¿Existe una “iglesia” verdadera en estos tiempos?
La
palabra iglesia nos hace pensar en un edificio o lugar de culto. Lo más
probable es que en la ciudad o lugar donde vivamos, hayan cerca de nuestros
hogares diferentes iglesias, o lugares, en los que asisten las personas que
profesan una determinada fe religiosa. Fe religiosa que puede llamarse de
diversa manera, y tener un conjunto de creencias. Por ejemplo, una iglesia
católica, se caracterizará por la presencia de un párroco, quien es el
encargado de celebrar misas, y los diversos rituales que son parte de esa
religión, la católica. O un templo o iglesia evangélica, se destacará por tener
un auditorio, con sillas destinadas para que las personas se sienten a escuchar
el sermón de un pastor, quien ha sido acompañado de un tecladista o conjunto
musical, que se dedique a interpretar canciones. Podemos también poner como
ejemplo un salón del reino de los testigos de Jehová, que también tendrá a un
grupo de hombres que, al igual que en los casos anteriores, se dirigirá a un
auditorio, a dar discursos, basados en información que proviene de la sede
mundial de esta religión, en EE. UU.
No
hace falta describir en detalle lo que es el concepto de una iglesia.
Sabemos qué es una iglesia, y podemos diferenciar a las diversas religiones que
afirman seguir a Cristo, y que se congregan, o reúnen, en estos lugares. Sin
embargo, en estos tiempos, vale la pena hacerse una pregunta:
¿Existe
una iglesia
verdadera en estos tiempos?
Evidentemente,
para un católico, evangélico, testigo de Jehová, judío, musulmán, o seguidor de
otra creencia, su fe es auténtica y verdadera, y se esfuerza por seguirla
sinceramente. Sin embargo, la pregunta en este tiempo es bien importante. ¿Por
qué?
Jesucristo
nos advirtió hace 2.000 años sobre la necesidad de estar conscientes del hecho
de que no todo el que dice “Señor, Señor”, entrará en el Reino de los Cielos
(Mateo 7:21-23). Por cierto que estas palabras de Jesús registradas en Mateo
7:21-23, nos muestran claramente que Jesús no reconocerá como seguidores suyos
a cualquier persona, aunque haya
hecho grandes milagros y señales. Quizás a hombres y mujeres les impresionen
los “hechos” de su religión, pero lo que cuenta es el veredicto de Jesucristo
al respecto. ¿Nos es posible saberlo?
Si
nos dirigimos a las Escrituras como única fuente de entendimiento, ella nos
aportará diversos elementos, a fin de que podamos concluir acertadamente si en
realidad, existe una iglesia
verdadera en estos tiempos. De hecho,
la responsabilidad personal e individual de todo creyente es la de comprobar
por sí mismo esta cuestión en las
Escrituras, como fuente inspirada de
verdad proveniente de Jehová Dios (2 Timoteo 3:16, 17).
¿Qué
es la iglesia, desde un punto de vista estrictamente bíblico?
La
palabra iglesia, viene del griego ekklesía. Ekklesía significa “llamar hacia afuera”, o “convocar a un
lugar”. Transmite la idea de un grupo de personas a las que se ha convocado, a
una asamblea, para discutir o hablar sobre un asunto. Así que, bien puede
referirse la palabra iglesia a un lugar de reunión en el
que se convoca a la gente para que se reúna allí con un objetivo, o, como se
muestra en las Escrituras, al conjunto de personas que forman parte de quienes
se reúnen para escuchar una información que allí se imparte.
La
cita de 1 Timoteo 3:15, nos da más ideas sobre el significado bíblica de lo que
es la iglesia:
“Pero si tardo, para que sepas
cómo debes comportarte en la casa de
Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna
y fundamento de la verdad”
De
acuerdo a estas palabras, vemos cómo Pablo instruye a Timoteo, acerca de su
comportamiento dentro del grupo de creyentes que adoraban a Dios, y a quienes
Timoteo servía como pastor y maestro, en la ciudad de Éfeso. Timoteo, entrenado
por Pablo, debía cumplir su deber como guardián de le fe cristiana entre
aquellos creyentes, que se habían desviado a ciertas doctrinas y enseñanzas.
Pablo le recordó a Timoteo que ese grupo de creyentes de Éfeso era la iglesia
del Dios vivo y verdadero, que constituían la
casa de Dios, y que ellos eran columna
y fundamento de la verdad acerca de Dios y de Jesucristo.
Para
Pablo, los conceptos de iglesia, casa de Dios, y columna
y fundamento de la verdad, eran uno solo. Los creyentes, seguidores de
Jesucristo, debían ser un fundamento de la verdad, la que enseñó Jesús, y
debían manifestar que entre ellos estaba la presencia de Dios, por medio del
espíritu santo. Si recordamos la historia bíblica, tendremos presente que el
Tabernáculo y el Templo eran… la casa de Dios, el lugar en el que
estaba Dios presente, por medio del Arca del Pacto y la luz Shekináh, y era
el lugar al que eran convocados los israelitas para adorar a Dios, al grado que
se había revelado en aquel entonces.
Es Dios
quien hace la convocación, o llamado, para que quienes le adoren lo hagan en el
lugar que Él ha dispuesto, o de la forma que Él lo ha dispuesto. En
este punto crucial, recordamos la conversación de Cristo Jesús con la
samaritana. Porque la samaritana estaba convencida que existía una iglesia
verdadera, una religión verdadera que Jehová aprobaba. ¿Cuál? La judía. La
mujer no era judía, era samaritana, pero el judío era Jesús. ¿Le dijo Jesús a
la samaritana que se “cambiara” a la religión judía? Las
palabras claras de Jesucristo fueron:
“De verdad te digo mujer: viene la
hora, cuando ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ustedes
adoran lo que no conocen. Nosotros adoramos lo que conocemos, porque la
salvación se origina de los judíos.
