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La unción de Eliseo


Elías dijo a Eliseo:


-Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu lado.

Eliseo dijo:
-Te ruego que me dejes una doble porción de tu espíritu.

Y así sucedió. Eliseo recibió dos partes del espíritu de Elías.

Eliseo, a partir de ese entonces, cerca del año 917 a. C., inicia su labor como profeta de Israel. Sería él ahora, quien tuviera la responsabilidad de servir como el portavoz de Dios ante los israelitas. La Biblia registra que Eliseo realizó un total de 16 milagros, mientras que Elías hizo 8 milagros. Eso demuestra, matemáticamente, que efectivamente, Eliseo tuvo una doble porción de ese espíritu que tuvo Elías, y le facultó como profeta de Jehová.
¿Por qué le pidió Eliseo a Elías el doble se su espíritu? Porque estamos hablando de la unción de Dios. La unción con espíritu santo, fue lo que hizo posible que Elías, y luego Eliseo, manifestaran la fuerza y el poder de Dios durante su obra profética.

¿Qué es la unción? ¿Qué podemos decir, bíblicamente, que es la unción con el espíritu santo?


La unción es y representa la Presencia de Dios sobre una determinada persona. Eso fue lo que le pidió Eliseo a Elías, y fue lo que les sucedió a los discípulos en el Pentecostés. El espíritu santo de Dios, su santa energía divina, era simbolizado por el aceite. Porque la palabra ungir significa frotar, untar con aceite. Los pastores del oriente ungían a sus ovejas, frotándoles aceite sobre su pelaje, para mantener a los insectos perjudiciales y parásitos lejos de ellas. Usando esta idea, el salmista David, que era pastor, habla de que el Gran Pastor, Jehová Dios, le ungía la cabeza con aceite, y su copa estaba rebosando.


Ungir es frotar. Cuando Dios unge, es como si frotara Su Naturaleza Divina sobre la nuestra. ¿No es maravilloso pensar que esa naturaleza de Dios puede estar sobre uno siempre? Y dicha unción, capacita, faculta, da poder y autoridad espiritual. Muestra de ello es que en el antiguo Israel, para ser rey, sacerdote o profeta, era imprescindible recibirla. Por eso David, decía de Saúl, que era el “ungido de Jehová”, porque había sido facultado por el espíritu de Dios para ser rey. Recordamos que fue la desobediencia y orgullo de Saúl, lo que hizo que ese espíritu santo se “apartara” de él. O, lo que es lo mismo decir, que la Presencia y Paz de Dios ya no estaban con él.

Ahora bien, hay una verdad espiritual inobjetable: antes de Cristo, lo que vemos en el Antiguo Testamento o Escrituras Hebreas, es una “sombra”, como expresó Pablo, de cosas mejores. Lo que se ve en el Nuevo Testamento o Escrituras Griegas Cristianas, es la sustancia. Evidentemente, Elías y Eliseo, realizaron su labor profética bajo la unción del espíritu, en tiempos en los que aún se esperaban cosas mejores en la relación con Dios. Pero los cristianos tienen algo mejor: a Cristo.

Así que hoy en día, uno puede beneficiarse de recibir el espíritu santo de Dios, de una manera mejor que Eliseo, gracias a Jesucristo, quien prometió derramar ese espíritu santo, que guiaría a la verdad.

Sin embargo, la unción de Eliseo nos enseña algo: lo importante de estar preparado y apto para recibir el espíritu de Dios. Jesús nos enseñó a orar, que pidiéramos espíritu santo. Ese espíritu no se recibe de manera automática. Hay que pedirlo, y ser un recipiente digno de tenerlo en la mente, el corazón y el espíritu de uno.

 Eliseo no recibió el doble del espíritu de Elías simplemente porque lo pidió. Hubo un proceso espiritual de refinación y purificación para recibirlo. Eliseo estuvo junto a Elías 6 años, antes de recibir el espíritu santo.

¿Qué hacía Eliseo antes de iniciar esos 6 años de entrenamiento como profeta junto a Elías? Era un joven agricultor. Estaba trabajando, en un día normal de trabajo con el arado, mientras efectuaba su labor en el campo. Recibió la visita inesperada de Elías, quien echó su prenda de vestir oficial sobre Eliseo, y de esa forma dio a entender que algún día este sería su sucesor. ¿Qué hizo Eliseo? Abandonó su campo de inmediato para hacerse asistente de Elías.


Esto nos enseña algo: Dios no da su espíritu santo, o unge, a gente floja, perezosa, que no se esmera por el trabajo bien hecho. Jesús mismo dijo que quien es fiel en lo mínimo, es fiel en lo mucho. Si una persona no es buena trabajadora, es indolente en asuntos económicos, sino tiene sentido del valor del dinero y del trabajo bien hecho, no es fiel y responsable, ¿será apta para hacer el trabajo de Dios?

