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Escuchar palabras de fe

Todos conocemos a personas que hablan, y hablan y parece que nunca se van a callar. ¿Qué tanto hablarán en un día? 
Calcular cuánto habla una persona al día puede resultar sumamente complicado, ya que definitivamente no es constante. Un estudio publicado por la Doctora Luan Brinzedine en su libro “The Female Brain”, aunque no está dirigido directamente al conteo de palabras que una persona dice en un día, sino que trata de la diferencia de comunicación entre los géneros, sí explica cómo las hormonas sexuales afectan el desarrollo cerebral desde el vientre materno de diferente forma:
En los hombres se desarrolla más la parte sexual del cerebro que la comunicativa, por tal motivo los hombres tienen más problemas para comunicarse, pero piensan más tiempo en sexo.
En el caso de las mujeres se da prioridad al área comunicativa, por lo que ellas pueden expresar mucho más fácilmente sus emociones. Según el estudio, de acuerdo a los estudios de la Dra Brinzedine se estima que una mujer dice aproximadamente:

20,000 palabras en un día
.

Mientras que un hombre dice casi :

7,000 palabras al día
.

Independientemente de con cuántas personas nos relacionamos, escuchamos muchas palabras o conversaciones de otras personas. Obviamente, les damos mayor o menor importancia a las palabras, dependiendo de quién las diga. 

Con Dios sucede algo similar. Pero las palabras de Dios son diferentes. Son dignas de importancia y de ser tomadas en cuenta. Para Él es importante que le escuchemos, pues hasta Su Hijo expresó que “el que procede de Dios, escucha los dichos de Dios” (Juan 8:47). Tenemos capacidad de escuchar, puesto que tenemos el sentido de la audición. 

Hay diferencia entre escuchar a Dios y saber escuchar a Dios. Por ejemplo, los israelitas que estuvieron frente al Monte Sinaí, y oyeron los truenos, los temblores, el sonido fuerte que allí les indicaba la presencia de Dios, podemos decir que escucharon a Dios, al grado de aceptar entrar en un pacto con Él (Éxodo 19). Pero, casi 2 meses después, no tuvieron reparos en adorar a un becerro de oro, mientras Moisés recibía la Ley en el Monte Sinaí. 

En contraste, Josué sí supo escuchar a Dios. Las Escrituras indican que él esperó a Moisés, hasta que él regresara, para saber cuál era la instrucción de Jehová para ellos. Josué, al igual que los israelitas que terminaron adorando al becerro, escuchó y vio lo mismo que ellos: los truenos, los relámpagos, el humo denso del Sinaí, que indicaban la presencia de Dios allí. Y si Jehová estaba presente, era tiempo de esperar Su instrucción. Y eso fue lo que hizo Josué, pues supo entender que era el tiempo de esperar en Jehová, confiando en Él. 

Vivimos el bombardeo constante de todo tipo de información, desde noticias hasta opiniones y comentarios de personas sobre casi cualquier tema. Hace falta discernir a qué se le presta atención e importancia, y a qué no. Sí, es diferente escuchar a saber escuchar con discernimiento.  

Un especialista en textos bíblicos dice que “en la Biblia, la palabra clave de la relación del hombre con Dios es ‘escuchar’ más bien que ‘ver’. En las religiones esotéricas, la experiencia religiosa más elevada era ‘ver’ al dios. Pero las Escrituras, consideran como la actitud fundamental a la obediencia a la palabra divina, colocando el énfasis en ‘escuchar’ la voz de Dios. La fórmula más importante de la religión de Israel se caracteriza por la expresión: “Escucha, oh Israel”. “El que es de Dios” no es el místico que ha tenido una visión, sino el que “oye las palabras de Dios”.   


De acuerdo a estas palabras, para Dios, es más importante escuchar su voz, con obediencia, que verle. Hay todo un bombardeo que busca debilitar la fe y confianza que tenemos en Dios. Por ejemplo, si lidiamos con problemas económicos, viendo día a día las noticias, podemos llegar a desarrollar una perspectiva de escasez, carencia y desaliento. Cómo confiar en que Dios es nuestro Pastor y Proveedor si vemos noticias y escuchamos lo que otros creen al respecto.

El punto es que es mejor escuchar palabras que promuevan una sólida fe y confianza en Dios. Es mejor llenar la mente de pensamientos e ideas divinas, que encontramos en las Escrituras, que centrarnos en creer en lo que digan las noticias o "expertos". 

El poder en la oración, la fe, la confianza en Dios, la guía de Su santo espíritu, nos ayudan a estar alertas y a enfocarnos en esas palabras de fe. Con una actitud de estar abiertos y abiertas a la guía de Dios, Él, como Gran Pastor, nos conduce por prados herbosos, nos unta con aceite, y refresca nuestra alma (Salmo 23). No hay razón para temer. El Pastor, ese Padre amado, el Abba, nos acoge en sus brazos eternos, y le pone un “mute” a nuestra mente, ante tanto bombardeo de pensamientos difíciles, inquietantes y angustiosos. En Dios, tenemos paz. Si le sabemos escuchar con el corazón.   

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