Necesidad de discernimiento espiritual
Los hombres y mujeres que practican el arte de catar vinos, o degustarlos, necesitan de varios elementos para definir a un vino. El paladar, el olfato y la vista, son indispensables. ¿Qué hacen para degustar el vino? En un lugar ideal para hacer la cata, que debe ser bien iluminado, aireado, carente de olores y a temperatura media, los catadores beben copas de vino que deben ser transparentes e incoloras, para apreciar el color y brillo del vino.
El color, el aroma, el sabor... esos elementos y otros buscan los catadores para calificar a un vino. En el Evangelio de Juan capítulo 2, tenemos la mención de un hombre, experto en el arte de catar todo tipo de vinos, que probó un vino tan especial, que calificó el vino de formidable, excelso o excelente. Ese fue el veredicto del maestresala o director de bodas de aquel famoso matrimonio en Caná de Galilea, en el que el productor del vino fue Jesucristo. Y no nos imaginamos un vino hecho por Jesucristo que no sea otra cosa sino excelente, inigualable, excelso, póngale el calificativo que quiera, ya desearían muchos haber probado ese vino en algún momento y tratar de igualarlo.
En este ejemplo de la vida de Jesucristo, que aparece en el primero de sus milagros, se nos enseña la necesidad de tener discernimiento espiritual. Tener la capacidad de diferenciar, evaluar, comprobar, hacer el debido escrutinio a un asunto, antes de tomar una decisión o llegar a creer una determinada enseñanza religiosa o noticia. Incluso, en este mundo lleno de todo tipo de relatos sensacionalistas y sucesos, cuán evidente es que no se puede dar crédito a todo lo que se oye o lee. Hay que discernir, diferenciar lo verdadero de lo falso.
El discernimiento espiritual es una de las cualidades de hombres y mujeres espirituales, como en cierta ocasión lo señaló el apóstol Pablo:
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
1 Corintios 2:14
Palabra clave: entender. En el entender un asunto, se refleja que hay discernimiento espiritual. En el entender un asunto, se pueden poner en conjunto las piezas de un rompecabezas, y la imagen toma forma. Es como si todo encajara, en el lugar y posición correctos.
De manera sencilla, podemos ver un ejemplo de discernimiento espiritual en Saulo de Tarso, mejor conocido como el apóstol Pablo, cuando Jesús se le presentó camino a Damasco. Cierto, Saulo quedó ciego e impactado por la presencia luminosa del Jesucristo resucitado, pero ello no le impidió ver la obvia verdad: Jesús de Nazaret era realmente el Mesías, y, aunque la nación judía entera lo rechazara, para él, ya todo estaba claro. El siguiente paso, era seguir a Jesús, y sí lo hizo, hasta el fin de sus días.
Caso contrario, de falta de discernimiento espiritual, lo vemos en aquel hombre joven y rico que despreció la invitación de Jesús de seguirle. Para él, las riquezas y su prestigio como judío, eran más importantes que seguir a Jesús. Eso que le pidió Jesucristo de ir a venderlo todo, todo lo que tenía y tanto le costó conseguir, tomar ese dinero y darlo a los pobres, con la oferta de tener tesoro en los cielos, y seguir a Jesús le parecería sencillamente ¡absurdo!
El discernimiento espiritual implica entender lo que es la voluntad de Dios en un momento determinado y actuar en consecuencia. Saulo de Tarso así lo entendió, lo discernió, y pasara lo que pasara, él se aferró a su decisión. Quien no entiende las implicaciones de seguir a Jesús, de andar a través de ese camino angosto y estrecho que conduce a la vida eterna, aún no discierne espiritualmente lo que significa ser discípulo de Jesús y su relación con el Padre.
Supongamos que vamos manejando y de repente se nos pincha una llanta. ¿Qué hacer? ¿Seguir andando como si nada? ¿O pararse, bajarse del carro y revisar la batería a ver si todo funciona bien? No, el problema es simplemente el caucho que se espichó, no la batería, ni otra cosa, y no se puede ignorar ese hecho. Así actúan muchos en su relación con Dios y Cristo, hay un problema de no entender, de no discernir la voluntad del Padre, y la mejor solución que se les ocurre es llenar el vacío de su falta de discernimiento con argumentos de autoengaño.
Lo que YHWH expresa en las Escrituras es claro, pero requiere ser discernido. En los ejemplos mencionados anteriormente, hay diferentes actitudes, pues Saulo de Tarso entendió que si el Mesías, Jesús, le pide que haga algo y es el Enviado de Dios, realmente, él lo hace. Pero el joven rico no entendió nada, no creyó y por consiguiente, con dar media vuelta se dio por satisfecho.
En estos tiempos, en los que hay tantas versiones del Evangelio de Jesús a la carta, en la que uno puede "escoger" en qué creer, es necesario ejercer discernimiento espiritual, no dar crédito a cualquier enseñanza o idea, por muy agradable o bien estructurada parezca estar bíblicamente, o según el peso de la fama de quién lo diga. Hay quienes creen ciegamente en lo que se les enseña en sus iglesias o religiones como provenientes de Dios, sólo basado en la "autoridad" de quien lo dice.