Eliseo trabajó duro por 6 años, para ser entrenado por Elías. No pretendió que al segundo minuto de ser llamado por Elías a que fuera su asistente, ya tuviera todos los beneficios y privilegios de ser un “profeta”.  Algo similar sucedió con los apóstoles. Jesús no les derramó espíritu santo el mismo día de ser elegidos los 12. Tuvieron que ser entrenados, refinados, estar junto al Maestro, escuchando, absorbiendo sus enseñanzas. Y fue en el Pentecostés, 10 días después de ascender al Cielo el Señor Jesucristo, cuando el espíritu santo prometido les fue derramado.


Eliseo tuvo que prepararse conscientemente, todos los días, durante el tiempo en que fue entrenado por Elías, para ser recipiente del espíritu santo. La fe está muy ligada al espíritu santo. Y Eliseo demostró tener fe. ¿Se imagina lo que fue día tras día, estar ayudando a Elías, verle hacer su trabajo, por 6 años, sin que él viera el “resultado” de su llamado? Fe y paciencia fueron indispensables en Eliseo, antes de recibir el espíritu santo.  Y he aquí un punto importante.

Existe la idea equivocada de que se pide espíritu santo para tener fe y paciencia, además de otras cualidades y actitudes espirituales. Eso significa ver el recibir el espíritu santo como un fin. Lo recibo, entonces tengo, instantáneamente, fe, paciencia, valor, iluminación, entendimiento, etc. Cierto, existe el fruto del espíritu de Dios. Pero es eso: un fruto. Antes de que aparezca el fruto, tiene que sembrarse una semilla, esta debe crecer y madurar. 
Eliseo no esperó a tener el espíritu doble de Elías para ser un hombre de fe, valor, discernimiento y poder interior. Durante 6 años él se esforzó por sembrar en su mente y corazón esas cualidades y aptitudes espirituales. Y por ello, cuando recibió la unción, entonces pudo ser ese instrumento útil, y ser usado para llevar adelante el propósito divino sin demora.

Prepararse antes de recibir la unción, ese espíritu santo que se pide a Jehová, es fundamental para recibirlo. Pablo en Romanos 8:5, 6 expresa lo importante de esto:

Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz.

Hay 2 mentalidades: la carnal, y la espiritual. La carnal, está sujeta al vano engaño de este mundo, a las filosofías, a las tradiciones religiosas, a la costumbre, a esas estructuras de creencias desgastadas, llenas de error. La espiritual, es aquella que tiene consciencia de esa necesidad espiritual de que Jehová sea adorado con espíritu y con verdad. Esa mentalidad es la que se requiere adquirir antes de que Dios nos dé su precioso espíritu santo.

¿Qué hizo Eliseo tras recibir esas dos partes del espíritu de Elías? El registro bíblico de 2 Reyes 2:9-15 muestra que Elías se fue, y Eliseo se quedó. Nunca más vio Eliseo a Elías. Entonces Eliseo tomó sus vestidos y los rasgó en dos partes. Alzó luego el manto que se le había caído a Elías, regresó y se paró a la orilla del Jordán.  

Después tomó el manto que se le había caído a Elías, golpeó las aguas, y dijo: « ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías


Esta pregunta muestra que ahora, la Presencia de Jehová estaba con Eliseo, y el que había sido el Dios de Elías, sería ahora el Dios de Eliseo.

Eliseo golpeó las aguas del Jordán, y al verlo, los hijos de los profetas que estaban al otro lado en Jericó dijeron: «El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo».  Note que los hombres no estaban cerca de Eliseo, sino lejos, y así, fueron capaces de discernir que Eliseo era ahora el profeta. Porque, quien tiene esa unción del espíritu santo, no necesita ser conocido o reconocido con mucho detalle. De lejos, se discierne que esa Presencia de Jehová está con esa persona.

Hemos visto que la unción de Eliseo fue potente y efectiva, y Jehová la usó para promover su adoración verdadera en tiempos de idolatría, error e hipocresía. ¿Cuál fue el secreto del éxito de la unción de Eliseo? Que fue un hombre que se preparó conscientemente, con fe, paciencia, y determinación, para recibirla, eliminando de su mente y corazón todo pensamiento, sentimientos, emociones y actitudes que no estuvieran en armonía con el espíritu de Dios. Llenó su mente de los pensamientos de Dios, y se nutrió de las sanas palabras de Elías, su mentor. Seguir su ejemplo, sirve de ayuda en estos tiempos, para ser dignos recipientes del espíritu de Dios. 
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