y
financieros es necesario. La tradición religiosa nos ha enseñado que no debemos
orar a Dios para pedir asuntos económicos o cosas materiales, pero esto no es
lo que enseña la Biblia. Jesús nos enseñó en el Sermón del Monte: Pide y se te
dará (Mateo 7:7). ¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué no pedir al Dios Todopoderoso
que nos ayude ahora con nuestros problemas económicos? Uno de los nombres de
Dios es Jehová-jireh, que significa que Jehová proveerá.
Obviamente, se debe hacer todo lo posible por ser un buen trabajador, o persona de negocios. ¿Qué se
requiere para saber negociar? Todos negociamos, bien sea un aumento de sueldo,
un contrato, una licitación, una reestructuración de la deuda, etc. La cuestión
es ¿CÓMO negociar con éxito? Existen hoy en día muchos audiolibros que nos
enseñan cómo negociar con efectividad. Vale la pena invertir tiempo y dinero en
saber tratar a las personas que no sólo estrechan nuestra mano, sino que
también nos pagan, firman cheques a nuestro favor.
Es preciso
además de ser de buen trato interpersonal, trabajador, no metido en chismes, si
queremos retener nuestros empleos o conseguir uno, iniciar un negocio o
conseguir nuevos clientes. Si tenemos nuestra propia empresa o negocio, ofrecer
un producto de calidad, y buscar la excelencia ya no es un añadido, sino
necesario si queremos que sean nuestros productos o servicios los que son
comprados o contratados.
La fidelidad y
diligencia en asuntos económicos y más en tiempos de crisis está
intrínsecamente ligado a lo espiritual. Dios no puede conceder cosas valiosas
como Su favor y sabiduría a quienes no saben manejar estos asuntos. Parece duro
leer palabras como estas, pero es lo que plasma Jesús en sus palabras al decir
que el que es “fiel en lo mínimo (los asuntos económicos), es fiel en lo mucho
(los asuntos espirituales)”.
Jesucristo nos advierte sobre tener dos amos en la vida.
¿Mi amo es el
dinero… O Dios?
No se puede
tener dos amos en la vida. He allí la necesidad de cambiar la visión: ser uno
el amo del dinero, y no ser el dinero nuestro amo. Esa es la visión que plantea
la Biblia: usar el dinero pero no dejarse usar por él.
En la
actualidad, es difícil cambiar la conciencia de escasez a la conciencia de la
abundancia. Negar que la abundancia y la vida abundante aún en estos tiempos de
crisis es posible, sería negar el poder de Dios de proveer y dar cosas buenas.
Que es posible tener casa, carro, negocios prósperos, y una vida mejor para
nuestras familias y para nosotros, es lo que Dios desea darnos, y debemos
luchar por eso. Dice la Biblia en Santiago 1:17:
Toda buena
dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó
las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las
sombras.
Todo mensaje
que niegue el deseo de Dios de ayudar y dar cosas buenas debe ser bien
entendido. Dios desea ayudarnos en estos tiempos, pero no podemos creer que no
vamos a hacer algo al respecto. Ser obedientes, agradecidos, tener fe, ser
humildes, y hacer las cosas con excelencia y honestamente. Está claro que
se requiere mucho más para enfrentar una crisis económica, aparte de las
herramientas propuestas. Pero todo aquel que desea evaluar la veracidad de
estas palabras puede evaluarlo por sí mismo. Estos Principios FUNCIONAN, porque
provienen de Dios.
El dinero es
parte de la vida cotidiana. Y existen Principios Espirituales que rigen el
Dinero. Son Principios Espirituales, expuestos por Dios en las Escrituras,
quien es el “Dador de todo lo bueno” (Santiago 1:17). Existen diversos Principios
Espirituales que rigen el Dinero, por los que Dios se rige con relación al
Dinero, y que muestran cómo podemos ser personas de éxito y prosperidad,
reconociendo, que de Dios proviene todo lo bueno, y que Él es el Dios que
Provee, el Jehová-yiré, cuya bendición enriquece. El conocer, comprender y
aplicar estos Principios le convertirá inexorablemente, en una persona de éxito
económico. Funcionan, porque se basan en la sabiduría divina, y la sabiduría
divina es “más valiosa que el oro”.
La Bendición
de Jehová…
es lo que
enriquece
Proverbios
10:22