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Renovarnos desde HOY

Jesucristo Rey de Reyes neoatierra
Jesucristo
Renovación. Es una palabra que implica la necesidad de hacer nuevo algo que está viejo, que ya perdió vigencia.

Necesariamente, los tiempos demandan una constante renovación. Renovar las relaciones, renovar la forma de pensar, renovar la forma en que nos proyectamos al mundo. Y cualquier área puee requerir en este momento renovación. 

¿Cómo lograrlo?

Una forma de lograrlo a partir de HOY, es renovando nuestra conexión con Jesucristo. Jesús nos invita al amor, a la paz, a la esperanza. Y son esas cosas las que más deseamos en nuestra vida. Sólo que, a veces, olvidamos la esencia del mensaje primigenio de Jesucristo.

Según los evangelios, Jesús siempre se muestra con una plena confianza en el carácter providencial, amoroso y misericordioso de YHWH. Tenía convicción firme en el Padre, sin ningún género de dudas. Se sentía Hijo de Dios. Era Hijo de Dios.

Vale la pena renovarnos, aprendiendo del ejemplo del gran Maestro, Jesús. Jesús, pese a las circunstancias más adversas, no abandonó Su convicción, ni Su amor al Padre y a los suyos. Él se ve siempre aferrado al Padre, que no le abandona, y no cuestiona las vicisitudes, sino que, con la sabiduría y confianza en Dios, las confronta y vence.

Sin duda alguna, necesitamos para renovarnos, aferrarnos a la fe en Dios, pero no desde la perspectiva equivocada. La fe, la que enseñó Jesús, no es un mero consuelo frente a las dificultades, ni un salvavidas que no nos deja ahogarnos en la desesperanza. No se trata de una fe ilusa, ingenua, que no pondera los pros y los contras de una situación.

Recordamos que Jesús enseñó que si teníamos fe del tamaño de un grano de mostaza, moveríamos montañas y las arrojaríamos al mar.

 

Es interesante ver que Jesús no niega la existencia de dicha “montaña”, no la minimiza, ni cree que es imposible de mover. La religiosidad y enseñanzas “cristianas” que a veces escuchamos, nos llevarían a conformarnos, y enseñarnos que dichas circunstancias adversas deben ser aceptadas con resignación como “la voluntad de Dios”.

Jesús nos enseña que se pueden enfrentar las dificultades y contradicciones de la vida, y aún así, tener tranquilidad. Tranquilidad y calma, por la real presencia del Padre celestial.  

Al reencontrarnos con Jesús, renovamos la veracidad de la genuina experiencia de sentir el amor del Padre, ese que tiene los cabellos de nuestras cabezas contados. Las dudas, contradicciones, frustraciones o desilusiones, pueden sobrevenir en nuestra vida, pero el reencuentro con Jesús nos recuerda que la voluntad de Dios es buena, positiva, y llena de cosas valiosas para nuestra vida. Hay lealtad a Dios, y hay confianza, pese a las adversidades, hay triunfo seguro, y eso nos lo enseña Jesús.

Aprovechemos en este día, y acerquémonos a lo que realmente es importante y permanente en nuestras vidas, renovando el poderoso espíritu de fe y esperanza que nos enseñó Jesús. De esa manera, una auténtica y poderosa renovación en nuestra vida comenzará a gestarse.

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