Samuel, profeta de Dios
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Ciertamente es una perspectiva que ofecen profetas como Jeremías o Elías. Pero, en el caso de Samuel, es completamente diferente.
Samuel es hijo de Ana, quien pide en oración un hijo varón, que ofrece a Dios para servicio en el tabernáculo. Ana es fiel a su promesa, y desde los 5 años, Samuel es llevado a servir en adoración a Dios. Es un muchacho presto, dispuesto al servicio. Samuel no buscaba fama, dinero o poder. Sencillamente, estaba ocupado en servicio a Dios. De manera solemne, sagrada, se ocupa de sus deberes.
Samuel manifiesta un concepto sobre YHWH muy particular. Para él, Dios no es una mera idea, una abstracción, lo que representan los dogmas de la religión y servicios. Dios era una realidad, una personalidad, un ser que se ocupaba muy de cerca de los hombres y mujeres.
Samuel pudo haber tomado del mal ejemplo de Ofni y Finees, los corruptos hijos del sumo sacerdote Elí. Llama la atención el heho de que no se escudó en el mal ejemplo de otros por encima de él para tratar su lugar en el servicio a Dios como algo sin importancia. No importaba cómo otros actuaran. Él rendiría servicio a Dios con honor y devoción.
Samuel es convocado a ser profeta en circunstancias muy singulares:
Y el joven Samuel ministraba a Jehová delante de Elí; y la palabra de Jehová era rara en aquellos días; pues no había visión manifiesta.
1Sa 3:1
Una noche, Samuel duerme, al igual que Elí. La lámpara de Dios aún ardía, estaba encendida. A Samuel lo llaman 3 veces por su nombre, y cree que es Elí quien le llama. La tercera vez, Elí discierne que es YHWH quien llama a Samuel.
Elí dijo a Samuel: “Ve, acuéstate, y tiene que suceder que, si Él te llama, tienes que decir: ‘Habla, YHWH, porque tu siervo está escuchando”. Así que Samuel se fue y se acostó en su lugar. Samuel no había conocido a Dios, no había sido consciente de su forma de comunicarse con los hombres en una forma sobrenatural, y nunca se le había ocurrido que tal cosa podría suceder en su caso. Pero Elí sabía que tales comunicaciones se realizan a veces por Dios. Samuel es invitado a tomar la actitud de receptividad sencilla, y humildemente invitar a Dios a pronunciar su mensaje.
Hay rasgos del carácter de Samuel que se manifiestan. Se levanta fácilmente a escuchar la voz de Dios, a pesar de lo que cuesta pararse de la cama en la madrugada. Samuel demuestra disciplina, se levanta de madrugada a cumplir con su trabajo. También es receptivo al mensaje divino, no lo cuestiona, no lo juzga, está dispuesto a escuchar a Dios.
La historia de Samuel como profeta demuestra que no hay méritos "humanos" que nos posicionen ante Dios. Es Él quien manifiesta cómo darse a conocer, dar Su mensaje para nuestra vida.
Muchas veces esperamos que Dios nos hable a través de figuras "acreditadas", aquellas que se muestran como "profetas" de Dios. Hay quienes se regodean en títulos, posiciones y cargos en sus organizaciones religiosas, y se supone que ello les califica para ser "portavoz" de Dios en la Tierra.
Es peligroso ignorar la historia que las Escrituras nos indican al respecto. Se debe considerar con discernimiento quién habla en "nombre" de Dios, y confrontar con las Escrituras la validez de sus declaraciones. Samuel en este sentido, nos muestra un historial de fe y de apegarse a lo que Dios comunicaba, fuera popular o no, tocara intereses de poderosos o no. En resumen, lo que verdaderamente cuenta es aquello que realmente provenga de YHWH y sea de veracidad y bien para nuestras vidas.