Lo + nuevo

Cristo, escudriñador de corazones

¿Nos ama Cristo? Sin duda alguna. Él entregó su vida por cada uno de nosotros. 

Pero cuando leemos el mensaje que Él da a Juan en el Apocalipsis o Revelación, consignado en los capítulos 1 al 3, vemos una imagen de Cristo glorificado que no se parece en nada a la que nos muestran los 4 evangelios.


El Cristo del Día del Señor es otro. Transformado. Así lo describió Juan:


Y en medio de los siete candelabros vi a uno semejante al Hijo del hombre... Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos, como llama de fuego. Sus pies eran semejantes al bronce pulido, refulgente como en un horno, y su voz como el estruendo de muchas aguas. En su diestra tenía siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos

Apocalipsis 1:13-16

El Apocalipsis es el culmen de la Palabra de Dios. Es el final de todas las cosas. El estado de cosas perfecto, en el Cielo y la Tierra, que Jehová Dios estableció. Y esta es la primera imagen que vemos de Cristo en este libro. ¿Por qué Jesús aparece así? Y ¿por qué habla de esa forma tan penetrante? 

Recordemos que Él es el Verbo, o la Palabra de Dios. Las palabras de Cristo son tan afiladas como una espada, de doble filo, cortando hasta la médula misma. Juan es el apóstol que recostó su cabeza en el seno de Jesús. El discípulo amado. Pero ahora él se encuentra impactado. “Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto” (1:17).

El Señor mismo explica su apariencia: “TODAS las iglesias (o congregaciones) sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón. Os daré a cada uno según vuestras obras.” (2:23). El hecho es, que Cristo nos ama. Y esa es la misma razón por la cual él viene a escudriñar mentes y corazones de todos los que dicen seguirlo. No hay etiquetas de superioridad para Él, ni títulos de exclusividad para con Él. Nadie va a decirle quiénes son Su rebaño. Él sabe quienes son sus ovejas, y quiénes no lo son.  

Este Jesucristo glorificado le dice a Juan que no tenga miedo. “Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: «No temas. Yo soy el primero y el último” (1:17). Entonces Cristo dice, en esencia, “Quiero que todos sepan que vine a escudriñar a su persona interior. Y lo hago con ojos de fuego y un trueno que estremece el alma. No voy a medir palabras – lo que tengo que decir tanto herirá como sanará. Mis palabras llegarán a lo más profundo, para dividir y manifestar los pensamientos e intenciones de sus corazones". 

¿No nos recuerda esto las palabras de Hebreos 4:12 y 13?

Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filosPenetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos,y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.13 Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de Aquel a quien hemos de rendir cuentas. 


Los ojos de fuego de Cristo ven. Ven lo que el simple humano y mortal no ve. Cristo mandó a Juan que escribiera sus palabras y que se las mandara a los siete “ángeles” de las iglesias o congregaciones. Los ángeles son "ministros, siervos públicos" en la obra de salvación. 

¿Qué mensaje portan las "estrellas" de Cristo, los ángeles de la totalidad de aquellos a quienes el Señor considera Su redil?

No es cualquier mensaje. Es uno que resulta de lo que Cristo ve. Y es un mensaje expresado por Aquel que tiene en Su boca una espada aguda, larga, de doble filo. Un mensaje capaz de penetrar, de llegar hasta la médula, de causar una sacudida interna.

Si estando en la Tierra, Cristo era capaz de desnudar por completo el alma de cualquier persona, ¡cuánto más este Cristo glorificado y transfigurado puede penetrar lo más oculto de los corazones de los que afirman seguirle! El mismo que denunció a los religiosos y orgullosos fariseos y saduceos, tiene más poder ahora.    

Por ejemplo, el mensaje de Cristo a las 7 iglesias o congregaciones. Es una visión de lo que ve Cristo en conjunto, de lo que son realmente quienes dicen seguirle. A Éfeso, el Señor da un mensaje de regocijo. Elogia a los efesios por ser trabajadores, pacientes y discernidores. Ellos odian el mal, y defienden la causa de Cristo. Y a través de los años, no han cesado de hacer buenas obras. Uno puede pensar, si está en Éfeso: “Cristo se agrada con nosotros. Es una carta de aprobación. Lo estamos haciendo bien”.

