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El mundo de los pies de hierro y barro

Elecciones en Estados Unidos y Brasil.
La muerte de Néstor Kirchner.
Los sucesos en Ecuador con el Presidente Correa como protagonista. 
El rescate de los 33 mineros.


Estas son algunas de las noticias que acapararon la atención del público en los últimos meses. No cabe duda de que cada vez más la opinión pública juega un rol más determinante en el escenario mundial. Una muestra de ello es el manejo que hacen los noticieros y portales informativos, sobre lo que opina y dice la gente, a través de los servicios de mensajería de texto, redes sociales como Facebook o Twitter, y las encuestas. ¿Qué piensa de la gente de esta noticia? ¿Cómo reacciona el público ante este suceso? Esas son las preguntas obligadas que se manejan hoy en día ante cualquier evento o hecho noticioso. 

¿Por qué importa tanto lo que piense la gente? Porque es la gente, los hombres y mujeres que son los llamados "ciudadanos de a pie", los que votan en las elecciones, responden en las encuestas, ven T. V., leen la prensa, compran, trabajan... Un político no es nadie si no tiene gente que lo respalda. Un programa de T. V. "sirve" o no, dependiendo del raiting. Y un determinado celular será récord en ventas o no dependiendo de cuánta gente "cree" que es un buen producto.


Lo que actualmente es el mundo de hoy, fue mostrado de antemano por Dios a un hombre en un sueño hace más de 2.500 años. El hombre fue Nabucodonosor, el rey de Babilonia, uno de los hombres más poderosos e influyentes en la historia. En la época en la que él vivió, todo era muy distinto a lo que son las cosas hoy día. Nabucodonosor no llegó a ser rey por vía de elecciones, no hizo campaña electoral, no gastó millones en publicidad para convencer a los babilonios de que él era la mejor opción. Y mientras duraron los 43 años de su reinado, nunca hizo frente a una crítica en contra, una huelga, una protesta frente a su palacio, ni existían partidos políticos. ¿Había alguien que estaba en contra del gobierno? Era hombre muerto.


Pero el escenario del mundo cambiaría después de Nabucodonosor. Un sueño profético le mostró al rey cómo sería el desarrollo gradual de este mundo. ¿Quién le dio a Nabucodonosor este sueño? No fue ninguna de las deidades babilonias a las que con devoción adoraba. Ni Bel, Marduk, Ninurta o cualquier otro de sus dioses, podría predecir acertadamente el futuro. ¿Quién puede predecir con certeza el futuro? "Existe un Dios en los Cielos que es Revelador de secretos", explicó el profeta Daniel a Nabucodonosor antes de darle a conocer el contenido de aquel sueño profético, que el rey no recordaba, y su significado, un significado que vemos cumplirse infaliblemente en la actualidad.  


El sueño de Nabucodonosor, registrado en el capítulo 2 de Daniel, es una exposición de la secuencia de potencias políticas que dominarían la escena del mundo. Estas fueron: 


 
Babilonia:  605 a 539 a. C.

Medo-Persia: 539 a 331 a. C.
     
Grecia: 331 hasta 64 a. C.



Roma: 64 a. C. hasta 476 d. C.


Por supuesto, esto es historia. Es pasado. ¿Y el presente? ¿Qué clase de mundo mostró Dios a Nabucodonosor para estos tiempos? Un mundo representado por la parte de la imagen que corresponde a los pies. Son pies divididos, fragmentados. Son de hierro y barro. ¿Qué significa eso? ¿Cómo lo vemos en la actualidad?



El hierro es un metal duro. El barro, es maleable, es una mezcla de agua, tierra y sedimentos. La interpretación profética de Daniel aclara qué representa la unión del barro y el hierro:         



 41Y lo que viste, los pies y los dedos, parte de barro de alfarero y parte de hierro, será un reino dividido; pero tendrá la solidez del hierro, ya que viste el hierro mezclado con barro corriente.
    42Y así como los dedos de los pies eran parte de hierro y parte de barro cocido, así parte del reino será fuerte y parte será frágil.
    43En cuanto al hierro mezclado con barro corriente que has visto, se mezclarán mediante simiente humana; pero no se unirán el uno con el otro, como no se mezcla el hierro con el barro.

