¿Qué sucede cuando una persona es poseída por un espíritu maligno?
Jesús expulsaba demonios. Fue uno de los milagros más impactantes que realizó a lo largo de su ministerio.
La posesión por espíritus malignos de una persona es el control e influencia que hace que una persona esté dominada a un espíritu invisible. En tiempos de Jesús, estas personas se veían afectadas de diversas maneras: algunos quedaban mudos, otros padecían ceguera o actuaban como si estuviesen locos, y algunos poseían una fuerza sobrehumana. Todos eran maltratados de forma perversa por estos tiranos invisibles. Entre sus víctimas había hombres, mujeres y niños. Cuando Jesús expulsaba al demonio, la persona volvía a un estado mental normal y sano.
De las varias expulsiones de posesiones demoníacas que realizó Jesús, y que registran los Evangelios como muestra del poder de Jesús sobre estos seres, en Lucas 8 se relata la historia de un hombre, que estaba poseído por varios espíritus malignos, autodenominados Legión.
Indica el relato de Lucas 8:26-39
Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está al lado opuesto de Galilea. Y llegando Él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad que tenía demonios por ya mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.
Éste, cuando vio a Jesús, dio voces, y postrándose delante de Él, dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre; pues hacía mucho tiempo que le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; pero rompiendo las cadenas, era arrastrado por el demonio a los desiertos.)
Y Jesús le preguntó, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.
Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.
Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó por un despeñadero en el lago, y se ahogó.
Y cuando los que los apacentaban, vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos.
Y salieron a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús; vestido, y en su juicio cabal, y tuvieron miedo.
Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado.
Entonces toda la multitud de la tierra de los gadarenos alrededor, le rogó que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y Él, subiendo en la barca, se volvió.
Y aquel hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiese estar con Él; mas Jesús le despidió, diciendo:
Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
La posesión por espíritus malignos de una persona es el control e influencia que hace que una persona esté dominada a un espíritu invisible. En tiempos de Jesús, estas personas se veían afectadas de diversas maneras: algunos quedaban mudos, otros padecían ceguera o actuaban como si estuviesen locos, y algunos poseían una fuerza sobrehumana. Todos eran maltratados de forma perversa por estos tiranos invisibles. Entre sus víctimas había hombres, mujeres y niños. Cuando Jesús expulsaba al demonio, la persona volvía a un estado mental normal y sano.
De las varias expulsiones de posesiones demoníacas que realizó Jesús, y que registran los Evangelios como muestra del poder de Jesús sobre estos seres, en Lucas 8 se relata la historia de un hombre, que estaba poseído por varios espíritus malignos, autodenominados Legión.
Indica el relato de Lucas 8:26-39
Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está al lado opuesto de Galilea. Y llegando Él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad que tenía demonios por ya mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.
Éste, cuando vio a Jesús, dio voces, y postrándose delante de Él, dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre; pues hacía mucho tiempo que le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; pero rompiendo las cadenas, era arrastrado por el demonio a los desiertos.)
Y Jesús le preguntó, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.
Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.
Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó por un despeñadero en el lago, y se ahogó.
Y cuando los que los apacentaban, vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos.
Y salieron a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús; vestido, y en su juicio cabal, y tuvieron miedo.
Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado.
Entonces toda la multitud de la tierra de los gadarenos alrededor, le rogó que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y Él, subiendo en la barca, se volvió.
Y aquel hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiese estar con Él; mas Jesús le despidió, diciendo:
Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
Lucas 8:26-39
En el relato se muestra que el hombre poseído buscó a Jesús, Jesús no lo buscó a él. Notemos que cae ante Jesús, grita y clama con voz fuerte:
“¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes”
Evidentemente estos seres sabían muy bien quién era Jesús. Le reconocieron su condición de Hijo de Dios. Y rogaron no ser atormentados por Cristo.
Al ser liberado este hombre de semejante suplicio, dice la Biblia que llegó a estar "en su cabal juicio". ¿Significa que estaba loco o demente mientras estaba poseído?
Relacionando este punto con otras manifestaciones de posesión demoníaca, donde las personas estaban mudas o sordas, y quedaban sanas de poder hablar y escuchar tras ser liberadas, entonces cabe la pregunta: ¿realmente qué sucede cuando una persona es poseída por un demonio?