Pero al leer más adelante, llega a unas palabras cortantes: “Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor” (Apocalipsis 2:4). Cristo advierte: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras, pues si no te arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar” (Apocalipsis 2:5).

¿Cómo es posible? Cristo se muestra complacido por las buenas obras, pero no ve un corazón lleno de ese primer amor a Jehová. Eso no lo ve hombre alguno. ¿Quién puede medir o cuantificar el amor a Dios? Sólo Cristo. Leer esas palabras suenan chocantes, irritan. ¿Cómo Cristo puede decir que ya no tenemos el primer amor, o un amor fogoso para Dios si hacemos esto y aquello y lo otro? 

Muchos dirán que han sido caritativos, amantes y cuidadosos. Hacen TODO lo que les dicen que debe hacer un "buen" cristiano. Pero Cristo dice, "arrepiéntete y haz lo que hacías cuando el amor a Dios era el motor de tu vida espiritual".

Si leemos en Apocalipsis 3:20, hay unas cálidas palabras de Cristo: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo”. ¿Es esa la causa de que se haya perdido ese "primer amor" a Dios? ¿Será que vez tras vez, Cristo ha querido tener una auténtica relación de comunión con uno, y no abrimos la puerta de nuestros corazones a Jesús? Cuando él toca, ni siquiera estamos en casa. En vez de eso, hay un letrero con luces de neón en la puerta, que dice: “Querido Señor, salí a ministrar al hospital, y después a la cárcel. Salí a predicar, a visitar enfermos, chao, te veo en la iglesia o congregación”.

Hay obras. Pero no hay relación. ¿Qué quiere Jesucristo? Más relación, más intimidad, más cariño a Él. Tantos cristianos hoy están haciendo tantas cosas buenas y caritativas en el nombre de Cristo. Tienen programas para casi cada necesidad humana. Y viven vidas limpias y rectas, cuidadosos en evitar el pecado. Pero... su comunión con Jesús es = 0. No pasaban un solo día sin pasar tiempo a solas con él. 


¿Qué quiere Jesucristo? 

Más relación, más intimidad, más cariño a Él

Cristo toma nuestra comunión tan
en serio, que él quitara el mismo
elemento que alcanza a las almas
perdidas: su presencia.



Si no buscamos tiempo de calidad para estar en comunión con Dios y Cristo, ellos nos retiran Su Presencia. Los cristianos en Éfeso perdieron algo que una vez poseyeron. Era la presencia manifestada de Cristo en sus medios, en su vida. Comenzaron a tomar la presencia de Jesús por sentada. Su poderosa presencia estaba ausente.


"Vengan a mí los que se afanan y están cargados y trabajados, y les daré alivio a sus almas", prometió el Señor. ¿Y? Si no estamos en relación con Cristo, no tenemos Su Presencia, y nuestras vidas cansadas, estresadas, vacías, reflejan que perdimos ese primer amor.

Ahora Jesús les advertía: “Si no hacen cambios – si no vuelves a tu hambre por mí – voy a quitarte tu candelabro. No tendrás más la autoridad espiritual. Todo será en vano.”

Cuántos cristianos que se paran ante otros como "líderes" o figuras con una posición espiritual, son candelabros vacíos de aceite. No iluminan, como corresponde a un candelabro que debe resplandecer con su luz para que otros sean dirigidos a Dios.

El candelabro era la única fuente de luz en el Lugar Santo. Era símbolo de la iluminación con espíritu santo. En la actualidad, personas espiritualmente hambrientas no se quedan donde la presencia del poder iluminador del espíritu santo no es evidente. Están desesperados, con un hambre y sed de oír verdadera palabra de Dios, por conocer la cercanía con Cristo, y cuando no la experimentan, van a otro lugar a encontrarla. 

Lo cierto es que Cristo no está circunscrito o limitado a ninguna iglesia, religión u organización. Él está circunscrito a los Cielos y la Tierra, que el Padre le dio. Su lugar de estar es nuestro corazón, nuestro espíritu, NO en un lugar de 4 paredes, por muy grande o pequeño que sea. Él mismo predijo que muchos dirían ¡aquí está el Cristo! ¡está acá! No les crean, respondió el Amo.

