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La sabiduría de Salomón

Su padre era el Rey David, y su madre, Betsabé. Aún antes de nacer, su destino estaba marcado: sería Rey de Israel, heredero del Pacto que YHWH estableció con David, para que por medio de él se estableciera la casa real que siempre gobernaría a la nacion de Israel, el que era el pueblo de Dios.


Salomón recibió de sus padres una sólida formación y disciplina. ¿Cómo lo sabemos? Él mismo escribió por inspiración su propia experiencia (Proverbios 4:3-10): 



3 Pues yo también he sido hijo (Salomón): 
    mi madre (Betsabé) me amaba con ternura 
 4 y mi padre (David) me instruía de esta manera: 
    "Grábate en la mente mis palabras; 
    haz lo que te ordeno, y vivirás. 
 5 Adquiere sabiduría y buen juicio; 
    no eches mis palabras al olvido. 
 6 Ama a la sabiduría, no la abandones 
    y ella te dará su protección. 
 7 Antes que cualquier otra cosa, 
    adquiere sabiduría y buen juicio. 
 8 Ámala, y te enaltecerá; 
    abrázala, y te honrará; 
 9 ¡te obsequiará con la más bella guirnalda 
    y te coronará con ella!" 
 10 Atiende a mis palabras, hijo mío, 
    hazlas tuyas y aumentarán los años de tu vida. 

Pero aquella formación que le inculcaron sus padres eran el inicio de su sabiduría y conocimiento. Él recibió de ellos la base, el fundamento de ese camino hacia la sabiduría divina. ¿Era suficiente con eso? No, y pronto en su vida, Salomón se dio cuenta de que necesitaba algo más que la enseñanza que había recibido de sus padres.

Al morir David, él llegó a ser plenamente el Rey de Israel. Antes de la muerte de su padre, había estado encargándose de algunos asuntos, pero ahora era el momento de asumir plenamente las riendas de la nación.

Ser Rey de Israel, no sólo se trataba de gobernar política, económica y administrativamente a una nación, y velar por su paz y estabilidad, además de propiciar la prosperidad de los israelitas. El Rey de Israel era una figura de autoridad espiritual. Era alguien que se sentaba en un trono: el trono de la gobernación real de Jehová (1 Crónicas 28:5). Así que el Rey de Israel representaba la soberanía real de Dios sobre la Tierra, y eso conllevaba responsabilidades de parte del Rey de Israel hacia Dios primeramente y hacia el pueblo. Israel era una nación gobernada por Dios, y era a Él a quien había que rendir cuentas.

Obviamente, vivimos en el siglo XXI, e impera la "democracia", la forma de gobierno que tiene raíces en las ciudades-estado de la antigua Grecia. La mayoría de las constituciones de los países en la actualidad señalan que la "soberanía reside en el pueblo". Es el pueblo el que decide, elige a sus gobernantes y los fiscaliza, por medio de diversas instituciones creadas con ese fin, para sostener a la democracia como sistema de gobierno.

Pero el punto es que, Israel no era una democracia. Era Dios quien elegía y juzgaba al Rey, y Salomón era consciente de ello. Era Jehová el que designaba reyes, y les daba sustento y poder para gobernar, e indudablemente, ese poder incluía el dar sabiduría. Sabiduría para gobernar.     

Salomón sabía que Jehová había estipulado que el Rey de Israel debía hacerse su propia copia de la Ley, escrita de su propia mano, para que esa Ley echara raíces en su corazón. No era un estudio simple o intelectual de la Ley de Dios. El Rey debía amar esa Ley, tanto como para hacer lo necesario para hacer respetar la Ley, e implantar la justicia divina en Israel. Por supuesto, aquello podría implicar que en un momento dado, la gente no aceptara algunas acciones del gobierno. No era asunto de si el Rey tenía el primer lugar en las encuestas o era el más popular. Era una adecuada combinación de temor a Dios, reverencia y sapiencia para liderar a la gente. Nada fácil de lograr, por supuesto.

