Cómo los apóstoles buscaron la guía y dirección de Jehová
Jesucristo prometió enviar a Sus apóstoles y a Sus seguidores el "espíritu santo, el espíritu de la verdad, que les enseñaría y recordaría" todas las cosas que Él les había enseñado y que ellos necesitaban saber.
Realmente necesitaban ese espíritu santo, que les enseñara "todas las cosas"? (Juan 14:26).
En cierta ocasión, el Maestro habló de ser un "odre nuevo" que recibiera el vino nuevo. El ser un "odre nuevo", requería tener un estado mental, emocional y espiritual de estar abiertos, receptivos, listos para aprender lo que Dios quería enseñar, esa nueva enseñanza fresca, llena de gozo, paz y bendición que Él, el Padre, por medio del espíritu santo les daría, introduciendo a hombres y mujeres en una condición de hijos e hijas de Dios (Mateo 9:17). Por supuesto, los apóstoles necesitaban ser odres nuevos que recibieran el vino nuevo, y así el espíritu santo les guiaría y les enseñaría todas las cosas.
Por supuesto, en estos tiempos, tomamos como punto de referencia a los apóstoles como personas inspiradas por espíritu santo, quienes recibían de Dios la respuesta clara, oportuna y directa a cuestiones y asuntos que requerían resolverse. En la actualidad, también tenemos necesidad de buscar la guía y dirección de Jehová y recibirla, a fin de tener claridad sobre la verdad. Para un creyente, el saber la verdad es un asunto fundamental en su relación con Dios, puesto que la adoración que el Padre acepta y busca es aquella que es en "espíritu y verdad". ¿Notó que ambas están conectadas? Sin el espíritu de Dios, no se accede a conocer la verdad, y la verdad sólo es posible por el espíritu de Dios (Juan 4:22-24).
Ahora bien, los apóstoles, y esto lo narra el relato de Lucas de Hechos de los Apóstoles, tuvieron necesidad de saber cuál era la verdad, cuál era la dirección de Jehová sobre diversos asuntos. Hubo uno de ellos que nos muestra el cómo lo hicieron. El cómo buscar la guía y dirección de Jehová.
En el capítulo 15 de Hechos de los Apóstoles hallamos la respuesta del cómo buscaron y recibieron la guía y dirección de Dios, y su ejemplo nos enseña el cómo en estos tiempos podemos buscar la guía y dirección de Jehová para saber la verdad.
Antes del inicio del capítulo 15 del libro de Hechos, hay una frase que nos da a conocer cómo estaba actuando Dios en aquellos tiempos, que está en Hechos 14:27:
Cuando llegaron (Pablo y Bernabé),
reunieron a la iglesia (en Antioquía de Siria)
y narraron las grandes cosas
que Dios había hecho con ellos,
y cómo había abierto la puerta de la fe
para que los no judíos
entraran por ella.
Pablo y Bernabé llegan a Antioquía de Siria, culminando su primer viaje misional. Narraban cómo de manera impresionante el mensaje de Jesús había llegado a los corazones de las personas. Hombres y mujeres no judíos, por primera vez, se hacían creyentes y Dios llegaba a ser su Padre. Eran "cosas grandes", pues Dios había abierto la puerta de la fe. Esta puerta de la fe permitía acceso al Padre, y que el espíritu de la verdad por vez primera estuviera disponible para personas que no eran judías. Dios mostraba Su misericordia, y de eso eran testigos Pablo y Bernabé. Obviamente, era causa de gran alegría para los creyentes de Antioquía de Siria.
Pero, pronto, ese espíritu de gozo y unidad se vería empañado. De Judea, llegaron a Antioquía de Siria, un grupo de "creyentes", fariseos que ahora eran cristianos. Enseñaban que los no judíos que llegaban a ser creyentes, tenían que circuncidarse "según el rito de Moisés" sino, no podían ser salvos. Pablo y Bernabé, al escuchar aquello, iniciaron una fuerte discusión con ellos.
Veamos:
Antes de que llegaran los "cristianos" fariseos, todos en Antioquía de Siria, tenían claro que Dios aprobaba y bendecía a los no judíos que se hicieron creyentes. ¿Había Dios dicho que tenían que circuncidarse los gentiles o paganos como requisito para ser salvos por medio de la sangre de Jesucristo?
No, el requisito era la fe en el sacrificio de Jesús, el Cordero de Dios. Y esa fe tenía la puerta abierta, Jehová la había abierto. Nunca Dios dijo que había que seguir ningún rito o tradición, como el de la circuncisión.
