Mensaje para HOY: No preocuparse por NADA
Al leer estas
palabras, pareciera que se trata de una verdadera hazaña. La pregunta obligada
es si acaso es POSIBLE realmente, no preocuparse por NADA.
Jesús, al
pronunciar Su Sermón del Monte, dio recomendaciones prácticas sobre aquello que
precisamente nos PREOCUPA. Por ejemplo, leemos:
Por lo tanto
les digo: No se preocupen por su vida,
ni por qué comerán o qué beberán; ni con
qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el
cuerpo más que el vestido? 26 Miren las aves del cielo, que no siembran, ni
cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no
valen ustedes mucho más que ellas? 27 ¿Y
quién de ustedes, por mucho que lo intente, puede añadir medio metro a su vida?
28 ¿Y por qué se preocupan por el
vestido? Observen cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan,
29 y aun así ni el mismo Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de
ellos. 30 Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana
se echa en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? 31 Por
lo tanto, no se preocupen ni se
pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” 32 Porque la
gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen
necesidad de todas estas cosas. 33 Por lo tanto, busquen primeramente el reino
de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
34 »Así que,
no se preocupen por el día de mañana,
porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Ya bastante tiene cada
día con su propio mal!
Mateo
6:25-34
En el siglo I,
el calibre de las preocupaciones que tenía la gente, comparado con nuestros
tiempos, no es igual. Y dependiendo del país en el que vivamos, nos enfrentamos
a circunstancias definidas que preocupan. Pero asuntos como el sustento diario,
el trabajo, la salud, el costo de la vida, la familia, la seguridad, preocupan,
no importa el país en el que vivamos. Sin embargo,
si ponemos el punto focal de atención en las palabras de Jesús, Él explica
razones por las cuales NO PREOCUPARSE. Una razón es que la vida vale más que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido. Cierto. Y que las aves del cielo, que
no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las
alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?
El Padre
celestial alimenta a las aves, aunque no trabajen por el alimento como sí
debemos hacerlo nosotr@s. Valemos mucho más que las aves, pues
para el Padre somos hijos e hijas, seres amados y sustentados por Él.
Nuestra valía
ante los ojos de Dios, Su amor por nosotros y Su poder, nos aseguran el
sustento. Sin embargo, siendo realistas, a veces no nos es tan fácil tener fe
en ese poder sustentador del Padre. Jesús no ignoraba este hecho, sin embargo,
instó a tener una actitud general y resolución de NO PREOCUPARSE. Vivir en afán,
ansiedad, angustia, incertidumbre, en suma, vivir PREOCUPADO, tiene efecto
negativo para nuestra salud mental, emocional y espiritual. Hay una dinámica
espiritual más grande y mayor de lo que podemos percibir. Existe la necesidad
de entender que somos capaces de generar una nueva mentalidad. No vivir en
ansiedad y preocupación, y sí, procurar vivir en fe y confianza.
Ello no
significa que sea bueno eliminar esa presión positiva que nos impulsa hacia
adelante. La persona preocupada es diferente a la persona enfocada en el éxito,
en que le irá bien. En que tendrá éxito. La
preocupación y la ansiedad por el sustento, refuerza ese ciclo negativo de
escasez y necesidad. Pareciera que mientras más nos preocupamos, más razones
que justifican nuestra preocupación surgen. Ello desactiva nuestro potencial de
buscar mejoras y bienestar en nuestra vida.
Jesús nos
habla de las aves, los lirios del campo, nos hace mirar a la naturaleza. Y la
naturaleza es regida por Dios. La invitación a no preocuparnos nos aconseja a
poner nuestra vida en manos de Dios, poniendo de nuestra parte el mayor
esfuerzo positivo para tener éxito en procurar nuestro sustento. La oración
surge como un vínculo de enlace con Dios. Podemos escoger: preocuparnos u orar.
Generar esa energía negativa de preocupación y ansiedad, o podemos orar. La oración nos conecta con fuerza divina, y hace que las cosas fluyan en una mejor dirección.
Se trata de probar. Intentar cada día preocuparnos menos, y orar y confiar más en Dios.