Temprano en su reinado, Salomón inquirió de Jehová, en busca de una cosa: sabiduría. ¿Qué es la sabiduría, desde el punto de vista de las Escrituras?

La palabra sabiduría, aparece por vez primera en las Escrituras en Génesis 3:6. Se habla allí de cómo Eva vio al árbol del conocimiento del Bien y del Mal, como algo que podía dar... sabiduría. Esa sabiduría es de un tipo especial, pues no se trata de conocimiento, sino de la sabiduría de quien es perspicaz, sagaz, discreto, prudente, próspero, alguien con la capacidad de saber cómo lograr el éxito. Y, definitivamente, ¿quién no desea tener esa sabiduría práctica, sagaz, que te hace triunfar siempre?

Eva buscó acceder a esa sabiduría ilícitamente, desoyendo y desobedeciendo la voz de Dios. ¿Haría Salomón lo mismo, buscar sabiduría a cualquier costo, hasta de su relación con Dios?

Encontramos en el relato de 1 Reyes 3 la respuesta al cómo obtuvo Salomón su sabiduría. Fue a Gabaón, un lugar establecido como centro de adoración a Dios, a ofrecer sacrificios. Jehová se apareció en sueños a Salomón y le ofreció darle lo que pidiera. "Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré". Salomón respondió: 

"Tú trataste con gran bondad a mi padre, tu siervo David, pues él se condujo delante de ti con lealtad, justicia y rectitud de corazón para contigo. Por eso lo trataste con tanta bondad y le concediste que un hijo suyo se sentara en su trono, como ahora ha sucedido. Tú, Señor y Dios mío, me has puesto para que reine en lugar de David, mi padre, aunque yo soy un muchacho joven y sin experiencia. Pero estoy al frente del pueblo que tú escogiste: un pueblo tan grande que, por su multitud, no puede contarse ni calcularse. Dame, pues, un corazón sabio para gobernar a tu pueblo, y para distinguir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién hay capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan numeroso?".

Complacido, Jehová le concedió sabiduría. Además de riquezas y esplendor. Al despertar, Salomón se dio cuenta de que había sido un sueño. Y al llegar a Jerusalén, se presentó ante el Arca de la Alianza, ofreció holocaustos y sacrificios de reconciliación y dio un banquete a todos sus funcionarios.

La sabiduría que Dios dio a Salomón pronto se puso a prueba. Fueron a donde el Rey 2 mujeres, y ambas alegaban ser la madre de un niño. Uno había muerto, y el vivo, era el hijo disputado. ¿Cómo saber quién mentía? En aquel tiempo no había prueba de ADN, como para resolver el caso.

Tras cierto rato disputándose al niño vivo, Salomón pidió algo:

-¡Tráiganme una espada!

Cuando le llevaron la espada al rey, ordenó:


-Corten en dos al niño vivo, y denle una mitad a cada una. 


¡Se volvió loco el Rey! ¿Cómo se le ocurre cortar en 2 pedazos a un recién nacido?


Una de las dos madres sintió una gran angustia, y gritó desesperada que no mataran al niño, que se lo dieran a la otra mujer. La otra mujer, gritaba que partieran al niño: "¡Ni tuyo ni mío, mátenlo!



Finalmente, Salomón ordenó que dieran al niño a la madre que había renunciado al bebé. Supo cuál era la verdadera madre. Y al saber lo sucedido, de cómo el Rey resolvió el pleito, todo Israel sintió respeto por él, porque vieron que Dios le había dado sabiduría para administrar justicia.


La sabiduría de Salomón la tenemos recogida en los Proverbios, el libro de Eclesiastés y el libro Cantar de los Cantares. Ciertamente, al final de su vida, Salomón no se mantuvo fiel a Jehová, pero fue un hombre que tuvo sabiduría divina. Durante su reinado, Israel tuvo paz, prosperidad y justicia. Salomón nos enseña la necesidad de buscar la sabiduría divina, pedirla con interés, y usarla para provecho propio.



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