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Manifestaciones de la Presencia de Dios en las Escrituras

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Teofanía. Una teofanía es la manifestación o aparición visible y/o audible de parte Dios a los seres humanos. Se llama teofanía, a la manifestación o apariciones de Dios o de ángeles que se narran con frecuencia en las Escrituras.


Pensemos por un momento. Para quien cree que Dios existe, la creencia en esa existencia es un asunto de fe. Hay una convicción interna, razones que se nos dan que son la base de nuestra fe de que Dios real, verdadera y ciertamente existe. Pero, siendo honestos, necesitamos ver, escuchar, palpar. La evidencia de nuestros sentidos es muy importante. ¿Vemos algo? Creemos que existe, por eso es tan importante el rol de los medios de comunicación, el Internet y otras herramientas, que hacen que una noticia sea vista y escuchada simultáneamente por millones de personas en todo el globo terráqueo. Y lo que todos vemos, lo damos por cierto y verdadero. Después de todo, ¿dudaríamos de algo que millones hemos visto y oído en "vivo y directo" por T. V., o el Internet? Difícilmente.

Si a Dios no podemos verle directamente porque "nadie puede ver a Dios y seguir viviendo" (Éxodo 33:20), surge la pregunta:


¿Cómo podemos estar seguros de que Dios existe?


En las Escrituras encontramos relatos de manifestaciones de la Presencia y el accionar de Dios. Si analizamos las palabras de Jesús de que Dios "hace salir el Sol y llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45), eso es una manifestación del accionar de Dios, porque es Él quien puso en orden el Sol, las nubes, la lluvia, y los ciclos naturales para que cumplieran la función de sostener la vida en la Tierra. Así que mañana, al salir el Sol, esa salida es en sí misma una manifestación de la Presencia y el accionar de Dios. Es algo "normal", cotidiano que damos por sentado pero que en resumen, Dios hace a favor nuestro. Y es de agradecer.


En el Génesis vemos que Dios se hace manifiesto, Él aparece. Génesis 3:8 indica que Jehová hablaba con Adán y Eva al caer la tarde. Y qué decir de los relatos en los que habla a Noé, Abrahán, Isaac, Jacob o José, y lo hace a través de sueños o visiones. ¿Fueron esos sueños y visiones teofanías? Sí, porque por ese medio Dios manifestó Su Presencia y voluntad a estos hombres. ¿Solamente Dios se puede manifestar a quienes hacen Su voluntad? No, recordamos al famoso Faraón de Egipto a quien José interpretó sueños, sueños que eran el testimonio de la Presencia de Dios para Faraón, y contenían un mensaje divino para él.



¿Son los sueños y visiones confiables como manifestaciones de la Presencia de Dios? En Números 12:6 se indica que Dios, al hablar lo hace con... sueños y visiones. Por supuesto, un sueño o una visión es algo personal, íntimo, algo que sólo ve una persona.


En el libro del Éxodo, por el contrario, vemos manifestaciones de la Presencia de Dios que no fueron sueños o visiones sino milagros, obras poderosas vistas por millones. Obviamente, un sueño divino o una visión que pone Jehová en el corazón de una persona es un milagro, pues se origina en el corazón de Dios y no es producto de la imaginación de la persona. Pero en el Éxodo hallamos relatos como el de la zarza ardiente, las 10 plagas de Egipto, el cruce por el Mar Rojo y esa columna de nube o de fuego que guiaba a los israelitas en el viaje rumbo a la Tierra Prometida. ¿Quién causó las 10 plagas, o abrió el Mar Rojo, o hizo que esa columna de fuego o nube guiara a Israel? Fue Jehová.

Otro ejemplo: en el Éxodo 19 se narra cómo, ante millones de personas, el Monte Sinaí temblaba, humeaba, se escuchaban relámpagos y truenos. Nadie en ese momento dudaba del hecho de que era Jehová Dios el que manifestaba Su Presencia por esos medios. Sin embargo, aquella generación de israelitas que vieron y oyeron esas manifestaciones, y hasta comían todos los días del maná que Jehová les daba, ¿se convirtieron en personas de una fe extraordinaria y de una gran consciencia espiritual? No.


