Cómo entender: que son "bienaventurados los pobres en espíritu"
Jesucristo
Leer los Evangelios es una experiencia espiritual de cierta complejidad. Por ejemplo, cuando Jesús enseñó que el primer y más grande mandamiento es el amar a Dios con todas las fuerzas, mente, alma y corazón, definitivamente no quedan dudas de lo que eso significa. Amar a Dios es algo superlativo, extraordinario, no se puede amar a Dios con otra fuerza e impulso que no sea el del 110% de TODO nuestro ser (Marcos 12:29-30).
O, por ejemplo, cuando Jesús lavó los pies de los 12 apóstoles, es decir, los de los 11 apóstoles fieles a Él + los pies del traidor Judas Iscariote, nos enseñó a actuar así, así mismo como Él, el Maestro, lo había hecho. ¿Lavarle los pies a quien sabes que te traiciona? Difícil y complicado es, pero Jesús lo enseñó como modelo de servir a otros.
Por ello, al leer en diversas Biblias el texto de Mateo 5:3, que es el que da inicio al Sermón del Monte, da la sensación de que parece contradictorio lo que dijo Jesús. Sí, dijo que eran Bienaventurados los pobres en espíritu, PORQUE a ellos, sí a los pobres en espíritu, les pertenece el Reino de los Cielos.
El Reino de los Cielos es un estado de bendita e inefable felicidad, un orden excelso y elevado. ¡Es el Reino del Cielo, donde vive Dios y gobierna Dios! Y Dios es Amor, Luz, Belleza, Armonía, Paz, Bienestar, Abundancia de todo lo bueno. Así que, a quien le pertenezca el Reino del Cielo, le pertenece TODO lo que significa y tiene el Cielo.
La pregunta del millón es, ¿dónde es ese Reino? ¿En el Cielo o en la Tierra? Muchos creen que es en el Cielo, otros creen que es en la Tierra, y algunos consideran que este es un asunto demasiado complejo como para tratarlo.
De que es importante lo es, porque si es bienaventurado o bendita la persona que es pobre en espíritu, porque llega a poseer el Reino de los Cielos, entonces comprender esto es muy significativo para nuestra vida.
Esto nos obliga a preguntarnos qué actitud o disposición de corazón tenemos para con Dios, Padre y Creador, y los asuntos espirituales. Jesús dio una parábola que nos ayuda a entender el significado de sus palabras de que son "bienaventurados" los "pobres en espíritu". En Lucas 16:19-31, se narra la parábola de 2 personas: el rico y Lázaro. Ambos están en los 2 polos opuestos de la vida. El rico es, muy rico, poderoso, influyente, famoso, come bien, vive bien, viste bien, está sano y fuerte. Hace fiestas todos los días, con el mejor vino y la mejor comida. Por supuesto, todos lo quieren. Lázaro es pobre, vive junto a la entrada de la casa del rico, con su piel llena de llagas. Hasta el punto, de que los perros le lamían las llagas. Este pobre hombre tenía tanta
hambre que deseaba comer, por lo menos, las sobras que caían de la mesa
del hombre rico.
Según la parábola, el hombre pobre murió. Y los ángeles le pusieron en un puesto de honor. Con el tiempo muere el rico, lo entierran pero se va al infierno, donde sufre muchísimo. Y ahí, en su infierno, ve de lejos a un viejo conocido: Lázaro. El rico pide compasión, esa que él no tuvo con Lázaro. Y Dios, en la figura de "Abrahán", según la parábola, le recuerda al rico que en vida, a él le iba bien, pero a Lázaro le iba mal, y ahora le tocaba sufrir. El rico comprendió qué había hecho mal: no hizo caso de lo que estaba escrito en la Biblia, o Escrituras Sagradas, y vivió su vida con un estado de satisfacción, como si Dios no existiera. Al rico jamás le importó Dios, sólo le importó su propia vida y fama. ¿Y pretendía ahora recibir algo bueno de Dios, el Dios al que ignoró toda su vida?
El rico rogó a "Abrahán" (Dios en la parábola), que enviara a Lázaro a casa de su familia a que dejaran de hacer lo malo. La respuesta de Dios, en la parábola fue: "Tus hermanos tienen la Biblia. ¿Por qué no la leen? ¿Por qué no la obedecen?" El hombre rico respondió:
"Abrahán, querido antepasado, ¡eso no basta! Pero si alguno de los muertos va y habla con ellos, te aseguro que se volverán a Dios". Abrahán le dijo: "Si no hacen caso de lo que dice la Biblia, tampoco le harán caso a un muerto que vuelva a vivir"".
