¿Cómo es el cerebro de una persona pensante?
Todos tenemos un cerebro. Lo que significa que tenemos la capacidad potencial de pensar, analizar, razonar, reflexionar, originar ideas, sacar conclusiones, o discernir asuntos.
¿Significa esto que, anatómicamente, el cerebro de una persona pensante es igual al de una persona que lo usa menos para razonar?
¿Por qué hay personas que, como suele decirse, se comen la cabeza, mientras que otras jamás meditan sobre lo que hacen, ni se lo piensan antes de decir o hacer algo?
La respuesta parece encontrarse en una específica región del cerebro, que parece ser mayor en los individuos que reflexionan sobre sus pensamientos y decisiones, según un estudio del Centro Wellcome Trust de Neuroimagen en Londres (Reino Unido) que se publica en la revista Science.
¿Significa esto que, anatómicamente, el cerebro de una persona pensante es igual al de una persona que lo usa menos para razonar?
¿Por qué hay personas que, como suele decirse, se comen la cabeza, mientras que otras jamás meditan sobre lo que hacen, ni se lo piensan antes de decir o hacer algo?
La respuesta parece encontrarse en una específica región del cerebro, que parece ser mayor en los individuos que reflexionan sobre sus pensamientos y decisiones, según un estudio del Centro Wellcome Trust de Neuroimagen en Londres (Reino Unido) que se publica en la revista Science.
Este acto de introspección, o pensar sobre los pensamientos de uno mismo, es un aspecto clave de la consciencia humana que varía mucho de una persona a otra. Los investigadores, dirigidos por Stephen Fleming, sugieren que el volumen de materia gris en la corteza prefrontal anterior del cerebro, que se encuentra justo detrás de los ojos, es un indicador fuerte de la capacidad introspectiva de una persona. Además, los autores señalan que la estructura de la materia blanca conectada con esta área está también vinculada a este proceso de introspección.
En pocas palabras: en la zona de nuestro cerebro que usted puede ver en esa imagen, de color amarillo ocre, llamada corteza prefrontal, mientras más reflexiva y pensante sea una persona, mayor volumen de neuronas hay allí, y mayores conexiones habrá de esa zona con otras de nuestro sistema nervioso central.
Los autores creen que en el futuro el descubrimiento podría ayudar a los científicos a comprender cómo ciertas lesiones cerebrales afectan a la capacidad de un individuo para reflexionar sobre sus propios pensamientos y acciones.
Con este conocimiento, podrían desarrollarse tratamientos adaptados a los pacientes, como en el caso de las víctimas de ictus o aquellos con traumas cerebrales graves que podrían no comprender su propio estado.
¿Innato o adquirido?
El descubrimiento no significa necesariamente que los individuos con un volumen de materia gris mayor en esa región del cerebro hayan experimentado o vayan a tener más pensamientos introspectivos que otras personas. Pero los investigadores establecen una correlación entre la estructura de materia gris y materia blanca en la corteza prefrontal y los varios niveles de introspección que los individuos podrían experimentar.
No está claro, sin embargo, si estos descubrimientos reflejan las diferencias innatas en la anatomía humana, o bien, los efectos físicos de la experiencia y el aprendizaje sobre el cerebro. Esta última posibilidad plantea la perspectiva de que exista una vía para entrenar las capacidades metacognitivas al explotar la naturaleza maleable de estas regiones de la corteza prefrontal.
Los autores señalan que se necesitan explorar los procesos mentales que subyacen a la introspección y entonces vincular estos procesos con los procesos biológicos existentes.
Estos hallazgos son interesantes. Sin embargo, vale destacar que este principio neurofisiológico, fue manifestado hace casi 2.000 años en la Biblia. Veamos:
12 Debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido.
13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño.
14 El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Hebreos 5:12-14
Estas palabras, escritas por el apóstol Pablo, muestran que había personas en su tiempo, que, debido al tiempo transcurrido como creyentes, ya deberían tener la capacidad mental, emocional y espiritual de ser maestros, y enseñar a otras personas lo que habían aprendido y experimentado en su vida haciendo la voluntad de Dios.
¿Era ese el caso? No. Eran personas que, a pesar del tiempo, eran como niños, infantes que precisaban de comer "leche". La leche, representaba aquellas enseñanzas elementales acerca de Cristo, es decir, lo más básico que debía conocer un cristiano. Y más bien, ellos necesitaban que de nuevo se les enseñaran esas cosas. Eran personas inconstantes, siempre metidas en problemas, como necesitando siempre que otra persona les dijera qué debían de hacer o evitar.
¿Cómo sería esa capacidad de reflexionar en sus cerebros? Poco desarrollada. Lo cual les señaló el apóstol Pablo, cuando les llama "niños que necesitan leche".