Sin embargo, la hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre
con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa
clase para que lo adoren. Dios es un Espíritu, y quienes lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad.
Juan 4:21-24
Jesús
no negó el papel que habían cumplido los judíos dentro del propósito divino.
Pero el punto en cuestión era que ahora, Dios, que es un Espíritu, convocaba
a la gente a conocerle, y a adorarle con espíritu y con verdad. Y el Padre
busca a los de esa clase para que lo adoren, con espíritu y con verdad. ¿Estaba
eso restringido a un lugar o edificio? No, la adoración al Padre tiene 2
requisitos: es con espíritu y verdad. No tiene nada que ver con
edificios, dogmas o estadísticas, es espiritual
y basada en la verdad.
En
lo sucesivo, los creyentes que confesaran su unión con Jesucristo, estarían
adorando al Padre con espíritu y con verdad, y serían entonces una iglesia
verdadera. Pero como lo predijo el mismo Jesús y los apóstoles Pedro, Pablo y
Juan, se introdujo con fuerza una serie de enseñanzas, doctrinas y actitudes,
no acordes con la fe cristiana. Ya los creyentes no eran columna de la verdad.
¿Eran una iglesia? No, ya no lo eran, porque la iglesia verdadera debe
enseñar la verdad de Dios.
Pero
debemos ser, escrituralmente coherentes, y observar qué predicen las Escrituras
sobre la verdadera fe. Y es allí donde encontramos la interesante profecía de
Apocalipsis 7:9-17. Allí se hace referencia a una gran muchedumbre, que sale de todas las “naciones y tribus
y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos
de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos”.
¿Quiénes
son estos de la “gran muchedumbre” y de dónde salen?
Apocalipsis
7:14, 15 responde:
“Estos salen de la gran tribulación, y han lavado sus
vestiduras largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Por eso están delante
del trono de Dios. Y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en
Su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tabernáculo sobre
ellos”.
De
acuerdo a esta profecía, existe una gran muchedumbre, cuyo número se desconoce
por su gran cantidad, pero que sale de la gran tribulación. Estas
personas, procedentes de toda nación, tribu, pueblo o lengua, lavaron sus ropas
largas y las emblanquecieron en la sangre del Cordero. No dice que la gran muchedumbre sale de la iglesia tal o de la religión
X. Son personas que cumplieron con los requisitos de Jehová y el Cordero,
Cristo Jesús para adorar al Padre. Más que eso, son personas que son aceptadas
como verdaderos
adoradores,
puesto que están delante del trono de Dios, rindiéndole servicio sagrado día y
noche en Su Templo.
¿Son
parte de una religión? ¿O de una iglesia? No, provienen de cualquier parte de la Tierra. Ahora bien, tengamos
presente que la iglesia verdadera
debe ser al mismo tiempo, la casa de
Dios y columna y apoyo de la verdad, o el fundamento de la misma, como lo
pauta 1 Timoteo 3:15. De acuerdo a la profecía apocalíptica, es Dios
mismo quien establece que estas personas le adoren en Su Templo, día y
noche. Esto nos hace pensar, en un nuevo sistema de adoración, en el que son
introducidas o convocadas estas personas como “gran muchedumbre”.
El
Templo, del que se habla en Apocalipsis 7:15, corresponde a un orden de
adoración al Padre con espíritu y con verdad, en Su Templo. Esto nos hace
recordar al Templo, con el Arca del Pacto, y la Presencia de Dios
manifestada por medio de la luz Shekináh. En este caso, Dios hace patente Su
Presencia en medio de esta gran muchedumbre, sin límites de “iglesias” o
religiones.
Quizás
una persona plantee la necesidad de “congregarse” o “reunirse” en una iglesia o
congregación, aludiendo a las palabras de Hebreos 10:24, 25:
“Y considerándonos unos a otros
para estimularnos al amor y a las buenas obras, sin dejar de congregarnos como
algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y más al ver ustedes que el día se acerca”
Pongamos
la lupa en la frase final “y más al ver ustedes que el día
se acerca”. Este día se refiere al día de Jehová, al período de
tiempo en el que se ejecutan los juicios de Dios. Por cierto que las “iglesias”
no mencionan en sus sermones, prédicas o publicaciones información actualizada
sobre las profecías bíblicas sobre la cercanía de este día. Están más enfocadas
en asuntos políticos, predicar su propia versión del evangelio, o reforzar su
propio poder. Bien claro habló Jesús sobre lo importante que era mantenerse
alerta. ¿Se han mantenido alerta las iglesias y religiones “cristianas”? ¿Han dado
advertencia e información que insta a buscar a Dios, y a brindar información
profética? No.
¿Verá
bien Jehová que una persona se reúna o congregue en una iglesia o religión en
la que sabe que no se cumplen los requisitos que Dios pide? No se trata de ir a
una iglesia por ir, se trata de ser coherente con lo que uno como creyente sabe
que es lo que Dios pide. Y en este punto, muchos confunden lo que Jehová
pide con lo que su religión pide, que no son la misma
cosa.
En
resumen, las Escrituras muestran con claridad la necesidad de adorar al Padre
con espíritu y con verdad, y de profundizar en la relación con el Cordero, para
poder entonces acceder al Padre. Y que se aproxima un tiempo de cambio radical
en el sistema de adoración al Padre. La pregunta es, ¿seremos odres nuevos para
recibir ese vino nuevo? ¿O seguirá una persona aferrándose a una religión o
iglesia por sentimentalismo o costumbre, o por no querer ver la verdad que
reflejan las Escrituras?