Fin de la historia. Aquí vemos, en una parábola, descrito el significado espiritual de Mateo 5:3. Hay 2 tipos de personas: los que son "ricos en espíritu", personas orgullosas, altivas, a quienes Dios y los asuntos espirituales les tienen sin cuidado. Personas que incluso, pueden ser líderes religiosos, quienes tienen su "galardón completo" con la fama y gloria que reciben.
Vale la pena acotar que, dentro de algunos líderes religiosos cristianos hay más ambición, orgullo y espíritu de competencia que entre personas que no son creyentes. Si escriben un libro, necesitan que su cara aparezca en la portada, sonrientes, vendiéndose a sí mismos como "modelos" de lo que "debe ser" un cristiano. Personas que gustan de la fama y el poder que tienen como "pastores" sobre otros. Son, sin duda, como el hombre rico de la parábola de Jesús.
Por otra parte, existen hombres y mujeres devotos, sinceros, que no brillan o destacan en sus comunidades. Pero son quienes todas las noches oran a Dios por guía, ayuda, sustento, por protección para sus hijos, por tener qué comer mañana. Son personas que no dan cátedra de conocimiento bíblico, pero su fe y dependencia de Dios son a toda prueba.
Jesús siempre exhortó a los que le escuchaban a transformarse desde lo interior, por medio de cultivar la disposición mental y de corazón que verdaderamente agrada a Dios. El pobre en espíritu necesita a Dios, necesita de Él, de Su guía y apoyo en todo aspecto de su vida. Las palabras de Jesús enfatizan la consciencia de la necesidad espiritual de buscar a Dios y depender de Él. Evidentemente, necesidades espirituales tenemos los seres humanos, pues nacemos con esa inclinación hacia los asuntos espirituales, pero el ser conscientes de esa necesidad, implica darle un giro de acción a nuestro corazón y buscar, no depender de nosotros mismos o de otros, sino de Dios.
El "pobre en espíritu" busca a Dios y busca de Dios. Lamentablemente, se confunde la necesidad de buscar a Dios y dejarse guiar por Él con la pertenencia a una religión, o tendencia religiosa, o el formar parte de un "grupo" de personas que sigue a un líder. Jesús enseñó que el Padre busca a un cierto tipo de personas: los que lo adoran con espíritu y con verdad. Quien confunda la consciencia de la necesidad espiritual con ser parte de una religión o grupo, va inexorablemente al fracaso. Porque es Dios quien ama, sustenta, satisface y guía, no una religión, ser humano o ideología.
Jesucristo, Hijo de Dios, nos dejó un ejemplo perfecto de alguien que siempre de dependía de Dios. Lo demostró en Su enseñanza y acción. Siempre le vemos orando, dirigiendo a las personas a Dios y no hacia sí mismo. "Lo que enseño no es mío, es de mi Padre", decía Él sobre lo que declaraba a otros.
Si uno quiere ser "bienaventurado" o "bendito" o feliz, como enseñó Jesús, es importante reexaminar sus propias actitudes de corazón y disposición hacia Dios, hacia Sus cosas y hacia la propia relación personal con Él. No existe obra, labor o mandato que sea más importante que el del amor, el de amar al Padre con todas las fuerzas, mente, corazón y alma. Quien descubre la belleza y grandeza del amor del Padre y de estar bajo Su amorosa guía, ciertamente, comienza a disfrutar de que le pertenezca el "Reino de los Cielos", no en otro mundo, sino en éste.
Según la parábola, el hombre pobre murió. Y los ángeles le pusieron en un puesto de honor. Con el tiempo muere el rico, lo entierran pero se va al infierno, donde sufre muchísimo. Y ahí, en su infierno, ve de lejos a un viejo conocido: Lázaro. El rico pide compasión, esa que él no tuvo con Lázaro. Y Dios, en la figura de "Abrahán", según la parábola, le recuerda al rico que en vida, a él le iba bien, pero a Lázaro le iba mal, y ahora le tocaba sufrir. El rico comprendió qué había hecho mal: no hizo caso de lo que estaba escrito en la Biblia, o Escrituras Sagradas, y vivió su vida con un estado de satisfacción, como si Dios no existiera. Al rico jamás le importó Dios, sólo le importó su propia vida y fama. ¿Y pretendía ahora recibir algo bueno de Dios, el Dios al que ignoró toda su vida?
