Nuevos Cielos y Nueva Tierra
Un
Nuevo Orden Mundial o New World Order. Esta frase marca el concepto de la
necesidad de que exista un Nuevo mundo,
un nuevo sistema mundial. ¿Gobernado por quién, o por quiénes? Son muchas las
hipótesis que se barajan sobre estos posibles “nuevos” gobernantes del “nuevo”
orden mundial. Desde masones e illuminattis, pasando por el Club Bilderberg, y
una “conspiración” de extraterrestres reptilianos, todos se disputan el honor
de gobernar a ese “nuevo” mundo.
Al
lector de las Escrituras, el tema no le es ajeno. Porque hace un poco más de
2.700 años, es el mismo Dios quien propone crear un Nuevo
Mundo. Sí, Dios por medio de 3 personas da a conocer que instaurará Él
un Nuevo Orden en el Mundo. Esas personas son 1 profeta, y 2 apóstoles de
Jesucristo. El profeta, es Isaías, quien presenta la mayor información
sobre el Mesías, y los apóstoles son Pedro y Juan, pertenecientes al grupo más
íntimo de discípulos de Cristo Jesús.
¿Es
importante tener presente estos
hechos? Sin duda alguna, porque las Escrituras inspiradas son consistentes en
indicar que es por medio de Cristo Jesús, como Rey del Reino de Dios, que
Jehová realiza una “buena administración
en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en
Cristo, tanto las que están en los cielos,
como las que están en la tierra”
(Efesios 1:10). Y es precisamente esa reunión de todas las cosas en
Cristo, la de las cosas en los Cielos y en la Tierra, la que sucede por medio de una administración, la del Reino de
Dios. Y es ese Reino de Dios, la garantía de que ciertamente habrán unos
“nuevos” Cielos y una “nueva” Tierra.
En
4 lugares diferentes aparece en las Escrituras la promesa de los “nuevos”
Cielos y la “nueva” Tierra. Son:
Isaías 65:17
Miren, yo voy a crearun nuevo cielo y una nueva tierra.
Lo pasado quedará olvidado,
nadie se volverá a acordar de ello.
Isaías 66:22
También afirma Jehová:"Así como el nuevo cielo y la nueva tierra
que yo voy a crear
durarán para siempre,
así también durarán tus descendientes y tu nombre.
2 Pedro 3:13
Pero nosotros esperamos el nuevo cielo y la nueva tierra que Dios ha prometido, en los cuales todo será justo y bueno.
Apocalipsis 21:1
Después
vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el primer cielo y
la primera tierra habían dejado de existir, y también el mar.
Recientemente hemos visto en las noticias cómo los Cielos, los planetas y demás componentes del Universo son, de alguna forma "nuevos". ¿Hay nuevos planetas, estrellas, o fuerzas cósmicas que están incidiendo en nuestro planeta en este momento? Así lo informan recientes decubrimientos astronómicos y científicos. Y sobre la Tierra, es evidente que hay nuevas fuerzas y energías que están emanando de su interior, porque, ¿cómo se explican los recientes fenómenos naturales y desastres, en los que terremotos, volcanes, tornados, y otros sucesos demuestren que ciertamente, nuestro planeta está cambiando?
No podemos negar estos hechos. Algunos considerarán estos señalamientos como indicios catastróficos, o paranoia basada en interpretaciones de textos sagrados o proféticos de diversa índole. Uno puede tomarlo como quiera, pero los hechos están ahí, y son innegables.
En un tribunal de juicio, el jurado está obligado a considerar la evidencia de los hechos. Puede ser que al jurado le guste o no, pero los hechos son incontrovertibles, y están ahí, no se pueden negar. Algo similar podemos decir sobre la evidencia de los hechos que presenciamos en estos tiempos. Puede que nos guste o no, pero son los hechos.
