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Lucha de palabras entre David y Goliat


David y Goliat, es el relato de una lucha desigual: un rival fuerte, "invencible", como Goliat, y un hombre aparentemente "débil", fácil de ganar, David. Quizás en este momento, nos sintamos como David. Enfrentando a un gigante, a un Goliat. Nuestro Goliat puede ser un problema, una situación que llevamos años lidiando con ella, o algo que nos preocupa que está fuera de nuestro control. Y como David, estamos solos o solas frente a esa situación que se ve más grande que nosotros.  

En las Escrituras se muestra que Goliat era un guerrero profesional, acostumbrado a pelear. Dice la Biblia que él se paró, es decir, sus imponentes 3 metros de altura se hicieron visibles a todo el ejército de Israel, en el valle de Elah. Su actitud era desafiante. Y cuando abrió la boca para hablar... sus palabras eran de amenaza. "Dio voces", es decir, comenzó a gritar para que todo el mundo le oyera. Nos imaginamos un tono de voz grave y fuerte, con una fuerte carga emocional de ira y deseos de hacerse temer de los israelitas. 

¿Qué efecto tuvo esto en los soldados israelitas? "todo Israel se turbó y tuvo mucho miedo" (1 Samuel 17:11). 

En el hebreo original, la palabra hebrea que se traduce "turbaron" es chathath. Significa "tener temor, desmayarse del susto, estar aterrorizado, estar quebrado". Es interesante el significado de la frase "estar quebrado", como si uno fuera una copa de cristal que cae y se quiebra en varios pedazos. Así parecían ser Saúl y sus soldados: como copas de cristal que cayeron y quedaron quebrados en mil pedazos.

¿Nos sentimos así cuando tenemos problemas? ¿Cuando por ejemplo, nos llega una noticia que no esperábamos o nos enteramos de algo que nos afecta? Al escuchar a Goliat, se quebró en mil pedazos el ánimo y la fuerza psicológica de Saúl y sus soldados. ¿Cómo luchar así contra los enemigos?

De esto aprendemos algo: que las palabras o cosas que escuchamos que otra persona nos diga o que nos enteremos, pueden quebrarnos en mil pedazos. Pueden ser las palabras de los padres, de un compañero de trabajo o de una persona cercana. Las palabras son poderosas, influyen para bien o para mal. En el caso de los soldados israelitas, influyeron para mal.

A veces no podemos evitar escuchar esas palabras debilitadoras. Depende de cómo reaccionamos a ellas, nuestro éxito o fracaso. ¿A quién estamos escuchando? Si escuchamos a los Goliats de nuestra vida, a esas personas que constantemente nos bombardean con su habla negativa, que siempre nos están criticando o diciendo que nuestros proyectos no valen la pena, entonces, quedaremos quebrados emocionalmente. ¿Con qué fuerzas podremos sacar adelante las cosas que realmente queremos? Debemos negarnos a escuchar esa habla de Goliat en nuestras vidas. Identifiquemos a quiénes nos hablan con las palabras de Goliat, y evitemos su influencia negativa.

http://1.bp.blogspot.com/_7p0Y1PPIDJY/TFCZcxzDbKI/AAAAAAAADmY/ySOud5Sgyos/s400/sling.jpgPuede ser que deseamos emprender un proyecto, tomar una acción, y alguien "bien intencionado" nos dice "no lo hagas, no vas a poder, no, no, no...". Ese es el habla de los Saúles, esas personas llenas de temor, de envidia y celos, que nunca tuvieron el valor de luchar por lo que querían, y tratan de desanimar a que otro sí luche por lo que quiere y por sus sueños. 

Según lo que hemos visto hasta este punto, para David luchar contra Goliat primero fue una lucha contra la actitud negativa de los mismos soldados israelitas. ¿Lección? Cuidado con los "bien intencionados", los que buscan desanimarnos de ir en pos de vencer nuestros problemas o lograr hacer realidad nuestros sueños.


Las palabras tienen poder. Edifican o derriban a una persona, la debilitan o la fortalecen. Por eso es importante asegurarnos de escuchar palabras que nos animen, que nos den fuerza y valor para salir adelante. Escuchar palabras de fe y hablar palabras de fe nos darán la victoria sobre los Goliats o problemas de nuestra vida.
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