Un caso destacado de teofanías las tenemos en las numerosas apariciones de ángeles. Una de ellas, es la aparición de ángeles al profeta Daniel, incluyendo al ángel Gabriel, que reveló la profecía del Rey del Norte y Rey del Sur o el período de la profecía de las 70 semanas. Y qué decir del ángel Gabriel apareciendo ante Zacarías, padre de Juan el Bautista y María, para anunciar el nacimiento de 2 personas: El Mesías, Jesús y Su precursor, Juan el Bautista (Daniel 8:16, 9:21, 10:12-14; Lucas 1:11, 26).

Por supuesto, las visiones de los profetas fueron también manifestaciones de la Presencia de Dios, como la visión de Ezequiel del carro-trono, o las 16 visiones que vio Juan en Patmos y que son parte del Apocalipsis.  

Y, sin lugar a dudas, la manifestación de la Presencia de Dios más importante y trascendente para la Humanidad es la venida a la Tierra del Hijo, Jesucristo, para habitar y vivir como humano, y dar Su vida como sacrificio (Juan 3:16). 

Este repaso de algunas manifestaciones de la Presencia de Dios que aparecen en las Escrituras no nos dejan lugar a dudas sobre el hecho de que Jehová siempre se ha hecho manifiesto a la Humanidad. Sin embargo, no siempre las personas han tenido la capacidad de usar esas experiencias para ejercer fe en Dios, Jehová, el verdadero Dios, que actúa siempre conforme a Su propósito y voluntad. Se muestra a Dios a veces como distante y lejano de la Humanidad, muy alto, muy santo, muy separado de nuestra vida. 

¿Es cierto eso?


En 1 Juan 4:8 se dice que "Dios es Amor". 
Necesitamos tener consciencia de que ese Dios, que es Amor, siempre se interesa por nosotros. Pensamos a veces que quisiéramos que se nos apareciera un ángel, o ver un milagro, para tener fe, para confiar en Dios. Lo cierto del caso es que en el pasado, cuando eso sucedió, la gente no cambió lo más mínimo su vida, no hizo efecto en su corazón esa manifestación del poder de Dios.


La fe y la confianza en Dios no son cosa de "ver para creer", o de meter el dedo en la llaga, como dijo Tomás para creer en la resurrección de Jesucristo. Las manifestaciones de la Presencia de Dios, independientemente del tipo de manifestación que fuera, eran parte de un propósito, que iba más allá de consolidar la fe y la confianza de una persona o de un grupo de personas. Si para tener fe en Jehová, hace falta ver milagros o manifestaciones, entonces se trata de que será una fe basada en la evidencia de lo que se ve. Y el día que no se vea nada, entonces se acaba la fe o la "sensación" de fe.

La auténtica fe y relación con Jehová debe basarse en el amor, obediencia y lealtad. Por cierto, que vivimos en tiempos en los que se ven y oyen sucesos que están predichos en las Escrituras, y son ignorados como si fueran cosas "normales", a los que no se les presta atención. Si una persona analiza el cómo los diversos sucesos mundiales están cumpliendo profecía bíblica, entonces hay de por medio la responsabilidad de actuar en consecuencia, no se puede decir que se ve que "algo" está pasando en el mundo sin que haya un giro radical para iniciar cambios en la propia espiritualidad.

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Para muchos creyentes, la fe está ligada a la manifestación de señales, "visiones" o milagros. Y si no pasa nada de lo que esperan, entonces, razonan que no vale la pena buscar a Dios o tener una relación con Él. Dios siempre está cerca Sus hijos e hijas, siempre Su amor está allí, cálido y tierno. No necesariamente Dios tiene que abrirnos el Mar Rojo o mandar un ángel. Tal vez leer algo, o tener paciencia con una situación son la respuesta de Dios a nuestra vida. Buscamos algo espectacular que satisfaga nuestra necesidad cuando ya Jehová tiene las respuestas y soluciones que nos ayudan. Más oración, más buscar la guía y dirección de Dios en nuestras vidas, estar alertas y receptivos a Su dirección pueden mostrarnos cómo Jehová, de maneras que no son tan espectaculares como abrir el Mar Rojo o prender la zarza ardiente, pero que son nuestra teofanía personal, manifestación de la Presencia bendita de Jehová en nuestras vidas.   



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