Lo + nuevo

Entendiendo el Génesis: Noé


Descanso. Consuelo. Eso significa el nombre Noé. Era hijo de Lamec y el décimo hombre en línea desde Adán por medio de Set. Nació en el año 2970 a. C., y cuando Lamec dio a su hijo el nombre de Noé, dijo: “Este (Noé) nos traerá consuelo, dándonos alivio de nuestro trabajo y del dolor de nuestras manos, por el suelo que Jehová ha maldecido” (Gé 5:28-31).


A Noé, Dios le encargó un gran proyecto, que sirviera para la salvación y el bien de la humanidad: construir un arca. Jehová quería que en el arca pudieran estar Noé, su esposa y sus tres hijos con sus respectivas esposas, y cualquiera que deseara ejercer fe en la advertencia divina, sobre la destrucción de aquel mundo antiguo por medio de un diluvio.


En el arca estarían también animales, “de toda clase de carne, dos de cada una [...]. Macho y hembra serán.” Aves, animales domésticos, todos los animales en general, una pareja por cada uno, según sus géneros, entrarían para ser conservados. De las bestias y las aves limpias se tomarían siete de cada clase. También habría que almacenar una gran cantidad y variedad de comida para alimentar a todas estas criaturas durante más de un año.



En resumen, el volumen del arca sería de unos 40.000 m3, con casi 9.000 m2 de superficie. Es de suponer que todo ese espacio estaba disponible para que la gente que quisiera, pudiera quedarse allí y salvarse.


Noé era un hombre de fe. Dios le advirtió sobre un venidero Diluvio, a pesar de que nunca había llovido. Noé mostró temor piadoso, y actuó en consecuencia: construyó un arca para la salvación de su casa.


Los días de Noé, no eran tiempos de paz, prosperidad, y justicia. Noé tuvo que vivir en medio de una generación de hombres, mujeres, nefilines, y ángeles rebeldes con cuerpos humanos. Dice la Biblia que toda inclinación de los pensamientos del corazón de la gente era solamente mala todo el tiempo. ¿Se imagina vivir en medio de semejantes vecinos, compañeros de trabajo, o familia? Eran gente que vivía pensando y haciendo proyectos malos siempre. La violencia y la injusticia estaban a sus anchas por todas partes.


Tamaño de arca en comparación a otras embarcaciones



Entendemos por qué Lamec llamó a su hijo Noé, que significa “consuelo” o “descanso”. Él aspiraba a que su hijo, Noé, trajera el consuelo que tanto deseaban por vivir en medio de tanta maldad. La vida era dura, llena de sufrimiento y dolor en tiempos de Noé. También en estos tiempos vivimos en medio de violencia, injusticia, y muchas personas sufren. Hay millones de personas en todo el mundo que cada día pierden sus empleos, negocios, casas, y quedan en la calle. rodeados de personas que no muestran deseo de temer a Dios. Es innegable el cumplimiento de las profecías bíblicas sobre estos tiempos “críticos, fieros, difíciles de manejar”, que predijeron que en nuestros días el comportamiento de la gente sería como el que vemos: la gente ama el dinero por encima de cualquier cosa, convierte a políticos, presidentes, líderes religiosos y estrellas del mundo del espectáculo en sus dioses.







Y en esta época del año, la idea es olvidar cómo ha sido este año, las cosas que han pasado, y siguen pasando. La gente quiere olvidarse del terremoto de Haití, del de Chile, de la crisis financiera, de los dimes y diretes de los políticos, en fin de todo lo que ha ocurrido en el año.


Noé era una influencia positiva y espiritual en su mundo. Y hoy día, escasean las personas que verdaderamente sean una buena influencia para otros, personas que insten a otros a considerar con atención la urgencia de los tiempos.



La Palabra de Dios dice que Noé era un “hombre justo” que “resultó sin falta entre sus contemporáneos“ y “andaba con el Dios verdadero” (Génesis 6:8, 9). No se trataba de que Noé era perfecto, que no cometía errores, pero su andar con Dios, acercándose a Él, y alejándose de aquellos que hacían el mal, le hizo conservar su fe e integridad en esos tiempos.


Jesucristo dijo que en los días de Noé la gente comía, bebía, se casaba. Y Noé y sus hijos hicieron lo mismo. Sólo que Noé y su familia sí hicieron caso de la advertencia de un venidero Diluvio.


Vemos en Noé a un buen esposo y padre de familia. Pudo haberse casado con 2, 3, mujeres y tener varias amantes. Eso era lo común en aquellos tiempos. Pero Noé se casó con una sola esposa, la única con la que tuvo 3 hijos: Sem, Cam y Jafet.


Eso indica la fortaleza de la integridad de Noé. No iba a actuar y ser como los demás. Se apegó a la norma de un matrimonio monogámico. Y eso enseñó a sus hijos, quienes siguieron su ejemplo.


De Noé se dice que fue un proclamador de justicia, en 2 Pedro 2:5. Su labor en pro de la justicia no solamente era construir el arca. También instó con valor a otros a dirigir su mirada a Dios. Y se esmeró por ser un esposo y padre que dirigiera a su familia a andar con Dios también, así como él lo hacía.


