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La Cena del Señor: importancia espiritual

















Y mientras comían, tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, se lo dio a ellos, y dijo: Tomen, esto es mi cuerpo.

Y tomando una copa, después de dar gracias, se la dio a ellos, y todos bebieron de ella.

Marcos 14:22, 23

Jesús hablaba siempre en términos espirituales. Su enseñanza, fresca, renovadora del alma y del espíritu, que buscaba conectar al hombre y la mujer con el Padre, no pretendía instituir ritos o ceremonias. Sabemos que Jesús era la piedra de tropiezo de religiosos, rígidos y moralistas pacatos. Hablaba de ser libres, de tener descanso y alegría en sus vidas. Eso era todo lo contrario a lo que los fariseos y religiosos querían mostrar a otros.

Las palabras de Jesús aún conservan un sabor intacto y perenne. Jesús, en la última cena, quería que sus apóstoles entendieran una cosa muy importante: Que Él nunca nos abandona. Hay bendición y gracia divina en nuestras vidas, por medio de Jesús. Está, instalado en el corazón de todo ser humano, "de todo ser, humano", de cualquier creencia, raza o nación, para iluminar la Verdad y la Rectitud. Y esta realidad del Espíritu de Jesús en el corazón humano es como un alimento que hace crecer, a quien se conduce por Él hacia la vida eterna. 

La Cena del Señor no se celebró en un edificio majestuoso. No fue en ningún templo, ni en ningún local sacralizado. No hubo vestiduras santas, ni fue oficiado por nadie. Jesús estaba como uno más entre ellos. Les llama “amigos”, y les invita a que no busquen ser servidos, sino servir. 

Se ha desvirtuado el sentido que el Maestro Jesús el Cristo quiso imprimir a la Cena del Señor. No se trataría de un ritual, en el que la gente volviera a ser encadenada espiritualmente. Era una celebración de libertad, de comunión con el Padre y con otros. Hay hermandad, unión y alegría, y eso era lo que quería Jesús.


Existe una realidad espiritual: la presencia divina de Jesús y del Padre en el corazón de todo creyente. Hay creyentes que sólo se centran en qué día celebrar la Cena, si es vino o jugo de uvas lo que se toma, o si el pan debe ser pan ácimo. 

Jesús quería libertad, libertad del espíritu para amar al Padre, para amarse unos a otros, para vivir una experiencia individual de amor y tocar al corazón del Padre. Debe ser individual, porque la experiencia espiritual es para Jesús una cuestión de cada hombre y mujer. Y porque para Él, cada cual tiene que buscar su expresión a través de la búsqueda incansable de Dios y lo divino en cada uno de nosotr@s. 
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