Excelente ejemplo dan los bereanos, quienes hacían lo siguiente con el testimonio de Pablo y Silas:
Escudriñaban cada día las Escrituras, aunque recibieron el testimonio de Pablo con solicitud. De la misma forma, al leer alguna información, o escuchar algo, no importa su fuente, pregúntese: ¿es cierto? ¿qué pruebas aporta? ¿qué coherencia en las Escrituras tiene esta enseñanza? Y, lo más importante: ¿viene de Dios?
Igual con las noticias, o cosas de la "conspiranoia" de Internet, lo referente a profecías, cálculos de fechas de fin del mundo. Pueden sonar muy interesantes, pero antes de creerse algo, mejor cerciorarse primero.
Dios da sabiduría, y eso incluye el discernimiento, el cual hay que pedirle a YHWH, y cultivarlo. Recuerde: nuestra vida y relación con Dios depende de ello.
De manera sencilla, podemos ver un ejemplo de discernimiento espiritual en Saulo de Tarso, mejor conocido como el apóstol Pablo, cuando Jesús se le presentó camino a Damasco. Cierto, Saulo quedó ciego e impactado por la presencia luminosa del Jesucristo resucitado, pero ello no le impidió ver la obvia verdad: Jesús de Nazaret era realmente el Mesías, y, aunque la nación judía entera lo rechazara, para él, ya todo estaba claro. El siguiente paso, era seguir a Jesús, y sí lo hizo, hasta el fin de sus días.
Caso contrario, de falta de discernimiento espiritual, lo vemos en aquel hombre joven y rico que despreció la invitación de Jesús de seguirle. Para él, las riquezas y su prestigio como judío, eran más importantes que seguir a Jesús. Eso que le pidió Jesucristo de ir a venderlo todo, todo lo que tenía y tanto le costó conseguir, tomar ese dinero y darlo a los pobres, con la oferta de tener tesoro en los cielos, y seguir a Jesús le parecería sencillamente ¡absurdo!
El discernimiento espiritual implica entender lo que es la voluntad de Dios en un momento determinado y actuar en consecuencia. Saulo de Tarso así lo entendió, lo discernió, y pasara lo que pasara, él se aferró a su decisión. Quien no entiende las implicaciones de seguir a Jesús, de andar a través de ese camino angosto y estrecho que conduce a la vida eterna, aún no discierne espiritualmente lo que significa ser discípulo de Jesús y su relación con el Padre.
Supongamos que vamos manejando y de repente se nos pincha una llanta. ¿Qué hacer? ¿Seguir andando como si nada? ¿O pararse, bajarse del carro y revisar la batería a ver si todo funciona bien? No, el problema es simplemente el caucho que se espichó, no la batería, ni otra cosa, y no se puede ignorar ese hecho. Así actúan muchos en su relación con Dios y Cristo, hay un problema de no entender, de no discernir la voluntad del Padre, y la mejor solución que se les ocurre es llenar el vacío de su falta de discernimiento con argumentos de autoengaño.
Lo que YHWH expresa en las Escrituras es claro, pero requiere ser discernido. En los ejemplos mencionados anteriormente, hay diferentes actitudes, pues Saulo de Tarso entendió que si el Mesías, Jesús, le pide que haga algo y es el Enviado de Dios, realmente, él lo hace. Pero el joven rico no entendió nada, no creyó y por consiguiente, con dar media vuelta se dio por satisfecho.
En estos tiempos, en los que hay tantas versiones del Evangelio de Jesús a la carta, en la que uno puede "escoger" en qué creer, es necesario ejercer discernimiento espiritual, no dar crédito a cualquier enseñanza o idea, por muy agradable o bien estructurada parezca estar bíblicamente, o según el peso de la fama de quién lo diga. Hay quienes creen ciegamente en lo que se les enseña en sus iglesias o religiones como provenientes de Dios, sólo basado en la "autoridad" de quien lo dice.
Excelente ejemplo dan los bereanos, quienes hacían lo siguiente con el testimonio de Pablo y Silas:
"Estos (los judíos bereanos que se hicieron creyentes) eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así"
Escudriñaban cada día las Escrituras, aunque recibieron el testimonio de Pablo con solicitud. De la misma forma, al leer alguna información, o escuchar algo, no importa su fuente, pregúntese: ¿es cierto? ¿qué pruebas aporta? ¿qué coherencia en las Escrituras tiene esta enseñanza? Y, lo más importante: ¿viene de Dios?
Igual con las noticias, o cosas de la "conspiranoia" de Internet, lo referente a profecías, cálculos de fechas de fin del mundo. Pueden sonar muy interesantes, pero antes de creerse algo, mejor cerciorarse primero.
Dios da sabiduría, y eso incluye el discernimiento, el cual hay que pedirle a YHWH, y cultivarlo. Recuerde: nuestra vida y relación con Dios depende de ello.