Noé fue un sacerdote para su familia. Un sacerdote es una persona que se conecta con Dios, y ayuda a otros a hacer lo mismo. Al salir del arca, lo vemos ofreciendo sacrificios de acción de gracias, y por el aprecio que sentía por la lealtad de Jehová hacia ellos, su misericordia y protección, Noé construyó un altar y ofreció “algunas bestias y aves limpias” como sacrificio a Jehová. Dios quedó complacido por esta acción y le reveló a Noé que la tierra nunca más volvería a estar maldita, que no volvería a asestar un golpe a todo de la manera como lo había hecho y que siempre habría “siembra y cosecha, y frío y calor, y verano e invierno, y día y noche”. Jehová bendijo a los supervivientes del Diluvio y les mandó: “Sean fructíferos, y sean muchos, y llenen la tierra”. Dios les prometió bienestar a la humanidad, que surgiría de Noé y sus 3 hijos.





La acción de Jehová fue establecer un pacto. “Y en cuanto a mí, aquí estoy estableciendo mi pacto con ustedes y con su descendencia después de ustedes, y con todo ser vivo que está con ustedes, entre aves, entre bestias y entre todas las criaturas vivientes de la tierra con ustedes, [...]. Sí, verdaderamente establezco mi pacto con ustedes: Nunca más será destruida la vida de toda carne por aguas de un diluvio, y nunca más ocurrirá un diluvio para arruinar la tierra”. Dios dio Su arco iris, como “señal” o recordatorio de este pacto.


A nosotros un arco iris nos transmite calma, serenidad, en una palabra: paz. Noé supo atraer la bondad y el favor de Dios para sí mismo y su familia, y nosotros nos beneficiamos de ello. Si Jesucristo dijo que los días de Noé serían similares a los tiempos de Su Presencia, es lógico pensar que el ejemplo positivo y espiritual de Noé también puede servirnos a nosotros. Por ejemplo, podemos ser como Noé, sirviendo como consuelo y alivio para otros. Los cristianos y cristianas tenemos un ejemplo de alguien que da consuelo: Jesús. Él dijo:

Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré.
Mateo 11:28


Jesús es como un Noé para nosotros. Alguien que nos puede consolar mejor que nadie, alguien que nos invita a ir a Él. ¿Cómo vamos a Jesús? Pidiendo en oración a Dios que nos ayude a conocerle mejor. Entendiendo que podemos acudir a su guía, aprendiendo las cosas que Él enseñó. Una de ellas, es el tener paz y consuelo en medio de estos tiempos que vivimos, y llevarla a otras personas.


Noé fue un consuelo para su esposa e hijos y nueras. La relación de pareja y con la familia es de las más complejas que podemos tener. Hasta para Jesús el relacionarse positivamente con su familia no fue fácil, no por Él, que era perfecto, sino por ellos. Cada uno debe construir su “propia” arca, atrayendo el favor de Dios y Su presencia a su vida y la de su familia. Noé enseñó a su familia que había que ser agradecidos con Jehová. Jesús también nos enseñó a tener siempre una actitud de oración vigilante. Así como ese arco iris significaba paz, la presencia de Dios también significa paz, iluminación y consciencia de la necesidad espiritual.         

Noé fue el primer patriarca de la sociedad postdiluviana. Cultivó el primer viñedo de la historia, y fue el primero en disfrutar del vino. Durante su vida surgió un hombre poderoso: Nemrod, quien quiso edificar “una torre con su cúspide en los cielos” por temor a ser dispersados “por toda la superficie de la tierra”. Nemrod estaba contra la promesa de Dios, y su deseo de bendecir la multiplicación del hombre y su extensión sobre la tierra. 


Esta acción socavaba la posición de Noé como profeta de Dios. Noé murió casi dos años antes del nacimiento de Abrahán, y fue testigo presencial del juicio de Jehová contra los edificadores de la Torre de Babel, y la dispersión de los seguidores de Nemrod sobre la superficie de la Tierra. El lenguaje de Noé, que era el lenguaje original del hombre, aquel que Dios le había dado a Adán, continuó en la Tierra. 


La Biblia nos habla de la fe de Noé. ¿Cómo tener una fe como la de Noé? A él se le dio advertencia de un juicio venidero. Noé no vio nada que le diera mayor certeza. Sólo escuchó a Jehová decírselo, y prontamente empezó a actuar en concordancia.


Hoy en día mucha gente contempla los sucesos actuales. Este año 2010 podemos decir que ha tenido hechos señalados, sobresalientes. Pero, más allá de eso, hay que tomar acción. Y no hay acción sin fe. Muchos demandan más pruebas, más garantías, más "certezas" que les hagan convencerse sobre la urgencia de los tiempos. Si todo lo que ha acontecido desde el 2008 hasta la fecha no es prueba suficiente, ¿qué lo puede ser?


De Noé se dice que tuvo fe y temor piadoso. La fe de Noé no se basó en que vio llover. Ni tuvo una vista por anticipado del Diluvio. Él tuvo fe sin ver nada. Noé no fue de la actitud de "ver para creer". Con Dios no se ve para creerle. Se le escucha, y se actúa en consecuencia. Y la forma por medio de la cual Dios "habla" es el cumplimiento de sus profecías. Y si uno tiene una fe como la de Noé, y demuestra temor piadoso, puede salvarse y tener una posición de favor ante Dios. 










Con la tecnología de Blogger.