Así que la experiencia, la positiva experiencia en el ejercicio de hacer la voluntad divina y actuar conforme a la fe cristiana, debió haber sido alimento constante para su mente. Ellos como creyentes debían de ser capaces de examinar espiritualmente las cosas profundas de Dios. pero, no podían, Sencillamente, no lo iban a entender.
El caso contrario es el de las personas descritas en Hebreos 5:14. Había personas que habían alcanzado la madurez: mental, emocional y espiritual. No eran, en su vida, como olas llevadas de acá para allá por todo viento de enseñanza, opinión, o problemas en su vida. Habían aprendido un secreto... el del discernimiento. Habían aprendido a separar la paja del trigo, lo bueno de lo malo. ¿Cómo lo aprendieron? Por el uso de sus sentidos ejercitados, o de sus facultades perceptivas mentales.
El uso. Lo que no se usa, se daña, dicen en algunos lugares. Quien no use sus capacidades mentales para pensar por sí mismo, para reflexionar sobre la naturaleza de las cosas, de sus propios actos, es como un niño que necesita constantemente que le guíen. Otra persona debe entonces pensar por él, decidir por él, elegir por él... como un niño.
En el Salmo 19:14 hallamos estas interesantes palabras del rey David:
y la meditación de mi corazón delante de ti,
Jehová, roca mía y redentor mío!
Evidentemente, quien usa sus facultades mentales para pensar por sí mismo y razonar, reflexionar, en cosas espirituales y positivas, hablará bien y sus pensamientos y sus meditaciones mejorarán su vida y la de otros.
13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño.
14 El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Hebreos 5:12-14
Estas palabras, escritas por el apóstol Pablo, muestran que había personas en su tiempo, que, debido al tiempo transcurrido como creyentes, ya deberían tener la capacidad mental, emocional y espiritual de ser maestros, y enseñar a otras personas lo que habían aprendido y experimentado en su vida haciendo la voluntad de Dios.
¿Era ese el caso? No. Eran personas que, a pesar del tiempo, eran como niños, infantes que precisaban de comer "leche". La leche, representaba aquellas enseñanzas elementales acerca de Cristo, es decir, lo más básico que debía conocer un cristiano. Y más bien, ellos necesitaban que de nuevo se les enseñaran esas cosas. Eran personas inconstantes, siempre metidas en problemas, como necesitando siempre que otra persona les dijera qué debían de hacer o evitar.
¿Cómo sería esa capacidad de reflexionar en sus cerebros? Poco desarrollada. Lo cual les señaló el apóstol Pablo, cuando les llama "niños que necesitan leche".
Así que la experiencia, la positiva experiencia en el ejercicio de hacer la voluntad divina y actuar conforme a la fe cristiana, debió haber sido alimento constante para su mente. Ellos como creyentes debían de ser capaces de examinar espiritualmente las cosas profundas de Dios. pero, no podían, Sencillamente, no lo iban a entender.
El caso contrario es el de las personas descritas en Hebreos 5:14. Había personas que habían alcanzado la madurez: mental, emocional y espiritual. No eran, en su vida, como olas llevadas de acá para allá por todo viento de enseñanza, opinión, o problemas en su vida. Habían aprendido un secreto... el del discernimiento. Habían aprendido a separar la paja del trigo, lo bueno de lo malo. ¿Cómo lo aprendieron? Por el uso de sus sentidos ejercitados, o de sus facultades perceptivas mentales.
El uso. Lo que no se usa, se daña, dicen en algunos lugares. Quien no use sus capacidades mentales para pensar por sí mismo, para reflexionar sobre la naturaleza de las cosas, de sus propios actos, es como un niño que necesita constantemente que le guíen. Otra persona debe entonces pensar por él, decidir por él, elegir por él... como un niño.
En el Salmo 19:14 hallamos estas interesantes palabras del rey David:
y la meditación de mi corazón delante de ti,
Jehová, roca mía y redentor mío!
Evidentemente, quien usa sus facultades mentales para pensar por sí mismo y razonar, reflexionar, en cosas espirituales y positivas, hablará bien y sus pensamientos y sus meditaciones mejorarán su vida y la de otros.
10 trucos increíblemente fáciles para convertir tu cerebro en una poderosa máquina de pensar
Existen dos principios básicos para mantener la agudeza y salud mental: la variedad y la curiosidad. Cuando todo lo que haces se convierte en una “naturaleza arraigada”, es hora de acometer un cambio. Si puedes hacer el crucigrama hasta con los ojos cerrados, es hora de que cambies a un nuevo reto para poder sacarle el mejor rendimiento a tu cerebro. La curiosidad sobre el mundo que te rodea, el cómo funciona y el cómo entenderlo, mantendrá a tu cerebro funcionando a más velocidad y de forma más eficiente. Usa las ideas expuestas bajo estas líneas para emprender tu búsqueda del buen estado mental.
