El nacimiento de Jesús: Gabriel y María
Han pasado seis
meses, desde que sucediera un asombroso acontecimiento en la familia. Elisabet, prima de María, está embarazada. Lo increíble es que ella es una mujer mayor, que
era estéril, y ahora estaba esperando un hijo, uno muy especial.
María era una
muchacha joven, que vivía en Nazaret. Pronto ella se casaría con José, un
carpintero de la ciudad. Según el evangelio de Lucas 1, hubo una conversación
entre María y un ser que no era de este mundo. Gabriel, es el nombre de este
ser, un ser espiritual, perteneciente a un plano de existencia que no era
desconocido para una persona como María.
Estos seres
espirituales, o ángeles, cuyo significado del hebreo es “mensajeros”, habían
transmitido en el pasado a miembros de la nación judía importantes
comunicaciones de parte de YHWH. Este ángel dijo a María:
“Buenos días,
altamente favorecida, Jehová está contigo”.
Ella se turbó
profundamente por esta presencia, y razonaba sobre qué sucedía. Su agitación se
hizo evidente, y el ángel Gabriel dijo: “No temas, María, porque has hallado
favor con Dios. Concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle
por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y Jehová Dios
le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para
siempre, y de su reino no habrá fin”.
El favor divino estaba
sobre María. Gabriel anunciaba el nacimiento de un ser muy singular: el Mesías.
Este Mesías sería heredero del trono de David, y Rey sobre Israel. Su reinado,
sería eterno.
La pregunta de
María al ángel fue: “¿Cómo será esto, puesto que no estoy teniendo coito con
varón alguno?”. El ángel le dijo: “Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado
santo, Hijo de Dios. Y, ¡mira!, tu parienta Elisabet también ha concebido ella
misma un hijo, en su vejez, y este es el sexto mes para ella, la llamada
estéril, porque con Dios ninguna declaración será una imposibilidad”. Entonces
dijo María: “¡Mira! ¡La esclava de Jehová! Que se haga conmigo según tu palabra”.
¿Cómo será esto?
Fue la pregunta que estalló en la mente de María. Hoy en día podemos referirnos
a avances tecnológicos y científicos que nos hacen más digeribles y entendibles
ciertas cosas que están en las Escrituras. El ángel Gabriel no trató de evadir
la pregunta de María o desvirtuarla. Cuando tenemos preguntas sobre asuntos
espirituales, independientemente de su profundidad, la solución no es negar su
importancia. Hay que examinar la evidencia, conjuntar las piezas y buscar
entendimiento.
No podemos negar lo más importante: Gabriel anuncia a María la venida de un ser espiritual, que estaría en un escenario humano. La intervención divina en los asuntos de la nación judía no eran cosa nueva para María, la novedad era ella como parte de un propósito divino.
La conversación entre Gabriel y María nos revela que es posible creer en lo imposible. Para María, aunque difícil de creer, la revelación del ángel significó esperanza. También nos genera esperanza la revelación que recibimos por medio de Jesucristo, y que puede ayudarnos cada día a creer que es posible lo imposible.