El rico rogó a "Abrahán" (Dios en la parábola), que enviara a Lázaro a casa de su familia a que dejaran de hacer lo malo. La respuesta de Dios, en la parábola fue: "Tus hermanos tienen la Biblia. ¿Por qué no la leen? ¿Por qué no la obedecen?" El hombre rico respondió:
"Abrahán, querido antepasado, ¡eso no basta! Pero si alguno de los muertos va y habla con ellos, te aseguro que se volverán a Dios". Abrahán le dijo: "Si no hacen caso de lo que dice la Biblia, tampoco le harán caso a un muerto que vuelva a vivir"".
Fin de la historia. Aquí vemos, en una parábola, descrito el significado espiritual de Mateo 5:3. Hay 2 tipos de personas: los que son "ricos en espíritu", personas orgullosas, altivas, a quienes Dios y los asuntos espirituales les tienen sin cuidado. Personas que incluso, pueden ser líderes religiosos, quienes tienen su "galardón completo" con la fama y gloria que reciben.
Vale la pena acotar que, dentro de algunos líderes religiosos cristianos hay más ambición, orgullo y espíritu de competencia que entre personas que no son creyentes. Si escriben un libro, necesitan que su cara aparezca en la portada, sonrientes, vendiéndose a sí mismos como "modelos" de lo que "debe ser" un cristiano. Personas que gustan de la fama y el poder que tienen como "pastores" sobre otros. Son, sin duda, como el hombre rico de la parábola de Jesús.
Por otra parte, existen hombres y mujeres devotos, sinceros, que no brillan o destacan en sus comunidades. Pero son quienes todas las noches oran a Dios por guía, ayuda, sustento, por protección para sus hijos, por tener qué comer mañana. Son personas que no dan cátedra de conocimiento bíblico, pero su fe y dependencia de Dios son a toda prueba.
Jesús siempre exhortó a los que le escuchaban a transformarse desde lo interior, por medio de cultivar la disposición mental y de corazón que verdaderamente agrada a Dios. El pobre en espíritu necesita a Dios, necesita de Él, de Su guía y apoyo en todo aspecto de su vida. Las palabras de Jesús enfatizan la consciencia de la necesidad espiritual de buscar a Dios y depender de Él. Evidentemente, necesidades espirituales tenemos los seres humanos, pues nacemos con esa inclinación hacia los asuntos espirituales, pero el ser conscientes de esa necesidad, implica darle un giro de acción a nuestro corazón y buscar, no depender de nosotros mismos o de otros, sino de Dios.
El "pobre en espíritu" busca a Dios y busca de Dios. Lamentablemente, se confunde la necesidad de buscar a Dios y dejarse guiar por Él con la pertenencia a una religión, o tendencia religiosa, o el formar parte de un "grupo" de personas que sigue a un líder. Jesús enseñó que el Padre busca a un cierto tipo de personas: los que lo adoran con espíritu y con verdad. Quien confunda la consciencia de la necesidad espiritual con ser parte de una religión o grupo, va inexorablemente al fracaso. Porque es Dios quien ama, sustenta, satisface y guía, no una religión, ser humano o ideología.
Jesucristo, Hijo de Dios, nos dejó un ejemplo perfecto de alguien que siempre de dependía de Dios. Lo demostró en Su enseñanza y acción. Siempre le vemos orando, dirigiendo a las personas a Dios y no hacia sí mismo. "Lo que enseño no es mío, es de mi Padre", decía Él sobre lo que declaraba a otros.
Si uno quiere ser "bienaventurado" o "bendito" o feliz, como enseñó Jesús, es importante reexaminar sus propias actitudes de corazón y disposición hacia Dios, hacia Sus cosas y hacia la propia relación personal con Él. No existe obra, labor o mandato que sea más importante que el del amor, el de amar al Padre con todas las fuerzas, mente, corazón y alma. Quien descubre la belleza y grandeza del amor del Padre y de estar bajo Su amorosa guía, ciertamente, comienza a disfrutar de que le pertenezca el "Reino de los Cielos", no en otro mundo, sino en éste.