Daniel 2:41-43


Los pies y sus 10 dedos representan la fase final de la gobernación humana, desde el punto de vista divino. Ya son más de 6.000 años de historia humana alejada de Dios, puesta sobre la balanza, como incapaz de "dirigir su propio paso", como lo indicó el profeta Jeremías (Jeremías 10:23). El número 10 representa la completud, desde el punto de vista de Dios, sobre los asuntos de la Tierra. Cierto, hay más de 192 países, islas, y diversas formas de gobierno político, que va desde la democracia, hasta la figura de monarquías constitucionales, regímenes políticos que, independientemente de su signo político, ideología social o económica, afirman ser mejores que Dios mismo para gobernar. ¿Lo son realmente? La evidencia de la triste condición humana debe ser suficiente para demostrar que lejos de Dios y Sus principios, no puede haber gobernación humana exitosa posible.  


Los gobiernos políticos son ese hierro: sólido, firme, estable. Son autoridades, sustentadas por un marco jurídico-legal, reconocido en todo el mundo. Pero, con mayor protagonismo, la gente común y corriente, reclama voz y voto en las decisiones que hacen sus gobernantes. ¿Cómo lo hacen? 


Antes, era en la época de elecciones. Se vota a favor o en contra de los candidatos, y esa es una muestra del poder popular. Ahora, el escenario mundial favorece que la gente común y corriente cuestione, juzgue, critique y proteste contra las políticas de estado y los políticos, quienes ahora tienen cuentas en Facebook o Twitter, y miden su popularidad por medio del número de seguidores en esas redes sociales, y a su vez, la gente tiene la oportunidad de interactuar con el presidente de su país, o quizás de otro. Todo es posible, gracias a la tecnología.


Además, la gente está cada vez más harta de lo que considera fracasos en las políticas de gobierno. Una muestra de ello son los resultados electorales de las elecciones del pasado 2 de noviembre en Estados Unidos. La gente está decepcionada de la situación económica. Y lo manifiesta dándole su voto y apoyo a lo que haga oposición al gobierno actual, en este caso, la administración estadounidense actual.


Quizás la prueba más contundente de cómo el hierro y el barro se mezclan, pero no están unidos, es el propio Estados Unidos. Se supone que es el país del "american dream", del dólar del "In God we trust", el país de las oportunidades. Un país hundido en la crisis financiera que empezó en 2008. Se han invertido miles de millones de dólares para "salvar" la economía... y nada. El descontento ha creado una mayor polarización y frustración en la gente, que ha capitalizado el movimiento conservador del Tea Party, encabezado por la ex candidata a la vice presidencia Sarah Palin. ¿Y qué decir de la influencia de los sectores más radicales y extremistas de Estados Unidos? Hace poco el "pastor" de una iglesia evangélico incendió una polémica mundial por amenazar con hacer quemas públicas, encendiendo la hoguera de los radicalismos religiosos dentro y fuera de su país.


Si Estados Unidos, el país más poderoso del planeta, modelo de "democracia", es un país dividido, polarizado, lleno de contradicciones, ¿qué puede decirse de otros países?
¿Qué muestra todo esto sobre la urgencia de estos tiempos? 

Daniel 2:44, 45 nos responde:






44En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que jamás será destruido, y este reino no será entregado a otro pueblo; desmenuzará y pondrá fin a todos aquellos reinos, y él permanecerá para siempre, 
45tal como viste que una piedra fue cortada del monte sin ayuda de manos y que desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha hecho saber al rey lo que sucederá en el futuro. Así, pues, el sueño es verdadero y la interpretación fiel.



El punto es: si estamos viendo claramente el cumplimiento de esta profecía, en la que se predijo la mezcla de los gobiernos políticos con la gente común reclamando voz y voto, lo que tiene que ver con el establecimiento de ese reino de Dios, que desmenuzará a todos los reinos, sin ayuda humana, es algo de verdadero y fiel cumplimiento. La pregunta es: ¿nos mantenemos alerta?





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