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El Jesús que vence el mal


Jesús acaba de bautizarse en el río Jordán. Los cielos se le han abierto, y tiene consciencia plena de quién es Él realmente. Ha llegado el tiempo señalado para el inicio de su misión, y por eso toma una decisión: ir al Desierto de Judea. ¿A qué?

Necesita estar solo consigo mismo. Era importante que en este momento de su vida, pausara, y pudiera estructurar en su mente las cosas que tenía por delante. Su ministerio en la Tierra debía comenzar, para cumplir su misión salvadora en el mundo, enseñando a la gente sobre Dios, para que las generaciones siguientes pudieran aprender la esencia de su enseñanza y seguirla, hasta el tiempo de Su Presencia.  

Ayuna durante 40 días y 40 noches. En el pasado, profetas de la talla de Moisés y Elías hicieron algo similar. Y fue un tiempo especialmente bendito para su preparación espiritual, en la Presencia de YHWH. Para estar en la Presencia de Dios, se requiere estar a solas, en unas circunstancias que permitan la total concentración. Para Jesús era más fácil que para nosotros hoy en día. No había celulares, ni T. V., ni tenía una esposa e hijos a los que atender. Actualmente nos es un poquito difícil "desconectarse", apartar tiempo para la oración, la meditación o la reflexión seria. Sin embargo, vale la pena esforzarse por apartar tiempo para estar a solas. Sólo Dios y uno.

Jesús, después de los 40 días y noches de ayuno, siente hambre. Entonces entra en la escena un personaje. El Tentador. Se inician las famosas tentaciones de Jesús. Son 3 en total. ¿Qué sucede realmente durante esas 3 pruebas que el Tentador pone ante Cristo? Es importante aclarar algo primero: ¿qué es una tentación?

Asociamos la palabra tentación a cuestiones como el pecado, la carne, y cosas así por el estilo. Lo cierto del caso es que Jesús vive en suma 3 pruebas, o desafíos. De orma maliciosa, astuta, se ponen a prueba sus cimientos de la determinación de Jesús en su misión. 

La manera en la que Jesús enfrentó esas 3 pruebas, también nos enseña cómo confrontar y vencer el mal. 

Las pruebas, esos desafíos presentes que confrontamos, nos muestran de qué material estamos hechos. Esas pruebas pueden hacernos ver las cosas con el cristal incorrecto, y detonar sentimientos y pensamientos negativos. 

Por ejemplo, no importa la situación financiera que uno tenga, siempre está presente la tentación de aquello que deseamos, que queremos, o que necesitamos, y cómo obtenerlo. Jesús tenía hambre, y parecía que la única manera de satisfacer su hambre era haciendo lo que le decía el Tentador. Era una solución salida de la boca del tentador, no la de Dios.

Nosotros también tenemos la tentación, o prueba, en la posibilidad de elegir el mal, sobre el cómo satisfacer nuestras necesidades materiales. Y es que la tentación es sencillamente la elección de una posibilidad que es negativa, perjudicial, contraria. Pan para hoy, y hambre para mañana, dicen popularmente, pero es cierto. 

Jesús tiene hambre. Es Hijo de Dios y tiene el poder de hacer milagros. ¿No es lógico que use ese poder para comer? ¿No podía acaso resolver el problema de su hambre haciendo algo fácil para Él: convertir piedras en panes?

Sí. Puede hacerlo. Tiene el derecho de hacerlo, pues no está violando ninguna Ley Divina, ni está haciendo daño a nadie. Jesús, al igual que nosotros, necesitaba comer, beber, vestirse, etc. ¿Cómo satisfacer esa necesidad natural por las cosas materiales? Jesús no usaría el poder milagroso que tenía para comer. Y, por ello, tenía que responder a la tentación. Respondió:

—Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino que de toda expresión que sale de la boca de YHWH vive el hombre." 



Jesús citó del Deuteronomio 8:3, palabras dirigidas al Israel que estaba a punto de entrar a la tierra prometida. Israel se alimentó del maná que caía del cielo, en un período de 40 años. Dios proveyó a una nación en el desierto, pan y agua, comida en forma milagrosa. Pero esa fue la voluntad de Dios, fue lo que Dios mandó que fuera el cómo alimentar a esa nación. Jesús le dijo al Tentador que Él comería si Dios daba la orden de que él comiera. Una orden que saliera de Su boca, sobre la comida de Jesús. En síntesis: Jesús comería si Dios así lo mandaba.

Jesús superó la tentación. Dijo NO a la propuesta aparentemente "lógica" del Tentador. Lo interesante es que Jesús superó esta prueba una vez. Eso nos enseña algo. No tenemos que estar vez tras vez, tropezando de nuevo con la misma piedra. Podemos aprender una vez la lección, y sacarle el máximo provecho. ¿Tiene sentido repetir los errores? Seguro que no.

Ante los desafíos diarios que afrontamos, es importante, mantener la fe y confianza de que no existen situaciones que no podamos superar. La clave es mantener esa convicción que nos enseña Jesús de apegarnos al Padre, y que con Su fuerza podamos salir adelante.

El Jesús que vence el mal es frontal, directo, pues entiende que el mal debe ser vencido inmediatamente y sin demoras. Nos enseña que, ante las pruebas y desafíos, debemos dar la batalla para vencer el mal con la certeza de la victoria. No importa si es una crisis económica, de salud, o de otro tipo, Jesús nos enseña a vencerla.

Las tentaciones de Jesús nos enseñan mucho sobre la naturaleza humana. Sobre cómo nuestra propia condición, puede ser nuestro mejor aliado o enemigo, dependiendo de cómo se reaccione y se actúe. Si imitamos a Jesús, en su respuesta tajante y directa a las tentaciones que sufrió, podremos recibir de Dios Su bendición y favor. 

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