Jesús puede ser Él todo en todo para cualquiera, si uno sigue una comunión personal con Él. El llamado del Señor Jesucristo es que uno debe ser diligente en dedicarle tiempo precioso a Él. Beber profundamente de su presencia si quieres que su Palabra se avive en ti.

A la luz de Apocalipsis 1 al 3, cada creyente debe preguntarse lo siguiente: ¿Han robado mis buenas obras, hechas en el nombre de Jesús, de mi tiempo con Jesús? ¿Todavía tengo hambre de él como antes? O, ¿he perdido algo?



El lugar donde Cristo quiere estar es nuestro 

corazón, 
nuestro espíritu, 

NO en un lugar de 4 paredes, por muy grande o 

pequeño 
que sea llamado 

iglesia, religión u organización

Cristo escudriña el corazón de los que afirman ser sus seguidores. Eso nos expone a ser escudriñados por sus ojos de fuego y penetrados en lo interior por la espada de doble filo de Su boca



Las iglesias o congregaciones a las cuales Jesús se dirige en Apocalipsis 2 al 3 eran siete congregaciones reales en Asia en el Siglo I. El 7 es el número que simboliza lo completo, desde el punto de vista de Jehová. Así que este número séptuple representa a TODOS los que afirman seguir a Cristo. Jesús escudriña los corazones de los que dicen seguirle.

Las 7 iglesias del Apocalipsis son especialmente enfocadas en un período de tiempo singular: el Día del Señor. Este Día se inicia con el comienzo del reinado de Cristo y dura Mil años en los que Cristo gobierna. Entendemos que una de las primeras cosas que desarrolla Cristo durante Su Presencia, es escudriñar la condición de quienes dicen seguirle. 

Podemos ver patrones de comportamiento en los que afirman ser cristianos hoy día, que corresponden a lo que muestra el mensaje a las 7 iglesias. Ya hemos visto que el problema en Éfeso era su falta de intimidad con Cristo. Mientras que el problema en Tiatira era diferente. Era un coqueteo con Jezabel. Esa era Tiatira.

"El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego" (Apocalipsis 2:18). Ese era el Cristo, que miraba esta iglesia a través de ojos llameantes con ira santa.

Aparentemente, la iglesia de Tiatira estaba "bien" ante Cristo: “Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, y tu servicio, tu perseverancia y que tus obras postreras son superiores a las primeras” (Apocalipsis 2:19). Una vez más, Cristo esta diciendo: “Conozco tus obras. Tu amor, fe, servicio y perseverancia son mayores ahora que cuando comenzaste”. Mejor de todo, el Señor les dice: “Sé que me amas”. Él no los reprende por perder intimidad con él.
Pero entonces leemos estas penetrantes palabras: “Pero tengo contra ti que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos para fornicar y para comer cosas sacrificadas a los ídolos (Apocalipsis 2:20).

Exactamente, ¿quién es esta Jezabel mencionada aquí? Jesús está hablando de falsos profetas. Él está reprendiendo a Tiatira porque tolera a profetas que enseñan interpretaciones proféticas erradas, quienes seducen , parecen ángeles de luz, y usan engaños malvados.

Si recordamos la historia del profeta Elías, veremos el símil histórico del que habla Cristo. Elías era el profeta acreditado de Jehová. El que fue llamando a Israel a que ya no cojeara entre 2 opiniones. Porque la gente no sabía quién era el Dios verdadero. ¿Era Baal, el dios de Jezabel? Parecía serlo, porque dominaba la escena religiosa de aquel entonces. ¿Era Jehová el Dios verdadero, el Dios de Elías? La verdad, sólo 7.000 israelitas aún tenían muy claro que Jehová era su Dios. 

Jezabel era una especie de profetisa de Baal. Y como tal, enseñaba. Su profecía siempre era errada, pero se las arreglaba para manipular y torcer su fracaso, vendiéndolo como proveniente de una fuente verdadera: Baal.

