La NASA detecta la mayor llamarada solar de la década: podrían afectar a los satélites y GPS
Dos potentes erupciones solares se han producido este miércoles. La segunda de ellas es la más intensa que se ha registrado desde el inicio de este ciclo de actividad solar en diciembre de 2008, según ha indicado la NASA en un comunicado.
Los chorros de radiación que se desprenden de estas erupciones fueron detectados por el satélite Solar Dynamics Observatory de la agencia espacial estadounidense a las 09:10h GMT y 12:02h GMT, dos horas más que en la España peninsular, respectivamente.
Según el Centro de Predicción de Meteorología Espacial (SWPC, por sus siglas en inglés), estas erupciones llamadas de "categoría X" perturbaron las comunicaciones de radio de alta frecuencia durante una hora en el lado de la Tierra situado frente al Sol y también las comunicaciones de baja frecuencia utilizadas en la navegación. Además, pueden alterar el funcionamiento de los satélites de comunicación y el GPS, así como las redes de distribución eléctrica al alcanzar la atmósfera superior de la Tierra. Las dos erupciones se produjeron en una región activa del Sol donde ya había ocurrido una erupción de intensidad media el 4 de septiembre.
Además, estos fenómenos también pueden afectar a las naves que viajan por el espacio, ya que podrían presentar más resistencia al entrar en la órbita de la Tierra, y tener problemas de orientación o de aumento de carga. Como curiosidad, la aurora boreal se podrá ver más baja desde Pensilvania hasta Oregón.
En diciembre de 2008 se inició el ciclo actual del Sol, que tiene un promedio de 11 años. Durante este, la intensidad de la actividad solar disminuyó bruscamente, abriendo el camino hacia el “mínimo solar”. Al final de la fase activa, estas erupciones se vuelven cada vez más raras, lo que no significa que no sean potentes.
Las tormentas solares son el resultado de una acumulación de energía magnética en algunos lugares. Estos chorros de materia ionizada se proyectan a gran velocidad en la corona del Sol y más allá, hasta cientos de miles de kilómetros de altitud.
Fuentes:
https://elpais.com/elpais/2017/09/08/ciencia/1504866966_819501.html