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Faraón de Egipto, el hombre que luchó contra Dios



Cuando Dios mandó a Moisés ir a Egipto, a liberar a Israel de la esclavitud, sabía que no sería una labor fácil. Egipto era la potencia mundial de aquel entonces, de hecho, el mundo no había conocido un reino tan poderoso, próspero y dominante como el egipcio. Además, su ejército era el más avanzado de aquella época, con carros de guerra de sofisticada elaboración, capaces de matar a cualquier enemigo. Egipto contaba con soldados bien adiestrados para enfrentar con éxito cualquier amenaza contra la nación.

Pero Dios, en medio de aquella zarza ardiente, puso claro en la mente de Moisés, cuál sería el verdadero obstáculo que se interpondría en el camino a la libertad de Israel. Sería un hombre. El Faraón de Egipto

Jehová Dios dijo a Moisés (Éxodo 3: 10-12):

Así que disponte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo. 
Pero Moisés le dijo a Dios:
—¿Y quién soy yo para presentarme ante el Faraón y sacar de Egipto a los israelitas? 
Yo estaré contigo —le respondió Dios—.

La respuesta de Moisés a Jehová, indica el conocimiento que tenía Moisés de la clase de persona que era Faraón. Moisés era un pastor de ovejas, y ni siquiera eran suyas, eran las de su suegro. Tenía 80 años, y no hablaba con fluidez, su oratoria, según él, era pésima. Su respuesta a Dios es, en pocas palabras, "¿vas a enviarme a mí, con todo lo que sabes que soy, ante Faraón, el hombre más poderoso del mundo, con todo su poder y pompa, a pedirle que libere a Israel? 

Jehová le asegura a Moisés que no irá solo. Él irá con Moisés.

Pero, en esencia, ¿quién era, realmente Faraón de Egipto?

Faraón
 es el título de los reyes de Egipto. Para los egipcios, el primero fue Narmer, denominado Menes por Manetón, y la última fue Cleopatra VII, de ascendencia helénica, reinando del año 51 al 30 a. C.

La palabra Faraón deriva de la palabra egipcia Per-aa
O1
O29
, que significa "casa grande".


Moisés se había educado en toda la sabiduría y poder egipcios, desde su infancia hasta los 40 años de edad. Era poderoso en sus palabras y hechos, por haber tenido la instrucción directa de la Casa de Faraón. Por esa razón, Moisés sabía que los faraones eran considerados dioses, identificados con la deidad Horushijos del dios Ra. Y al morir los faraones, se unían eternamente con la deidad Osiris y adquirían la inmortalidad y una categoría divina plena, siendo entonces venerados como un dios más en los templos.

El poder del Faraón, estaba simbolizado por símbolos. ¿Qué representaban?
    Archivo:HekaNemesNechacha PioMs.svg
  • El Cetro Heka (a la derecha de la imagen): muestra a Faraón como el pastor que dirige al pueblo. El rey suele aparecer con los brazos cruzados y en cada uno de ellos porta uno de estos símbolos del poder. Reforzaba con ello varios posibles mensajes: "soy el Señor de todas las tierras y rebaños de Egipto", "represento el poder temporal y espiritual". El Heka era un cetro también asociado a Osiris y con grandes poderes mágicos (la palabra Heka significa magia).
  • El Cetro Nejej (a la derecha de la imagen): símbolo del Estado, tenía la forma de un flagelo o mayal. Era muy utilizado en las ceremonias, y aparece con mucha frecuencia asociado al dios Osiris.
  • El Cetro Sejem: utilizado tanto por reyes como por nobles, simbolizaba la fuerza y la energía mágica de su portador.
  • El Nemes (en el centro de la imagen), era de una especie de cofia cubre-pelo de tela, no una corona. Era un tocado que utilizaban frecuentemente los faraones egipcios, en sustitución de las pesadas y voluminosas coronas ya que, a diferencia de éstas, era una pieza ligera y cómoda. Se fijaba a la cabeza además con una diadema que portaba una cobra y un buitre en la frente: el Uraeus, emblema protector de los Faraones, quienes eran los únicos que podían portarla como atributo de realeza. Era también un amuleto.

