Jesús el Gran Profeta
Siguiendo la secuencia de sucesos de su última semana de vida, Jesús se encuentra en el 11 de nisán, que corresponde con el que llamamos martes santo. Es su último día de actividad pública, y está muy ocupado ese día.
Uno de los sucesos que tiene lugar este día, es el de aquella viuda que echó dos monedas de poco valor, que representaban todo su medio de vida. Los evangelios indican que Jesús vio a los ricos, y a la viuda, echar dinero en las arcas del Templo. Obviamente, si lo trasladamos a tiempos modernos y estamos en un lugar como una iglesia y se piden donaciones u ofrendas, y vemos que alguien tira un fajo de billetes, eso asombra. Pero si alguien echa unas cuantas monedas, pensamos en alguien pobre, o de escasos recursos.
Pero sabemos que Jesús no ve como los seres humanos vemos. A nosotros nos asombra el despliegue espectacular, nos dejamos llevar por la vista. Jesús no. Para él, lo que vale es el hecho de que la viuda lo echó todo. Los ricos seguirían siendo ricos, pero la viuda, que era pobre, ahora no tendría absolutamente nada.
Eso nos deja una enseñanza. Muchas veces en nuestras vidas pensamos y medimos aquello que damos. Damos amor, tiempo, energías, dedicación a relaciones, al trabajo, actividades y estudios. Independientemente de qué profesión de fe o creencia tengamos, también damos al Padre celestial. La pregunta es de qué calidad es ese dar. Si es lo más importante lo que le damos a Dios, o lo que nos sobra. Aquello que podemos desechar.
Por ejemplo, el tiempo. Hay muchas ocupaciones que atender, pero sería bueno apartar tiempo de calidad para la oración, la lectura y escudriñamiento de las Escrituras. También, para compartir nuestra fe a otros, hace falta dedicar tiempo. Ese tiempo que le dedicamos a las cosas de Dios no nos lo pagan, Pero las bendiciones están aseguradas, pues YHWH agradece y valora que le dediquemos tiempo, energías y recursos a estas actividades.
Uno de los sucesos más destacados de la vida de Jesús ocurre al finalizar este día 11 de nisán. Jesús está sentado en el monte de los Olivos con cuatro de sus apóstoles, Pedro, Andrés, Santiago y Juan.
Hay palabras de Jesús que detonan su inquietud. Acaba de decir que no se admiraran tanto del Templo y su belleza, puesto que "no quedará piedra sobre piedra que sea derribada" de tan majestuosa edificación.
Cuando nos dicen que sucederá algo tan impactante o asombroso, cuyo cumplimiento parece improbable o imposible, uno se pregunta el cómo.
Pero los apóstoles tienen en mente algo más amplio. Piensan en aquellas profecías mesiánicas en las que se destacan el esplendor y el poder de la presencia del Mesías y el someterse las naciones al Dios de Israel, YHWH. ¿Sucederá eso algún día?
Jesús predijo cosas como hambrunas, pestes, guerras, persecuciones, la predicación global de las buenas nuevas o evangelio. También predijo sobre una gran tribulación, sucesos cósmicos impresionantes, señales en el sol, la luna y las estrellas. Predijo angustia de naciones, y la venida del Hijo del Hombre en una nube con gran poder y gloria.
¿Eran confiables estas palabras de Jesús? Dijo que el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras de ningún modo pasarán.
Aconsejó que prestemos atención a nosotros mismos para que nuestros corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida. También destacó sobre el mantenerse despiertos en todo tiempo haciendo ruego para que logremos escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre.
Esta profecía de Jesús ha sido el objeto de numerosas interpretaciones. Organizaciones religiosas cristianas en todo el mundo se han esmerado en difundir el mensaje de Cristo, independientemente de su denominación o creencias. Eso es innegable. Pero, ¿es esa la perspectiva que nos ofrece Jesús? ¿Jesús espera que sólo nos dediquemos a predicar las buenas nuevas o evangelio en la organización religiosa o iglesia que estemos, y esperemos ansiosos el Armagedón o el rapto de la iglesia? ¿O hay algo más?
Jesús como profeta anuncia el futuro. Es un futuro que, primeramente asombró y desconcertó a los apóstoles, que hasta murieron sin ver ni vivir el cumplimiento de muchas de estas cosas que predijo Jesús.
En Lucas 19:11 leemos:
" Mientras ellos escuchaban estas cosas, habló también una ilustración, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente".
Si a los apóstoles les pasó que fueron presa de la imaginación y la expectativas erradas sobre el cumplimientos de las profecías mesíanicas, cuánto más nos puede pasar eso a nosotros.
En nuestros tiempos, pensamos en estas profecías de Jesús, y nos acordamos de aquellas expectativas erradas de armagedones que nunca llegaron, o de raptos de una iglesia o secta que nunca sucedieron. Esta profecía de Jesús, que se nos ha vendido como una especie de "abandónalo todo en tu vida" porque el "armagedón está a la vuelta de la esquina", o "Cristo viene y viene pronto", ha generado desconfianza y decepción entre las personas, y hasta los creyentes deben hacer un gran esfuerzo para mantener la fe.
Primero, Jesús no nos da un día, hora y fecha para que sucedan estas cosas. Él mismo dijo que ese dato nadie lo sabía, ni él ni los ángeles, sino Dios. Y es YHWH el que tiene la última palabra, y eso lo deja claro Jesús. Jesús tiene claro, y siempre lo transmite a los discípulos, que lo importante no son las expectativas propias o sus creencias personales, sino lo que YHWH tiene estipulado en su propósito y voluntad.
Hay una diferencia entre las expectativas personales ante el cumplimiento de una profecía, como esta, y lo que verdaderamente es su cumplimiento. Diferenciamos porque la expectativa nos ciega el entendimiento, como le pasó a los judíos. Esperaban un mesías versión David y Salomón, que les resolviera la vida en tiempos de Roma y les llevara a la paz y prosperidad. Por eso Jesús nunca encajó en su molde de Mesías.
A los cristianos hoy día nos puede pasar algo similar. Vemos a un Jesús que tiene que venir a la Tierra espectacularmente en una nube, con su voz de arcángel, a llevarse a la iglesia, o venciendo victorioso en armagedón. Pero esas pueden ser nuestras expectativas. Podemos caer en el error de sólo ver a Jesús como el que nos prospera, nos bendice y nos ayuda a simplemente tener una vida mejor.
En todos los casos tenemos un desafío, y es el de elegir entre mantenerse vigilante y despierto, al ver cómo suceden realmente esos cumplimientos proféticos de los sucesos que predijo Jesús. Es Dios quien nos debe mostrar el cómo se cumplen las profecías de Jesús. Pero lo más importante debe ser vigilar atentamente nuestra vida de relación con YHWH y ese camino que nos marca Jesús para llegar al Padre.