Dios protege: Salmo 91
El Salmo 91 es uno de los salmos más conocidos. Es un salmo de protección. ¿en sí mismo el salmo protege? No. Es Dios quien da protección.
Pero leerlo hace que el creyente recuerde razones por las cuales puede confiar en el poder protector de Jehová, particularmente en esos momentos en los que la amenaza es constante.
¿Por qué confiar en la protección de Dios?
Responde el Salmo 91:
Cualquiera que more en el lugar secreto del Altísimo
se conseguirá alojamiento bajo la mismísima sombra del Todopoderoso.
Ciertamente diré a Jehová: “Tú eres mi refugio y mi plaza fuerte,
mi Dios, en quien de veras confiaré”.
se conseguirá alojamiento bajo la mismísima sombra del Todopoderoso.
Cualquiera...
El único requisito para disfrutar del poder protector de Dios es estar en el lugar secreto del Altísimo: el favor de Dios, atesorado en su corazón. Si uno está en el corazón de Dios, ¿es posible que Dios se olvide de un@?
mi Dios, en quien de veras confiaré”.
El creyente confiesa que Jehová es su refugio y fortaleza. El Dios digno de confianza. No hay relato bíblico en el que Dios no intervenga para salvar. Para dar fuerzas. Para socorrer. Para consolar. Esa es la confianza, en el poder, el amor, y la gracia de Dios, inagotables todas, en constante sintonía con nuestra vida.
¿Algo nos preocupa? Dios lo sabe. ¿No tenemos paz en el corazón? Dios lo sabe. Pero el creyente no tiene dudas sobre a quién acudir en busca de refugio.
de la peste que causa adversidades.
Con sus plumas remeras obstruirá el acceso a ti,
y debajo de sus alas te refugiarás.
Su apego a la verdad será un escudo grande y baluarte.
No tendrás miedo de nada pavoroso de noche,
ni de la flecha que vuela de día,
ni de la peste que anda en las tinieblas,
ni de la destrucción que despoja violentamente al mediodía.
Múltiples son las amenazas. Los enemigos tiendes trampas, hay adversidades como pestes, contagiosas para enfermar el alma.
Pero Dios, cual águila, extiende sus alas, para cubrir con su sombra a sus hij@s. Nada que temer. A Dios, el enemigo nunca lo toma desprevenido. Dios ya tiene el refugio listo, y la solución a las dificultades.
Jehová es el Dios de la Verdad. Él no puede mentir. Si ha prometido protección, es Su promesa bendita de ayudarnos y protegernos la que representa nuestra protección.
¿Es que Dios elimina las amenazas? No necesariamente. Dios no evitó que Faraón llegase al campamento israelita frente al Mar Rojo. Dios no impidió que los asirios llegasen a Jerusalén misma en tiempos del Rey Ezequías.
Las amenazas pueden ser claras, nítidamente evidentes, como una flecha que vuela de día. O pueden ocultarse, como si fueran una atemorizante sombra en la noche. Y pueden presentarse circunstancias amenazantes, pero mezcladas con la luz de la oportunidad del mediodía.
¿Qué pide Dios? No tener miedo a ninguna amenaza. No tener pavor de nada. Dios sabe las cosas antes de que nos percatemos de ellas. Por eso el tener valor y confianza en Dios frente a la adversidad es el antídoto contra las diversas circunstancias y problemas.
Mil caerán a tu lado mismo,
y diez mil a tu diestra;
a ti no se te acercará.
Solo con tus ojos seguirás mirando,
y verás la retribución misma de los malvados.
Un@ no está sol@. Se vive rodeado de personas de todo tipo. Pero así uno esté sentado al lado de alguien, sea de mil a la izquierda o diez mil a la derecha, el mal no se acerca. Pero a los malvados, a ellos llega la retribución divina. ¿Es Dios cruel y vengativo por volver el mal a los que pretenden hacer daño? No. Existe el Principio de Causalidad. Lo que una persona siembra eso cosecha. Si alguien escogió hacer mal a alguien que está en el centro del corazón de Dios, no tendrá buen futuro.
El creyente, al perseverar, tendrá la recompensa de ver la retribución que les viene a los malvados. No es venganza. Es justicia divina.
has hecho al Altísimo mismo tu morada;
no te acaecerá ninguna calamidad,
y ni siquiera una plaga se acercará a tu tienda.
Porque él dará a sus propios ángeles un mandato acerca de ti,
para que te guarden en todos tus caminos.
Sobre sus manos te llevarán,
para que no des con tu pie contra piedra alguna.
Sobre el león joven y la cobra pisarás;
hollarás al leoncillo crinado y a la culebra grande.
Porque en mí él ha puesto su cariño,
yo también le proveeré escape.
Lo protegeré porque ha llegado a conocer mi nombre.
Él me invocará, y yo le responderé.
Estaré con él en la angustia.
Lo libraré y lo glorificaré.
Con largura de días lo satisfaré,
y le haré ver la salvación por mí.