Jesús enseña la misericordia divina
Jesús enseña la misericordia divina |
Jesús enseña la misericordia divina
En una ladera del Monte Sinaí, estaba
Moisés, hablando con YHWH. Buscaba de Él una cosa: Su presencia. Quería que
fuera este Divino Ser quien le asegurara Su presencia en los días por venir, en
dirección a la Tierra Prometida.
En un punto de la conversación, YHWH aseguró a
Moisés:
Moisés le dijo a YHWH:
—Mira, tú me pides que yo dirija a este
pueblo, pero no me dices a quién vas a enviar conmigo. También dices que tienes
mucha confianza en mí y que me he ganado tu favor. Pues si esto es cierto,
hazme saber tu propósito, para que yo pueda tener confianza en ti y pueda
seguir contando con tu favor. Ten en cuenta que este pueblo es tu pueblo.
—Yo mismo te acompañaré y te haré descansar
—dijo YHWH.
Pero Moisés le respondió:
—Si Tú mismo no vas a acompañarnos, no nos
hagas salir de aquí. Porque si Tú no nos acompañas, ¿de qué otra manera podrá
saberse que Tu pueblo y yo contamos con Tu favor? Sólo así Tu pueblo y yo
podremos distinguirnos de todos los otros pueblos de la tierra.
—Esto que has dicho también lo voy a hacer,
porque tengo confianza en ti y te has ganado mi favor —le afirmó Dios.
—¡Déjame ver tu gloria! —suplicó Moisés.
Pero Dios contestó:
—Voy a hacer pasar toda mi bondad delante de ti,
y delante de ti pronunciaré Mi Nombre. Tendré misericordia
de quien Yo quiera, y tendré compasión también de quien Yo quiera. Pero te
aclaro que no podrás ver mi rostro, porque ningún hombre podrá verme y seguir
viviendo.
Dijo también YHWH:
—Mira, aquí junto a mí hay un lugar. Ponte de
pie sobre la roca. Cuando pase Mi gloria, te pondré en un hueco de la roca y te
cubriré con mi mano hasta que Yo haya pasado.
Después quitaré Mi mano, y podrás
ver mis espaldas; pero Mi rostro no debe ser visto.
Éxodo 33:12-22
Uno de los puntos destacables de esta
conversación singular, en la que Dios muestra a Moisés parte de Su gloria, es
la certeza de asegurar misericordia a quien lo desee. Vez tras vez
vemos en las Escrituras la expresión “misericordia”, y esta es una de las primeras
veces que Dios mismo se menciona como Aquel que muestra misericordia. Si notamos el
contexto, la misericordia
se relaciona con la bondad de Dios, Su favor y su Nombre.
Jesús manifiesta misericordia hacia las personas más vulnerables |
También podemos entender que el que Dios ejerza misericordia, está relacionado con Su gloria, Su presencia con una persona o nación, y la confianza que deposita en alguien. Jesús mismo en las Bienaventuranzas, declaró que eran “Felices los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos” (Mateo 5:7).
Para Jesús, era causa de felicidad ser misericordioso, porque Dios le mostraría misericordia.
El
concepto de misericordia que
entendía Jesús lo movía a actuar
No era un observador pasivo del sufrimiento de
otras personas sin hacer algo al respecto. La misericordia era parte de su enseñanza, de sus acciones, y muy
particularmente, de sus sentimientos más profundos.
En el griego original, la palabra usada en el
evangelio de Mateo es σπλαγχνίζομαι, splanchnízomai, significa literalmente un ser movido en cuanto a las entrañas. Por lo
tanto para ser movido con compasión, para tener compasión, deben moverse las
entrañas, porque las entrañas son la sede del amor y de la compasión.
La misericordia que
manifestaba Jesús, manifestaba ternura, compasión, un movimiento profundo de
las más hondas emociones de Jesús. Y eso se traducía en palabras y,
particularmente, en acciones. Por otra parte, la enseñanza farisaica y el
accionar de los fariseos, distaba mucho del manifestado por Jesús.
¡Ay
de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque dan el diezmo de la
hierbabuena y del eneldo y del comino, pero han desatendido los asuntos de más
peso de la Ley, a saber: la justicia y la misericordia y
la fidelidad. Era obligatorio hacer estas cosas, y sin embargo no desatender
las otras cosas.
Mateo
23:23
Cuando analizamos la enseñanza y las acciones
de Jesús, es innegable que era su profunda misericordia a
las mujeres y hombres en general, y, particularmente, hacia los pobres, personas
con alguna enfermedad, aquellas marginadas por la sociedad, a quienes dirigió
su atención y acción.
¿Nos imaginamos a los fariseos sintiendo
compasión por una prostituta? ¿O por la mujer samaritana que era señalada por
haber tenido 5 esposos y vivir con un hombre sin estar casada? ¿O sintiendo
misericordia por un esclavo romano enfermo?
Jesús era señalado como alguien “amigo” de
prostitutas, recaudadores de impuestos, gente humilde sin estudios “académicos”
farisaicos que, si usamos una analogía con el tiempo actual, los recaudadores
de impuestos por ejemplo, serían una especie de narcotraficantes o delincuentes
de la peor calaña. Pero, para Jesús, eran personas que aún dentro de su
condición, necesitaban de su ayuda.
De Jesús aprendemos que la misericordia divina manifiesta palabra y acción. Que se trata
de un ejercicio continuo de amor, ternura y acción práctica. Que no busca
manipular, juzgar, cuestionar a la persona, sino indicarle que existe otro
camino, en la dirección del Padre Celestial. Y es hacia esa enseñanza y acción
a la que busca conducirnos Jesús.