El problema eran los "cristianos" fariseos. Ellos, que verdaderamente seguían siendo, de hecho, fariseos, aferrados a sus creencias, tradiciones y costumbres religiosas, y que no habían llegado a ejercer fe realmente en Cristo Jesús. En estos tiempos vemos algo similar. Existen personas que afirman ser creyentes, tener fe en Jesucristo, pero sus palabras, acciones y enseñanzas están más acorde con sus creencias religiosas, sus tradiciones y opiniones personales. Se aferran a sus tradiciones y enseñanzas como si vinieran de Dios, pero, ¿de veras es lo que Dios enseña?
Hoy en día, hay gente que se aferra a fechas, a tradiciones, a creencias, a puntos de vista que enseñan las diversas religiones e iglesias "cristianas". Y son esas enseñanzas y creencias su dios. Pero, ¿qué enseña ese espíritu de la verdad? ¿Hay que creer ciegamente lo que diga una religión por el simple hecho de que use la Biblia o diga que tiene "autoridad" para enseñar en el nombre de Jehová o Jesucristo? ¿Qué hicieron los apóstoles?
Los apóstoles, en esta situación, buscaron la guía y dirección divina. Pablo, Bernabé, y los farisaicos, fueron a Jerusalén, y cada cual expuso sus argumentos. En nuestras versiones de las Escrituras, se habla de que "discutieron" y que hubo "mucha discusión". En el griego original, la palabra que se usa es suzetesis, que transmite la idea de argumentos y contraargumentos.
Definitivamente, vemos aquí una situación que conocemos y vemos en estos tiempos. Hay quienes, sobre un asunto, dan argumentos y otros dan argumentos contra los argumentos anteriores, y... ¿qué queda? Una larga espiral de "argumentos", pero la sustancia, el sonido de la verdad no aparece. Sí, hay personas que son como los fariseos "cristianos", que ciega y tercamente insisten en que su versión de los asuntos "es la verdad", estos son el peor obstáculo para que se difunda y se establezca la pura, cristalina y clara verdad que sí enseñan las Escrituras.
El apóstol Pedro señaló un punto de atención en aquella discusión en Jerusalén:
¿Qué dice la evidencia sobre cómo Dios actúa? Pedro dijo en resumen que Dios "que conoce los corazones, confirmó y les dio el espíritu santo, a los gentiles lo mismo que a nosotros (los judíos). Dios no hizo ninguna diferencia entre ellos y nosotros (los judíos), sino que por la fe purificó sus corazones. Entonces, ¿por qué poner a prueba a Dios, al imponer sobre los discípulos (no judíos) una carga que ni los judíos hemos podido llevar? Lo que creemos es que, por la bondad del Señor Jesús, seremos salvos lo mismo que ellos" (Hechos 15:8-11).
Era claro que Dios aceptaba a las personas sin circuncisión. Y punto.
El asunto es: ¿qué dicen las Escrituras sobre el asunto? ¿Qué ha mostrado la evidencia al respecto? Porque, a quien le interesa saber la verdad, de poco o nada le sirven los argumentos religiosos, ni las tradiciones de otros que están gastadas y que evidentemente son falsas, pues la evidencia, los hechos hablan por sí mismos.
¿Vale la pena aferrarse a una creencia o enseñanza que supuestamente enseñan las Escrituras si la evidencia que muestra la propia Biblia dice lo contrario?
¿A quién creer?
¿A los que prefieren la tradición y el error o confiar en el testimonio de las Escrituras?
En Hechos 15 vemos un modelo del cómo. El cómo los apóstoles buscaron la guía y dirección de Jehová para resolver una disputa. Disputa introducida por fariseos "cristianos", pero que en ningún caso surgió porque Jehová y Jesucristo no estuvieran mostrando claramente el camino. Finalmente ellos percibieron en las Escrituras que Jehová no mandaba a circuncidarse ni a seguir rituales ni tradiciones. Eso, lamentablemente, no hizo que terminara la disputa en aquellos tiempos, pero sí permitió que el espíritu santo de Dios y la iluminación de Su Palabra se siguieran extendiendo.
La guía y dirección de Jehová sigue disponible. No tenemos que prestar atención ciega a lo que cualquier iglesia, religión u organización enseña, pues el Dios de la verdad puede iluminarnos. Los apóstoles, ante una cuestión planteada ante ellos, buscaron la guía y dirección de Jehová, viendo la evidencia ante sus ojos, y siguiendo lo que mostraban las Escrituras. Es una manera, un cómo aprobado por Dios, que permite evitar ser engañados o timados espiritualmente. Después de todo, por algo dijo Jesús:
"Y conocerán la verdad,
y la verdad los hará libres"