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La fe de Ezequiel



Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera. 

Es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos.

Pablo, en Hebreos 11:1

Fe, es la seguridad plena, la certeza con plena convicción que uno tiene, sobre cosas que se esperan o de cosas que no se ven. No se ven, pero son verdaderas, se puede confiar en su realidad.


Al pensar en ejemplos de personas con fe, bien pueden venirnos a la mente los ejemplos de personajes bíblicos destacados, que demostraron tener fe, una fe sólida. Y los profetas de tiempos bíblicos, pueden servirnos de ejemplo de personas con fe. Todos ellos, desde Enoc, hasta Moisés, pasando por Elías o Jonás, y tantos otros, demostraron en su vida que vivían, actuaban y enseñaban siempre de acuerdo a la palabra que el Dios Verdadero les transmitía por inspiración divina, y ayudaban a otros a comprender mejor la personalidad y voluntad de Jehová.





Pero vivimos en el siglo XXI, y a veces pudiera darnos la impresión de que esos hombres, y algunas mujeres que sirvieron como profetas, fueron seres con una "aureola" especial de santidad, que están más allá de toda duda y que ni remotamente podríamos aprender de ellos, pues son tan "santos" y tan destacados en su fe, que, comparados con nosotros, estamos muy lejos en cuanto a la fe y confianza en Dios.

Sin embargo, las Escrituras son para instruirnos, para que seamos personas "preparadas y equipadas" para toda buena obra de parte de Dios (2 Timoteo 3:16, 17). Sería un error creer que aquellos profetas eran perfectos, que jamás tuvieron dudas, o problemas, o confrontaron sus más profundas creencias. Pero que a pesar de todo, mantuvieron su fe en Jehová. Y un ejemplo de ello lo vemos en el profeta Ezequiel. 


Ezequiel: el profeta

Ezequiel es el autor del libro bíblico que lleva su nombre, un libro compuesto por 48 capítulos. A sus 30 años, este hombre, hijo de un sacerdote llamado Buzí, comenzó a recibir "visiones de Dios", y sirvió como profeta de Jehová por casi 23 años (Ezequiel 1). Ezequiel fue uno de los judíos desterrados a Babilonia, antes de la destrucción de Jerusalén. En algún momento de su vida estuvo familiarizado con la obra profética de Jeremías en Jerusalén, y también era contemporáneo con Daniel, el otro profeta de Dios en Babilonia.

Ezequiel como profeta tuvo una variedad de funciones. Recibió visiones de Dios, como la del carro-trono de Jehová y sus querubines, además de declarar por inspiración divina profecías. En ocasiones, representó acciones proféticas, como por ejemplo, representar el sitio de Jerusalén, acostándose 390 días de un lado y 40 días de otro, entre otras acciones que Jehová le pidió que realizara. 




¿Era fácil para Ezequiel ser profeta? No. Los judíos eran de un corazón duro, tercos e incorregibles. ¿Valía la pena esa labor? Para Ezequiel, era cuestión de cumplir su responsabilidad de hablar, de advertir, independientemente de que la gente escuchara... o no.

Ezequiel: su fe



Ezequiel era profeta de Jehová para personas tercas y de corazón duro. ¿Valía la pena hacer eso?


En estos tiempos, bien podemos entender que se requiere fe para poder observar los sucesos mundiales, y mantenernos alertas tal como lo declaró Jesús. En definitiva, un profeta, como lo era Ezequiel, habla de cosas futuras. Y lo futuro, no se ve. Eso requería fe de parte de Ezequiel, como para perseverar declarando lo que Jehová le indicara que hablara, aunque la gente le creyera o escuchara... o no.


Para muchas personas hoy en día, existe la sensación de que vivimos tiempos trascendentales e importantes. "Tiempos señalados" por la profecía bíblica. Pero, la apariencia de las cosas es la de que "nada" está pasando. "Todo" sigue "igual". ¿Es cierto eso? Mire las noticias, los sucesos, y vea si de veras le parece todo "normal". El punto es que, las "grandes" religiones están muy ocupadas construyendo más y más iglesias, o salones del reino, o haciendo cruzadas de "sanidad", o como Benedicto XVI, muy ocupado en apoyar al G-20. Pero hecemos bien en preguntarnos si todo ello es realmente la voluntad del Padre que está en los Cielos en este momento (Mateo 7:21-23).




