El mundo que viene: qué esperar del resto del 2010
La economía global lucha por mantenerse a flote, para no hundirse en las aguas de una gran recesión mundial. Eso, a pesar de que aseguran los líderes del G-20 que ya fue superado lo peor de la crisis económica, a fines del año pasado. Y esta última mitad de 2010 podría ser decisiva para una recuperación sostenida o para una nueva caída.
Cambios políticos, tensión social y algunas amenazas bélicas darán forma al crecimiento y marcarán a las viejas potencias y a las emergentes por igual.
En otras palabras: da igual hablar de Estados Unidos, la Eurozona, o el grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Todos están colgando en un delgado hilo con respecto a sus economías. Y si eso es cierto de estos países con poderío económico, lo es aún más para aquellos otros países que no poseen una situación económica próspera.
Afectarán, en especial, a las dos naciones que, en un mundo cada vez más
bipolar, forjaron el curso global en estos años: una, el centro de la
crisis financiera, Estados Unidos; la otra, el motor de la salida,
China.
En Estados Unidos, Barack Obama enfrentará su primera prueba electoral
en los comicios legislativos de noviembre. Golpeados por el desempleo,
los norteamericanos podrían terminar con la mayoría demócrata en el
Capitolio y poner fin a las ambiciosas reformas del mandatario. El nuevo
Congreso tendrá influencia sobre dos de los ejes que dominarán la
agenda de la Casa Blanca hasta fin de año: la reducción a futuro del
gigantesco déficit y la tensión con China por el valor del yuan.
Pekín flexibilizó, hace unas semanas, su moneda para detener el aluvión
de críticas de Occidente, que le acusa de mantener un yuan débil para
poder inundar mercados extranjeros con productos de bajo costo. Sin
embargo, la moneda apenas se apreció en estos días y Obama puede ser
presionado por el Congreso para imponer medidas proteccionistas contra
China, en lo que sería en el anticipo de una guerra comercial.
El imparable desarrollo de la economía china no sólo suscitó críticas
internacionales, si no que también produjo tensiones sociales internas.
Fruto de las aspiraciones que llegan junto con un creciente nivel de
vida, miles de trabajadores chinos comenzaron a reclamar inéditos
beneficios sindicales, al punto de paralizar fábricas. La escalada
social podría aumentar a medida que la economía, que en 2010 crecerá al
10%, avanza.
Si analizamos estos hechos, vemos 2 escenarios: uno con respecto a la geopolítica económica del eje Washington - Beijing, y otro, el escenario de la gente común y corriente, esos estadounidenses y chinos que presionan puertas adentro para que sus demandas por una vida mejor sean escuchadas.
Más allá de la tensión bilateral en ciertos temas, casos como el de Irán o Corea del Norte, por ejemplo, Pekín y Washington compartirán, en
estos meses, dos desafíos diplomáticos globales. Corea del Norte
comenzará el peligroso proceso de sucesión del topoderoso Kim Jong-il en
septiembre. Irán, por su parte, deberá lograr que su economía sobreviva
a las cada vez más asfixiantes sanciones por su plan nuclear.
Ambas naciones representan los potenciales escenarios bélicos para los
próximos cinco meses y medio. La primera, porque la volatilidad de su
transición puede derivar en una escalada con Corea del Sur. La segunda,
porque, de crecer, su amenaza nuclear podría forzar a Israel a lanzar un
ataque que desestabilizaría aún más a Medio Oriente. Los incidentes recientes sobre el hundimiento el Cheonan y el ataque a la flotilla que se dirigía con ayuda humanitaria a Gaza, dan prueba de la fragilidad de los escenarios que representan el Oriente Medio y el Sudeste Asiático.
De llegar a esos escenarios, los desafíos diplomáticos de Pyongyang y
Teherán torcerían el rumbo económico del mundo. Semejante hipótesis es
temida por la Unión Europea (UE), la potencia más afectada por la
recesión económica, al punto de que hasta el futuro del euro está en
duda.
¿Realmente la paz y seguridad del mundo depende de lo que decidan los regímenes de Pyongyang y
Teherán?
Con respecto a la solidez económica de la Unión Europea, los próximos meses serán críticos para determinar si los ajustes pueden
evitar el derrumbe de los países más debilitados (España, Grecia,
Portugal e Italia). Dos trabas deberán sortear esos programas para ser
exitosos: el riesgo de otra recesión, provocada por el fin de los planes
de estímulo, y la tensión social que ha copado las calles europeas y
que, el 29 de septiembre, tendrá su demostración de fuerza con marchas
en toda la UE.
Por otra parte, con una economía más estable que la del bloque europeo, América Latina
enfrentará en los próximos meses, fundamentalmente, cambios políticos.
En octubre, los comicios generales en Brasil determinarán el fin de la
era Lula y, en septiembre, las elecciones legislativas de Venezuela
medirán el poder de Hugo Chávez.