El Genoma Humano y la Imagen de Dios
Es la edición
actualizada de un libro de texto, que ha
sido transmitido a nosotros a través de innumerables generaciones de antepasados. Marcadores
únicos en nuestro programa de ADN, que nuestros antepasados nos transmitieron como herencia.
Nuestro ADN
muestra los aspectos biológicos de la existencia como seres vivos en este
planeta que Jehová creó para que fuera nuestro hogar. Pero, ¿qué hay de aquello
que nos hace ser la “imagen y semejanza de Dios”?
Hemos entendido
que este reconocimiento de que cada persona de alguna manera refleja un único y
singular aspecto de la naturaleza de Dios, y tenemos una dignidad inalienable y
valor, ha motivado a muchos a la compasión y la reforma social de los siglos.
Se cree que haber sido creados a la imagen y semejanza de Dios nos identifica con ciertas características de la humanidad, como la creatividad, la racionalidad , o el sentido moral. Sin embargo, esos conocimientos son demasiado estrechos de miras. ¿Es el ser creativos, racionales o conscientes de nuestro sentido moral lo que nos hace ser “semejantes” a Jehová Dios?
Se cree que haber sido creados a la imagen y semejanza de Dios nos identifica con ciertas características de la humanidad, como la creatividad, la racionalidad , o el sentido moral. Sin embargo, esos conocimientos son demasiado estrechos de miras. ¿Es el ser creativos, racionales o conscientes de nuestro sentido moral lo que nos hace ser “semejantes” a Jehová Dios?
Se ha enseñado durante siglos que fuimos creados por Dios para servirle, y rendirle cuentas. Que somos criaturas con un llamado a la atención para cuidar a otros y cuidar a la creación en general. Una implicación de esta comisión es que el cuidado de la creación debe ser considerada un imperativo ético. Bíblicamente, nuestra respuesta a la crisis ambiental es una responsabilidad ante Dios, ante nosotros mismos y los seres vivos de este gran ecosistema llamado Tierra.
Todo esto supone
que tenemos la posibilidad de conocer y vivir en relación armónica y
pacífica con nuestro Creador y que nuestro comportamiento debe reflejar su amor
y bondad.
Reconocernos como seres que son la “imagen y semejanza de Dios” abarca toda descripción de nosotros mismos, la totalidad de nuestro ser y personalidad.
Dicho
reconocimiento implica reconocernos como criaturas biológicas. Que somos de “carne
y hueso”. Nuestras capacidades mentales, emocionales, físicas y
espirituales que nos conforman, y hacen de cada persona única y singular,
tienen una base genética.
Sí, efectivamente
el Dios de la Biblia es también el Dios del genoma humano. Aunque fue en el año
1953 cuando Watson y Crick dieron a conocer la estructura del ADN, hace más de
3.000 años David, por inspiración divina, mencionó un “libro” en el que todas
sus partes ya estaban escritas. Y ese libro es nuestro genoma humano.
El ADN que se encuentra en nuestras células (nuestro genoma) contiene las instrucciones genéticas necesarias para nuestro desarrollo físico. Es parecido a un texto escrito, que contiene una secuencia lineal de productos químicos, «letras», designadas 'A' (adenina), 'C' (citosina), 'G' (guanina) y 'T' (timina).
El ADN que se encuentra en nuestras células (nuestro genoma) contiene las instrucciones genéticas necesarias para nuestro desarrollo físico. Es parecido a un texto escrito, que contiene una secuencia lineal de productos químicos, «letras», designadas 'A' (adenina), 'C' (citosina), 'G' (guanina) y 'T' (timina).
Nuestro ADN personal
representa la información que hemos heredado de incontables generaciones de antepasados. Se modifica en cada generación, transmitiéndonos
una versión particular de nuestra historia.
Por ejemplo, un
niño o niña hereda su cromosoma Y o X de su padre, que había heredado de su padre. Ese
niño o niña y sus hermanos o hermanas comparten algunas mutaciones que ocurrieron
en el cromosoma Y o X del ADN de su padre. Y de los abuelos,
bisabuelos, tatarabuelos, etc.
En cada uno de
nosotros hay un indicio de los primeros padres: Adán y Eva. Como lo afirma la
Biblia y ha comprobado la ciencia.
¿Qué papel juegan
las Escrituras en la conformación de ese ser humano hecho a la imagen y
semejanza de Dios?
Nuestra historia
genética ha sido influida por la autoridad de las historias bíblicas. ¿Por qué?
Porque necesitamos el soporte de la historia, saber quiénes somos, cuál es
nuestro origen, de dónde venimos y hacia dónde vamos. La historia bíblica es
100% humana y 100% divina, porque ambas cosas están mezcladas. Es algo tan
humano pedir a Dios su ayuda, como tan divino de parte de Jehová tender la mano
y socorrernos.
Nuestro genoma
humano para los científicos tiene sentido en las secuencias de ADN con sus
marcadores múltiples, indicando el origen biológico del ser humano. Por
otra parte, las historias reales narradas en la Biblia son necesarias para
formar a la persona humana, para ayudarla a entender que es linaje de Dios. Que
puede retornar a Dios.
La Biblia da
sentido a la experiencia del pueblo de Israel, de la historia de Jesús, y
de nuestras propias vidas, por lo que nos permite entendernos a nosotros mismos
como criaturas hechas a la "imagen y semejanza de Dios".
¿Cómo entender lo que es nuestro origen, o cómo Dios salva, si no existieran relatos como el del Mar Rojo abierto milagrosamente para salvar a Israel?
¿Cómo comprender
cuánto Jehová nos ama sin pensar que Su Hijo murió por nosotros, sufriendo una
muerte dolorosa?
¿Fuimos genéticamente
diseñados para manifestar la imagen y semejanza de Dios de una manera única y
singular? La respuesta es sí. Son nuestros genes los que producen ese ser vivo
que somos. Pero no necesariamente son nuestros genes los que deciden si
queremos descubrir esa imagen y semejanza de Dios que está atesorada en nuestro
ser interior. Eso lo decide cada uno de nosotros, por medio de la libre y
voluntaria decisión de conocer a Dios.
No podemos
rechazar nuestra carne humana, lo humano que hay en nosotros. “Y el Verbo se
hizo carne”, dijo el apóstol Juan de Jesús, el Hijo de Dios. Él tuvo un ADN, un
genoma. Perfectos, sin mutaciones, daños, alteraciones. ¿Eso fue todo? ¿Estaba
genéticamente Jesucristo diseñado para manifestar la imagen y semejanza de
Dios? Sí. Pero si no hubiera tomado la decisión de hacerlo, no lo hubiera
hecho.
No somos nuestros
genes solamente. Somos las personas capaces de tomar decisiones conscientes,
libres y deliberadas de quiénes ser.
La figura de
Jesucristo como Salvador va más allá de su muerte. De la posibilidad de
rescatarnos del pecado. Jesucristo, quien es mejor que nadie la Imagen y
Semejanza de Dios, hace posible a cada uno de nosotros el poder descubrir esa
imagen y semejanza de Dios que cada uno posee intrínsecamente.
La muerte y la
resurrección de Cristo proporciona la clave hermenéutica por la cual la
historia del hombre, en busca de la imagen y semejanza de Dios, se puede
entender.
Dios confiere su perfecta semejanza en Cristo, y da a la humanidad una posibilidad: transformar a la gente a la semejanza de Cristo, dándole la posibilidad de ser esa imagen y semejanza de Dios que hoy día no es, pero puede ser, y será.