Ezequiel necesitaba fe para profetizar a unas personas -los judíos-, que estaban muy cómodos con su religión, su sistema de vida, y con el statu quo político. Los hallazgos arqueológicos muestran que Babilonia era próspera, y los judíos exiliados, estaban en una situación económica muy acomodada. ¿Perder el tiempo con un "tonto" como Ezequiel? Mejor seguir con los negocios, con las obras de construcción y demás proyectos. A Ezequiel, no había que hacerle caso.



La perseverancia de Ezequiel demuestra su fe. Siguió llevando a cabo su labor, aun cuando pareciera absurdo lo que Dios pedía de él. La fe de Ezequiel es sobresaliente porque transmitió el mensaje que Jehová le inspiraba a decir, independientemente de la opinión de la gente (Ezequiel 33:30-32). Para los judíos, Ezequiel era alguien "simpático", que durante un rato los divertía con una "charla" espiritual sobre Dios, interesante, sí, pero que valía la pena escuchar un rato, y ya. Cuando Ezequiel les recordaba su responsabilidad ante Jehová, o su denuncia contra los líderes religiosos y políticos, ya las palabras de Ezequiel eran ácidas, desagradables, muy chocantes. Era mejor dar media vuelta e irse.

Ezequiel, al igual que Jesús, hizo denuncias vigorosas contra el liderazgo religioso y político de su tiempo. Eso requería fe, pues podría haberse metido en problemas, pero a Ezequiel no lo respaldaba una mega-iglesia o una superestructura religiosa mundial, o un gran ejército. Lo respaldaba el Dios vivo y verdadero, y eso era lo único que contaba.

La gente hoy día se siente muy confortada con su vida "cómoda" estando en religiones establecidas, haciendo mecánicamente las cosas, según su "religión". ¿Qué hay de lo que realmente quiere Dios? Porque eso enseñaba Ezequiel, lo que era la voluntad de Dios, sin importar su popularidad o lo que creyera la gente.  


A veces ser personas de fe nos coloca en la difícil situación de vivir en base a cosas que "no se ven". ¡Eso es fe! No se trata de vivir en base a fantasías o irrealidades, sino de tener confianza en las promesas de Dios. En el caso de Ezequiel, él tuvo visiones del trono de Dios y sus querubines. Él vio al Dios vivo y mantuvo siempre clara y constante en su corazón la certeza de que Dios existe y que le sostiene, guía, da fuerzas y cumple con "toda palabra que sale de su boca" (Deuteronomio 8:3; Isaías 55:10, 11; Hebreos 11:6). 

Es imposible perseverar en la fe en Dios sin mantener una constante y progresiva relación de conexión íntima, profunda y armoniosa con Él. Si repasamos la visión de Ezequiel del carro-trono o merkabah, en Ezequiel 1:12 se dice lo siguiente sobre los querubines:

Todos (los querubines) caminaban de frente, y no se volvían al andar. Iban en la dirección en que el poder de Dios los llevaba.   



Ezequiel vio a seres espirituales de alta jerarquía ir siempre de frente, sin mirar atrás, yendo en la dirección que les indicaba el poder de Dios. Ver eso debió grabar en el corazón de Ezequiel la idea de que, al andar con Dios, siempre se debe ir adelante, sin mirar atrás, siguiendo la dirección divina. Y eso, sin duda alguna es fe, porque la fe mira adelante, no atrás, va con fuerza, no en debilidad, sino en el poder divino. 

¿En qué debe basarse la fe? ¿En profecías? ¿En ver milagros?

Ezequiel en su libro escribió más de 60 veces una frase:

...y sabrán que yo soy Jehová
Isaías 6:7

La fe debe sustentarse en saber quién es Jehová, en conocerle, en aprender siempre de Él y apreciar profundamente quién es Él. Lo que sabía Ezequiel de Jehová fue aumentando, no fue un conocimiento estático, sino dinámico. Y ese conocimiento progresivo fortaleció su fe en Él.


En estos tiempos necesitamos crecer en ese conocimiento de Dios. Las Escrituras nos dan una base de información, pero el conocer a Dios debe crecer, debe ir siempre aumentando. Jehová es el "Oidor" de la oración, es el Jehová-yiré, el mismo que dijo Jesús que tenía contados nuestros cabellos. Ese conocimiento aumenta nuestra fe. Jehová sabe en qué situaciones estamos, y personajes bíblicos del pasado como Ezequiel, vivieron situaciones similares a las que vivimos actualmente. Pero conocer y aprender un poco más de estos personajes, y de cómo demostraron fe, nos muestra que, a pesar de nuestras circunstancias, podemos apoyarnos en Dios, mantener nuestra confianza en Él, y darle una mayor profundidad a nuestra espiritualidad.  



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