Hoy día ningún "cristiano" o "cristiana" profetizaría en el nombre de Baal. Se usa el nombre de Cristo y la Biblia. Jesús mismo predijo que en "aquel día", durante Su Presencia, muchos profetizarían en su nombre. Profetizar en el nombre de Cristo significa usar el nombre y la autoridad espiritual de Jesucristo, para "predecir" o interpretar profecías, vendidas de forma muy bien elaborada, con argumentos y razonamientos bíblicos finamente hilados, que "convencen" hasta al más escéptico. Pero aquel que tiene la mirada de los ojos de fuego deja manifestar la falsedad de ese profetizar. Porque ser profeta, bíblicamente hablando, no significa solamente decir que "mañana pasará tal cosa". También significa interpretar acertadamente profecías. Y muchos han dado interpretaciones proféticas que sencillamente son erradas, o fechas "señaladas", pero que el contundente peso de la realidad ha demostrado la falsedad de tales afirmaciones.


Algunos hacen que se "cojee entre 2 opiniones" sobre Jehová Dios. ¿Es Jehová el Dios de las profecías fallidas? ¿El de la "luz" iluminadora siempre cambiante? ¿O es Jehová el Dios que hace que Su Palabra profética se cumpla infaliblemente, como un relámpago que resplandece de oriente a occidente?

¿Es Jehová el Dios que conduce a error tras error tras error? ¿O es el Dios que da espíritu santo, iluminación, amor e identidad a sus hijos e hijas?


¿En qué Jehová crees tú? 

¿En qué Jesucristo crees? 


Jezabel es una clase de personas, de individuos que tienen un claro interés de venderse ellos como los portavoces de Dios. ¿Por qué? Porque necesitan conservar su "poder y autoridad espiritual" como el "conducto de Dios" sobre otros, como los infalibles. Si no te alimentas de ellos, afirman, no tienes verdadero "alimento espiritual", ni la unción de Dios, ni espíritu santo ni iluminación. Suena muy al estilo astuto de Jezabel... 

También Jezabel representa el poder seductor de un evangelio emocional, bien elaborado, con palabras melosas, con un mensaje que siempre te dice que Dios te ama, que te quiere rico, próspero y bendecido. Cosas ciertas, Dios no quiere mal para los suyos, sino bienestar, pero ese mensaje es dicho con la intención de dar un falso sentido de avivamiento. Lamentablemente, hoy día la falta de discernimiento espiritual mantienen esos evangelios falsos. Ante el hambre y sed espiritual de muchos, parece que es mejor beber de cualquier agua espiritual que les vendan.

Algunos afirman: "estoy consciente que estoy bebiendo de un agua espiritual que tiene un 0.001% de falsedad y error. Pero eso Dios lo corregirá a su tiempo y manera. Mientras tanto, sigo bebiendo de esa agua". Quien cree eso no está convencido ni tiene fe en la pureza de la verdad de Dios. La verdad de Dios siempre fue, es y será 100% pura. Dios es la fuente de la vida. Nunca conduce a error.
  
Entonces el Señor da esta advertencia a cada cual: “Por tanto, yo la arrojo en cama (a Jezabel); y en gran tribulación a los que adulteran con ella, si no se arrepienten de las obras de ella. A sus hijos heriré de muerte...” (Apocalipsis 2:22-23). Jesús no esta hablando solamente de los profetas falsos aquí. Él está incluyendo a todo aquel que les escucha y les apoya. Todos terminan juntos en una condición horrible de enfermedad y muerte espiritual.
Ezequiel dice lo siguiente de tales creyentes “derramaste tu lujuria sobre cuantos pasaban.” (Ezequiel 16:15). En otras palabras: “Corres detrás de todos estos ministros falsos. Pero ellos solo te usan. Hacen mercancía de ti, dejándote espiritualmente herido y muerto”.

Ciertamente el Cristo que escudriñador de corazones es otro, diferente al que era hace 2.000 años. Este Cristo, el del Día del Señor, nos confronta, nos hace entrar en shock. No nos da un mensaje de que nos ama, da media vuelta y se va. Es un Cristo incisivo, penetrante, agudo, que mete fuego en la paja, para separarla del trigo. ¿Por qué? Porque ama a los suyo, disciplina, para presentar a los suyos ante el Padre como personas limpias, puras, capaces de reflejar que son imagen y semejanza de Dios, hijas e hijos amados del Padre.

Con la tecnología de Blogger.