Orar con los Salmos
Los Salmos
fueron escritos por inspiración divina. Reflejan la expresión de emociones, sentimientos,
experiencias y reflexiones más nobles del ser humano. Cada Salmo constituye un
canal de conexión del hombre con el Padre, y a la vez -y en sentido inverso- un
canal único a través del cual se revela para el hombre una energía específica,
una gama de posibilidades espirituales desde lo Alto, energía que es inherente
a cada Salmo y propia de él.
A diferencia
de los otros libros de las Escrituras, en los que es Dios quien le habla al ser
humano, en los Salmos es el hombre mismo quien habla. Expresa sus pensamientos
y sus sentimientos, para pedirle a Dios misericordia y para alabarlo. También,
se considera que los Salmos son un excelente soporte para orar, para
estructurar nuestros pensamientos y acercarnos a YHWH.
El rey David,
por ejemplo, escribió Salmos en distintos momentos de su vida: algunos, en
tiempos difíciles –en lo material y en lo espiritual–, otros, en tiempos
mejores; algunos, cuando era perseguido por quienes querían matarlo y debía
deambular de lugar en lugar o vivir en los desiertos, otros, cuando Dios lo
liberaba de sus enemigos. Gracias a los Salmos, el rey David, con sus virtudes
y defectos, tuvo el mérito de llegar a un acercamiento a Dios inigualable.
Es por ello
que este libro tiene el poder de despertar en toda persona el anhelo y el ansia
por sentir un gran apego a Dios, y también ayuda a la persona a obtener
inspiración y motivación al encontrar apoyo y seguridad en Él. En cualquier
situación en que la persona se encuentre, ella puede abrir el Libro de los
Salmos, y encontrar un Salmo con el que puede sentirse identificada según la
época que está viviendo, ya sea en momentos de alegría y felicidad, en momentos
de tristeza y dolor, o en momentos de necesidad y pedido.
Es por eso que
muchas personas acostumbran recitar los Salmos para que Dios las bendiga con
buena salud, para que les envíe un sustento digno o para pedir por cualquier
otra necesidad personal y, también, para ayudar a la elevación del alma en
momentos angustiantes.
En cuanto a la
temática, los Salmos pueden ser divididos en varias categorías generales: hay Salmos
de rezo y súplica; de alabanza y agradecimiento a Dios por Sus milagros y Sus
actos de benevolencia; salmos de consuelo; de victoria; y también salmos de
tristeza y lamento. Hay salmos de alabanza por la Ley de Dios. También, hay
Salmos que destacan el sentirse protegido de los enemigos, sintiéndose elevado
por la confianza en Dios y Su cercanía. También hay Salmos que contienen buenos
consejos y enseñanzas de ética y moral.
En muchos Salmos,
el rey David le pide a Dios que lo salve del enemigos. Algunos comentaristas
explican que este enemigo puede ser una nación que luchaba contra Israel, una
persona del pueblo de Israel que se levanta en contra de David, o también el
enemigo que se encuentra dentro del corazón de la persona. Puede ser el
instinto del mal, que intenta constantemente desviar a David del camino de
Dios.
Los Salmos
fueron destacados por Jesús. Él los usó durante su ministerio, y fueron
explicados y aplicados por Jesús como letra divina que se hacía realidad. Por
ejemplo, antes de su muerte, citó del Salmo 22:1 al exclamar: “Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46; Marcos 15:34) Cuando exhaló su
último suspiro, citó el Salmo 31:5 al decir: “Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu” (Lucas 23:46) Como también había predicho el salmista, no se
quebró ninguno de sus huesos (Salmos 34:20; Juan 19:33, 36).
Podemos usar
las ideas espirituales, conceptos, o emociones que expresan los Salmos al orar. Citarlos, leerlos constantemente puede mantener nuestra mente en sintonía con los elevados valores espirituales que expresan los Salmos.