Los demonios son seres espirituales. Son espíritus. Ellos, antes de entrar en posesión de una persona, parece que generan una especie de concentración de energía que les permite condensarse en una forma de energía equivalente a la energía emanada por la actividad electroquímica del cerebro. El cerebro es, recordemos, el centro de mando y control de nuestro cuerpo. Quien escucha o habla, o camina, lo hace por medio de las instrucciones emanadas del cerebro, ejecutadas por los diversos órganos.
Estos demonios entran entonces en posesión demoníaca de una persona por medio de convertirse a sí mismos en formas de energía equivalentes a la zona del cerebro que van a poseer. Por ejemplo, en el caso de los que quedaban sordos, entonces la zona del cerebro o funciones cerebrales controladas son las vinculadas con la audición. Y si una persona quedaba muda, sin capacidad de hablar, sin que anteriormente su aparato de la fonación estuviese afectado, entonces las zonas del cerebro que estaban controladas por el espíritu maligno eran las relacionadas con las áreas del lenguaje, en el hemisferio cerebral izquierdo.
En el caso de este hombre endemoniado, vemos que recupera el juicio, o la capacidad de pensar coherente y racionalmente por sí mismo. Los demonios que bajo el nombre Legión le tenían poseído, entonces ocupaban las zonas del cerebro prefrontal, las encargadas de pensar, con capacidad crítica y raciocinio, siendo conscientes de la realidad. La realidad percibida por este hombre, era la que en su mente le impulsaban estos espíritus. Es como si él viera en su mente continuamente una especie de película mental, pero no inducida por su propia percepción, sino la que dictaban los demonios que le tenían poseído.
Ciertamente podemos dar gracias a YHWH por hacernos comprender estas cosas, y darnos la confianza de que en estos tiempos, estamos protegidos por Aquel que derrotó a estas huestes demoníacas en los Cielos, el vencedor Arcángel Miguel.
Al ser liberado este hombre de semejante suplicio, dice la Biblia que llegó a estar "en su cabal juicio". ¿Significa que estaba loco o demente mientras estaba poseído?
Relacionando este punto con otras manifestaciones de posesión demoníaca, donde las personas estaban mudas o sordas, y quedaban sanas de poder hablar y escuchar tras ser liberadas, entonces cabe la pregunta: ¿realmente qué sucede cuando una persona es poseída por un demonio?
Los demonios son seres espirituales. Son espíritus. Ellos, antes de entrar en posesión de una persona, parece que generan una especie de concentración de energía que les permite condensarse en una forma de energía equivalente a la energía emanada por la actividad electroquímica del cerebro. El cerebro es, recordemos, el centro de mando y control de nuestro cuerpo. Quien escucha o habla, o camina, lo hace por medio de las instrucciones emanadas del cerebro, ejecutadas por los diversos órganos.
Estos demonios entran entonces en posesión demoníaca de una persona por medio de convertirse a sí mismos en formas de energía equivalentes a la zona del cerebro que van a poseer. Por ejemplo, en el caso de los que quedaban sordos, entonces la zona del cerebro o funciones cerebrales controladas son las vinculadas con la audición. Y si una persona quedaba muda, sin capacidad de hablar, sin que anteriormente su aparato de la fonación estuviese afectado, entonces las zonas del cerebro que estaban controladas por el espíritu maligno eran las relacionadas con las áreas del lenguaje, en el hemisferio cerebral izquierdo.
En el caso de este hombre endemoniado, vemos que recupera el juicio, o la capacidad de pensar coherente y racionalmente por sí mismo. Los demonios que bajo el nombre Legión le tenían poseído, entonces ocupaban las zonas del cerebro prefrontal, las encargadas de pensar, con capacidad crítica y raciocinio, siendo conscientes de la realidad. La realidad percibida por este hombre, era la que en su mente le impulsaban estos espíritus. Es como si él viera en su mente continuamente una especie de película mental, pero no inducida por su propia percepción, sino la que dictaban los demonios que le tenían poseído.
Ciertamente podemos dar gracias a YHWH por hacernos comprender estas cosas, y darnos la confianza de que en estos tiempos, estamos protegidos por Aquel que derrotó a estas huestes demoníacas en los Cielos, el vencedor Arcángel Miguel.