Sobre la necesidad de tener una ayuda extra que nos permita descifrar estos sucesos y entender correctamente su significado, Jesucristo dejó como enseñanza una parábola: la de las 10 vírgenes (Mateo 25:1-10). La parábola destaca que, en esencia, lo que diferencia a las 10 vírgenes es que 5 de ellas tuvieron la previsión de guardar el aceite extra, combustible en sus frascos, por si acaso el novio demoraba, y lo pudieran recibir con sus lámparas encendidas y en orden. En la parábola, al tardarse el novio, todas su duermen. Pero, algo sucede, a medianoche se oye un clamor, y... es el novio. ¡Salgan a recibirlo! clama la gente.
Todas se levantan, y toman sus lámparas. No se les reprocha el haberse dormido, pero sí está clara una diferencia: ha llegado el momento de llenar la lámpara con aceite, el aceite que se guardó de reserva. Sólo que 5 de ellas tienen ese aceite, es decir, sólo 5 tienen lámparas encendidas para recibir al novio. Las 5 vírgenes que no tuvieron la previsión de tener aceite extra, piden aceite a las que sí tuvieron la perspicacia de guardar aceite de reserva. ¿Resultado? Las 5 vírgenes necias, o insensatas, se van a buscar aceite a medianoche, para recibir al novio.
Jesucristo, por medio de esta parábola deja algo en claro: Él sabe que la demora, o el tiempo de espera ante los sucesos predichos sobre la venida del Hijo del Hombre, hasta genera "sueño" entre sus seguidores. El problema no era ese, puesto que hasta las vírgenes sabias también se duermen. El problema era no tener aceite de reserva. ¿Qué significa esto, y qué conexión tiene con los "nuevos cielos y nueva Tierra"?
Jesús enseñó en el Sermón del Monte cuál es nuestra "lámpara": es el ojo (Mateo 6:22). En Lucas 11:34-36 leemos lo que dijo Jesús en cierta ocasión sobre la lámpara de nuestro cuerpo, nuestro ojo, y cómo nos transforma:
"La lámpara de tu cuerpo es tu ojo.
Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz.
Pero cuando está malo, también tu cuerpo está lleno de oscuridad.
Mira, pues, que la luz que en ti hay no sea oscuridad.
Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, sin tener parte alguna en tinieblas, estará totalmente iluminado como cuando la lámpara te alumbra con sus rayos".
Jesucristo enseñó que la lámpara es nuestro ojo, nuestro ojo interior, esa capacidad de usar nuestra visión espiritual, que permite entender los propósitos de Dios. Una visión espiritual, que se mantiene aguda y bien enfocada, en una sola dirección, permite mantenerse alerta y poder estar al tanto de cómo se desarrollan los acontecimientos y su significado.
Jesús finalizó Su enseñanza sobre las 10 vírgenes, diciendo: "Velen, estén alertas, pues no saben ni el día ni la hora" (Mateo 25:10). Sí, el tener la lámpara de nuestro ojo espiritual bien encendida depende del aceite extra que tengamos guardado, el espíritu santo. Ese espíritu de Dios nos da iluminación, entendimiento, discernimiento, y nos permite el poder estar en condiciones de recibir esas cosas "nuevas" que Jehová ha prometido crear: "nuevos" Cielos y "nueva" Tierra.
El creyente sincero no se dejará llevar, cual ola, por cualquier "viento" de enseñanza, que parezca atractiva, y hasta sustentada bíblicamente. Querrá dejarse guiar por la infalible guía del espíritu santo de Dios, ese que facultó a hombres y mujeres del pasado a hacer auténticas hazañas, como cerrar la boca de los leones, escapar de las circunstancias más difíciles, y hasta vencer poderosos ejércitos. Jesús nos enseñó lo necesario que es pedir espíritu santo, y lo necesitamos a fin de mantenernos alerta, y discernir lo importante y urgente, de aquello que no lo es. Necesitamos espíritu santo y sabiduría para seguir adelante y mantener la expectativa correcta sobre la Presencia del Hijo del Hombre. No queremos ser como aquellos ingenuos y crédulos, que se dejan llevar por desesperación ante cualquier "novedad" espiritual, o peor aún, ser de aquellos que por costumbre y apego a las tradiciones religiosas se niegan a aceptar los hechos sobre los tiempos que estamos viviendo.