Faraón de Egipto era más que un rey. Era un dios, respaldado por los dioses de Egipto. Además, él mismo era portador del poder de la magia. Parecía un ser intocable. Invencible.



La respuesta de Faraón a Moisés ante cada petición de liberar a Israel de la esclavitud fue la misma, siempre. Su respuesta, antes, y durante cada una de las plagas fue:


Pero el Faraón respondió:

-¿Quién es Jehová para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.
Éxodo 5:2

Faraón desde un principio, siempre luchó contra Dios, porque nunca estuvo dispuesto a cumplir con la voluntad del Dios de Israel, de liberar a los israelitas de la esclavitud. ¿Cómo hacerlo, si él mismo era un dios? ¿Qué pensaría la gente, su pueblo, sus magos y sacerdotes, su ejército, que el poder de la magia egipcia era ineficaz frente al Dios de Israel?

Sin que ocurriese la primera señal milagrosa, ya Faraón había decidido no liberar a Israel. Faraón era un hombre terco, obcecado, que ante lo que sus ojos miraban, la manifestación del poder divino, del "dedo de Dios", nunca tuvo capacidad de reacción.

¿Qué actitud emocional y espiritual tuvo Faraón al negarse vez tras vez a liberar a Israel? 

La Biblia responde:

Pero yo endureceré el corazón del faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. 

Éxodo 7:3

Faraón tenía un corazón endurecido. Según estas palabras, Dios endurece el corazón de Faraón. ¿Era Jehová el causante de la terquedad de Faraón? No. Faraón ya tenía el corazón endurecido. Antes de que Moisés llegara ante Faraón, ya él era un individuo sin capacidad de razonar, de reaccionar, de asumir la más mínima posibilidad de cambiar su actitud. Otro hombre más tolerante, ante el primer milagro de Moisés, se lo habría pensado, o como solemos decir, lo hubiera "consultado con la almohada", para tomar la mejor decisión en favor de sí mismo y de Egipto.

Cuando se trata de cómo Dios trata y se relaciona con la Humanidad, siempre se tiende a creer que es Dios el responsable o causante de todo lo que tiene que ver con las decisiones humanas. Dios no decide por nadie. Es un principio universal espiritual. Pablo lo escribiría así en su carta a los Gálatas:

Cada uno tiene su propia carga de responsabilidad
Gálatas 6:5

Somos responsables ante nosotros mismos y ante Dios de nuestras decisiones, de nuestras actitudes, de cómo reaccionamos o no lo hacemos frente a las diversas circunstancias, situaciones e ideas a las que nos vemos expuestos. Por ejemplo, hay quien dice que no cree en Dios porque no lo ha visto, o no toma decisiones radicales y urgentes en su vida en vista de los tiempos en los que vivimos, porque necesita certezas, seguridad de no cometer errores.

Así se nos presenta la vida. A Faraón, Dios le mostró su poder, Faraón nunca negó la existencia del Jehová, Todopoderoso, Dios de Israel. Pero luchó contra Él, contra lo que era Su voluntad manifiesta. A quien dice que necesita "pruebas" que le digan que "esta" es la voluntad de Dios para su vida, o que necesita "estar seguro" de que tomar X decisión estará bien, teniendo conocimiento de los hechos, entonces, de una manera sutil, está "luchando" también contra Dios.

Si el error de Faraón fue el ser un hombre terco, enceguecido por su poder, por su supuesta "divinidad", por su orgullo, el no ser capaz de pensar y reaccionar ante las circunstancias que se le presentaban, eso nos deja una gran lección.

¿Se puede luchar contra Dios? Sí, eso hizo Faraón. ¿Cómo evitar caer en ese modelo negativo? No dejarle lugar en nuestro corazón a las posiciones dogmáticas, rígidas, estar dispuesto a cambiar, a adaptarse a los cambios. Lo que antes estaba bien, o aceptado, y la evidencia indica que ya no lo está, debe ser tomada en cuenta. Una persona que hoy en día se niegue tozudamente a ver la realidad de las cosas que suceden, que niegue la evidencia de los tiempos, y diga que necesita más pruebas, ¿no asume acaso la misma actitud de Faraón?        

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