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Jesús: polémico y confrontacional

Jesus usa um chicote para expulsar os animais do templo e vira as mesas dos vendedores

El lunes 10 de nisán de aquella semana final en la vida de Jesús, se nos muestra en los evangelios con una imagen suya que impacta. Veamos el relato de Marcos 11:12-17

"Al día siguiente, cuando habían salido de Betania, le dio hambre.  Y de lejos vio una higuera que tenía hojas, y fue a ver si tal vez hallaba algo en ella. Mas, al llegar a ella, no halló nada sino hojas, porque no era la época de los higos. Así que le dijo: “Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti”. Y sus discípulos estaban escuchando. Luego llegaron a Jerusalén. Allí entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los que vendían palomas; y no dejaba que nadie llevara utensilios por el templo, siguió enseñando y diciendo: “¿No está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones’? Pero ustedes la han hecho una cueva de ladrones". 

Related imageA Jesús lo conocemos como alguien que usaba su poder para hacer el bien. Para ayudar a la gente. A pesar de las confrontaciones con los líderes religiosos judíos, nunca se negó a ayudar a la gente. Pero este Jesús maldice a una higuera. Su verbo se hace carne, y, efectivamente, la higuera se seca, ya no da fruto.  

Hay una sensación muy humana en Jesús. Tiene hambre, y va con expectativa e ilusión a la higuera, en busca de algo de comer. Y no halla nada. Entendemos sus sentimientos de desilusión. Esperar algo con expectativa y no lograrlo, genera sentimientos negativos. La reacción suya es la de maldecir la higuera. Ya no daría frutos.

Jesús nos enseña algo. La Ley de Moisés estipulaba cuidar y respetar a los árboles, pero no había razones para conservar a un árbol que no daba fruto. No tenía sentido alimentar y cuidar a un árbol que no daba resultados. ¿Hay áreas de nuestra vida así? Les hemos dedicado tiempo, energías, esmero, quizás hasta sacrificios. ¿Resultados? 0.

Nos aferramos a relaciones, trabajos, creencias u otras cosas que no dan resultados. Jesús es directo y frontal con la higuera que no da frutos. Así nos muestra qué hacer con aquello que no da frutos. Podemos mirar dentro de nuestro interior, y ver qué no da resultados. Si hemos esperado con paciencia resultados y nada logramos, es hora de buscar otras opciones.

Es el verbo creativo de Jesús el que es usado por él para maldecir a la higuera. Al día siguiente, la higuera se ve seca. Pero ese mismo día 10 de nisán, Jesús hace algo polémico. No solo habla, sino que toma un látigo. Es el Jesús que limpia el Templo en Jerusalén. 

Su látigo no fue sólo literal, para volcar las mesas de los comerciantes y sacar hasta a los animales. También su indignación le hace decir que el Templo, que debía ser casa de oración, es una cueva de ladrones. Ladrones, no porque usaran un arma para quitarle el dinero a la gente, sino por sus precios exorbitantes que cobraban a quienes necesitaban llevar ofrendas al Templo. El Templo era un lugar de negocios, de hacer dinero, pero no para buscar a Dios y permitir a la gente cumplir con la Ley.

No hay dudas de que este Jesús se atrajo enemigos por haberle tocado el bolsillo a muchos. También ese día habla públicamente a muchos y se oye una voz, la voz de Dios. Una voz que según algunos, era la de un ángel. 

Que Jesús hiciera milagros y se oyera la voz de Dios hablándole, no hizo que la gente se convirtiera en masa en seguidor de Cristo. Hoy pensamos que nos hacen falta milagros, señales sobrenaturales para tener fe o hasta escuchar la voz de Dios. Pero, por lo visto, eso no garantiza tener fe.

Vale la pena poder pensar en estos días en esta manifestación de Jesús como figura de autoridad. A veces nos cuesta tener el valor de tomar decisiones radicales para sacar de nuestra vida lo que no genera resultados. Por eso es importante reflexionar en este Jesús que nos invita al valor, la decisión y la fe.



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