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Sabiduría para tomar buenas decisiones

Con las exigencias de cada día, sabemos muy bien que necesitamos sabiduría para cada momento y circunstancia, por lo que debemos buscarla constantemente. David obtuvo sabiduría al tener íntima relación con Dios cuando oraba y alababa en los campos, al cuidar de las ovejas de su padre. Y Salomón obtuvo sabiduría al observar la naturaleza y lo que ocurría en la tierra. Todos podemos obtener sabiduría a través de la oración y de la observación, y a través del estudio y la meditación de las Escrituras. Porque la necesitaremos para escoger siempre. Para tomar buenas decisiones. Nunca se debe subestimar ni la más pequeña decisión que debamos tomar, porque puede ser el inicio del cambio en nuestra vida.

Muchas veces vemos a nuestra familia y nos preguntamos si hemos tomado las decisiones correctas, porque queremos lo mejor para nuestros hijos y nietos, pero a veces no tenemos claro qué es lo que realmente nos conviene. Nuestras decisiones implican lo que seleccionamos para la vida. Eso que escogemos determina la dirección  de nuestras acciones presentes y futuras. Si lo analizamos, tus decisiones determinan tu destino.

Por ejemplo, Pedro decidió dejar las redes y seguir a Jesús. La Reina Ester decidió ponerse en favor de los judíos. O la mujer cuya hija estaba terriblemente enferma decidió buscar a Jesús y perseverar en obtener su ayuda. Los resultados de tales decisiones los conocemos en las Escrituras.

La sabiduría implica aprender a acortar el tiempo entre lo que sabemos y lo que hacemos. Hay una relación directa entre el conocimiento y la acción, pero solo depende de nosotros hacer que ese vínculo sea productivo. Todos pueden opinar, pero es la opinión de Dios la que cuenta. Así que, si uno se esfuerza por escucharlo y hacer lo que pide. El éxito de lo que emprendas depende de ello. Buscar a Dios, al éxito y nuestras decisiones nos llevarán a hallar el bien.

Es por eso que cuando murió Moisés, Dios le dijo a Josué que no se apartara de la ley, que la meditara día y noche, y que la compartiera. En Su Palabra está la sabiduría que necesitamos para lograr el éxito. Ponerla en práctica es la mejor decisión.

La sabiduría debe demostrarse con hechos, no con palabras. Por eso, está ligada a las decisiones, porque sabio es quien obra bien, no solo quien habla bien. Hay que predicar con hechos. Cierto hombre de fe dijo: “La diferencia entre tú y otro hombre es la acción”. Todos tenemos teorías y opiniones, pero la madurez y sabiduría se prueba a través de los hechos.

Tomamos muchas decisiones, pero hay tres que son vitales. La primera es tomar la decisión de ser exitoso, porque el éxito es el galardón que se obtiene por logros y acciones, no por simplemente pensar, orar o hablar. 

La segunda decisión es la de crecer. Crecer, ser mejor, más productivo, añadir más a la mejoría en cada cosa que hacemos. 

La tercera decisión importante es escoger las alianzas correctas. Rodéese de personas en quienes pueda confiar, ¿quiénes serán? Relaciónese con las personas en quienes puede sembrar una buena semilla porque son tierra fértil. ¿Para qué desperdiciar semilla en gente que no puede aprovecharla? Luego, podría preguntarse porqué no ve la cosecha, y será porque sembró su semilla en tierra seca. Tome la sabia decisión de rodearse de gente con quienes pueda construir algo bueno y productivo. Y dé a Dios el primer lugar porque nadie multiplicará sus semillas mejor que Él.


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