1. Lee un libro
Toma un libro que verse sobre un asunto que te sea completamente novedoso. Lee una novela que transcurra en el antiguo Egipto. Aprende algo de economía. Existen multitud de libros populares excelentes que tocan temas de no-ficción y que además de entretener cumplen el cometido de enseñar un montón de cosas sobre un tema concreto. Conviértete cada semana en un experto en algo nuevo. Diversifica un poco tus lecturas, abandona los temas que te son familiares. Si normalmente lees libros de historia, pásate a una novela contemporánea. Lee a autores extranjeros, a los clásicos y elige otros al azar. Tu cerebro no solo se verá beneficiado por tener que trabajar imaginando otros períodos históricos, otras culturas y otras gentes, sino que además obtendrás historias interesantes que contarle a los demás, lo cual te hará pensar y establecer conexiones entre la vida moderna y las palabras.
2. Juega un poco
Los juegos son una forma maravillosa de excitar y retar al cerebro. Los sudokus, crucigramas y juegos electrónicos tipo “brain training” son formas estupendas de mejorar la agilidad cerebral y la capacidad de memorizar. Estos juegos se basan en la lógica y en las capacidades verbales, matemáticas, etc. Además son divertidos. Se obtiene más beneficio practicando estos juegos un poquito cada día (15 minutos, más o menos) que haciéndolo durante horas.
3. Usa tu otra mano
Pasa el día haciendo cosas con tu mano no dominante. Si eres zurdo abre las puertas con la mano derecha. Si eres diestro intenta usar las llaves con la mano izquierda. Esta sencilla tarea hará que tu cerebro establezca algunas conexiones nuevas y tenga que repensar la forma de realizar las tareas diarias. Ponte el reloj en la mano contraria para que recuerdes el reto del cambio de mano en las tareas.
4. Apréndete los números de teléfono
Nuestros modernos móviles memorizan todos los números que nos llaman. Nadie ha vuelto a esforzarse en recordar los números de teléfono, pero es una estupenda actividad para ejercitar la memoria. Apréndete un nuevo número de teléfono cada día.
5. Come para tu cerebro
Tu cerebro necesita que comas grasas saludables. Céntrate en las grasas de pescado como las del salmón salvaje, frutos secos como las nueces, y aceites como el de linaza u oliva. Ingiere más esta clase de alimentos y reduce las grasas saturadas. Elimina por completo los ácidos transgrasos de tu dieta.
6. Rompe con la rutina
Nos encantan las rutinas. Tenemos hobbies y pasatiempos que podemos hacer durante horas. Pero cuanto más nos habituamos a una tarea más se convierte en una naturaleza arraigada y menos trabaja nuestro cerebro al hacerla. Para ayudar de verdad a que tu cerebro se mantenga joven, rétalo. Cambia la ruta hacia el supermercado, usa tu mano contraria para abrir las puertas y cómete primero el postre. Todo esto forzará a tu cerebro a despertarse de sus hábitos y a prestar atención de nuevo.
7. Vete por un sitio diferente
En coche, o a pie, busca nuevas rutas para llegar a donde quiera que vayas. Este pequeño cambio en la rutina ayuda al cerebro a practicar con la memoria espacial y las direcciones. Intenta cambiar de acera y altera el orden en que visitas tus tiendas preferidas para así cambiar la rutina.
8. Adquiere una nueva habilidad
Aprender una nueva habilidad pone a trabajar a múltiples áreas cerebrales. Tu memoria entrará en juego, aprenderás nuevos movimientos y asociarás las cosas de un modo diferente. Lee a Shakespeare, aprende a cocinar o a construir un avión con palillos, todo sirve para retar al cerebro y darte cosas nuevas en las que pensar.
9. Haz listas
Las listas son maravillosas. Hacer listas nos ayuda a asociar unos datos con otros. Haz una lista de los lugares a los que has viajado. Haz una lista de todas las comidas sabrosas que has probado. Haz una lista con los mejores regalos que has recibido. Haz una lista mental diaria para ejercitar a la memoria y para conseguir nuevas conexiones cerebrales. Pero no dependas demasiado de ellas, haz una lista con todo lo que necesitas comprar pero luego trata de no usarla en el supermercado. Usa la lista una vez que hayas metido todos los productos en la cesta simplemente para comprobar tu memoria. Haz lo mismo con tu agenda de quehaceres diarios.
10. Elige un nuevo hobby
Encuentra algo que te cautive, que puedas hacer fácilmente en casa y que no cueste demasiado dinero. Haz fotografías con una cámara digital, aprende a dibujar o a tocar un instrumento, practica nuevos estilos de cocina o escribe. Todas estas son buenas elecciones.
Si desea más información, consulte:
http://www.abc.es/20100916/ciencia/secreto-personas-piensan-veces-201009161840.html
http://pez-k.vacau.com/?p=230