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Job, un modelo de superar el sufrimiento

En este momento, muchas personas sufren. Por problemas de salud, económicos, familiares, o de cualquier otro tipo.

Se reconoce que no se puede quedar una persona sufriendo eternamente. Por algo dice un refrán popular que "no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista", refiriéndose al hecho de que, no importa en qué momento sea, el problema que enfrentamos, se acaba.

En ese sentido, es útil reflexionar en el ejemplo de Job. Son varias las cosas que vivió Job. Fue un hombre que, de repente, perdió a todos sus hijos, y todo lo que tenía. Quedó solo, enfermo, tratando de entender cómo fue que su vida se vino abajo. 

En un momento dado, se le acercan 3 amigos, primero, para acompañarle en silencio. Con él permanecen siete días y siete noches en silencio total. Estaban con él, para "ayudarle".

Profundicemos en algunos detalles.

Los amigos de Job eran 3: Elifaz, Bildad y Zofar.
Son 3 personajes que ven a Job por 7 días sin emitir ningún sonido. No dicen nada.

Pero, cuando al cabo de siete días comienzan a hablar, intentan elaborar una teoría que explique qué le pasó a Job. El destino del amigo confirma para ellos su ideología: sólo el culpable sufre desgracias. Job, por tanto, debe indagar en qué se ha hecho culpable.

Y cuando hablan, lo hacen cuestionando a Job, culpándole de TODO lo que le había pasado.

No lo consolaron.
No lo ayudaron.
No le dieron el beneficio de la duda.

¿Quién necesita amigos así? El único personaje que realmente sintonizó con el dolor de Job fue Elihú. Sabio, prudente, con argumentos bien ponderados, ayuda a Job a empezar a salir de ese túnel de decepción y amargura.

Porque, admitámoslo, Job es un arquetipo, un modelo. Nos identificamos con Job cuando pasamos por problemas y adversidades.

Es más, Job nos ha sido puesto como ejemplo de un bueno que sufre.

¿Es el sufrir "bueno" en sí mismo?

Asumamos que el sufrimiento es el efecto de una causa: el mal heredado por el pecado de Adán.

Causa = Efecto


El modelo de Job es el del hombre que sabe encarar el sufrimiento. Nosotros, igual que Job, gritamos a Dios como Padre nuestro cuando nos sobreviene, una enfermedad incurable, cuando nuestro proyecto de vida se viene abajo o cuando se nos arrebata un ser querido. Invocamos al Padre cuando dejamos de comprender nuestra vida.


Job no comete el error de maldecir a Dios, como lo plantea su esposa (la misma con la que tiene otros 10 hijos posterior a sus pruebas). Tampoco culpa a la esposa, a sus hijos, no culpa a nadie (distinto a Adán y al 99,99% de los mortales que nunca asume la responsabilidad por sus actos). Aguanta el habla insidiosa y tortuosa de Elifaz, Bildad y Zofar.
Y sencillamente, no reniega de Dios.

Porque, siendo claros, ¿cuánta gente reniega de Dios, hasta estando en estado de prosperidad y abundancia, salud, buena familia, etc? Para muchos, al aparecer el mal y el sufrimiento, lo más fácil es culpar a Dios y renegar de Él, hasta por cosas buenas.

¿Por qué culpar a Dios por lo malo?

¿Por qué necesariamente culpar al Tentador por el sufrimiento?

Job fue un hombre que no renegó de Dios, no perdió la fe en Él, y tuvo el VALOR de retractarse de sus errores y hacer que su sufrimiento obrara para bien. 

Tal vez a eso le llamen alquimia emocional, el poder de cambiar el mal por el bien, o es sencillamente un asunto de la calidad de la fe en Dios. Fe para ver el arcoiris después de la tormenta, fe para creer que a pesar del sufrimiento, hay un mañana maravilloso esperándolo a uno, si se sabe atravesar el dolor del sufrimiento con fe en el amor de Dios.

Job no eligió vivir todas sus amargas experiencias. Pero sí eligió tener fe y perseverar en ella. Eligió día a día, mañana a mañana, noche a noche, hacer valer su fe. Usar su fe.
Pudo haberse amargado, resentido, suicidado, darse por vencido. Pero tuvo fe y esperanza en Dios. Y quien elige eso, no está eligiendo sufrir, sino ser feliz. Vive mejor quien se aferra a Dios y sabe que al tiempo de Dios recibirá lo mejor (no es ilusión de "paraísos", es la vida real del aquí y ahora).

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