La Décima Plaga
Egipto estaba devastado. Una tras otra, sucedieron acontecimientos asombrosos e impactantes. El Río Nilo se convirtió en sangre, las ranas se multiplicaron, aparecieron millones de jejenes, tábanos en todo Egipto, excepto en Gosén, donde estaba Israel. Como si eso fuera poco, el ganado recibió una peste mortal, y no hubo egipcio o egipcia que no padeciera de una peste de diviesos malignos en el cuerpo, que ni los sacerdotes y magos pudieron sanar. Cuando por fin parecían mejorar, una serie de truenos y granizos destruyeron las cosechas, y lo que quedó, lo arrasaron las langostas.
¿Por qué Egipto, el orgulloso reino del Nilo, poderoso y próspero, con sus deidades protectoras, estaba sufriendo estos males?
El problema son unos esclavos, israelitas, y su Dios. ¿Cómo se llamaba? Jehová. Moisés, quien fuera príncipe de Egipto, ahora representa a este Dios, y a los molestos esclavos. ¡Deberían estar felices de ser esclavos de Egipto, y vivir en Gosén! Pero no, quieren ser libres en una Tierra Prometida. ¿Era Canaán, la Tierra Prometida, mejor que Egipto?
El caso es que ahora han habido 3 días de oscuridad. Densas tinieblas cubren el país. Nadie sale o entra. Todo es tenebroso. Además, todos comentan la rotunda decisión de Faraón: Moisés no debe entrar más ante él, porque moriría.
Mientras Egipto estaba en oscuridad, la tierra en la que estaban los hebreos, tenía mucha actividad. Jehová ha dado instrucciones a Moisés sobre la plaga final, la décima. Dios ha decretado que la décima plaga sea la muerte de todo primogénito de Egipto. Mientras tanto, ha indicado el inicio del primer mes del año, abib. Deben hacer algo especial: degollar un cordero en cada hogar israelita, y todos tenían que permanecer dentro de la casa para evitar que un ángel, el de Jehová, los hiriese de muerte, al primogénito que viviera o estuviera allí, en casa. La comida se llamaría Pascua. ¿Por qué?
Porque a medianoche, el ángel de Jehová tenía una misión que cumplir: pasaría por las casas de Egipto, una por una, hiriendo de muerte a todo primogénito egipcio. No sucedería así con los israelitas, puesto que ellos habían recibido la orden de, con la sangre del cordero de la cena, salpicar las jambas de la puerta de sus casas, para que sirviera de señal distintiva de que se ejercía fe en Jehová, y se obedecía Su palabra. Sí, debían comer la cena, llamada Pascua, listos, con los lomos ceñidos, báculo en mano y sandalias puestas, a fin de estar preparados para el viaje de salida de Egipto.
La palabra de Jehová era clara. A medianoche, todos los primogénitos egipcios morirían, pero el ángel pasaría por alto las casas sobre las que se había salpicado la sangre. Toda casa egipcia donde había un primogénito varón se vería afectada, desde la del propio Faraón hasta la del prisionero. Desde el egipcio más poderoso, como el Faraón, hasta el más humilde prisionero, sufrirían una pérdida dolorosa: la de su primogénito.
¿Qué tenía de particular esta plaga, la décima? Todas las plagas afectaron a Egipto, y fueron un juicio devastador. Pero esta, la definitiva, sería un golpe duro contra el dios más poderoso de Egipto: Faraón mismo, pues se le consideraba la encarnación de Ra, dios Sol.
La muerte del primogénito resultaría en la máxima humillación para los dioses y las diosas egipcios. Faráon era dios, hijo de Ra o Amón-Ra. Ra o Amón-Ra tenía relaciones con la reina, y su hijo era dios, un dios encarnado y era dedicado a Ra o Amón-Ra en su templo. La muerte del primogénito del Faraón equivalía a la muerte de un dios.
¿Puede un dios morir? En Egipto, los dioses son inmortales, con pasaporte a la eternidad. Era un hecho incuestionable, según la religión egipcia. Pero, con la décima plaga, quedó claro la falsedad de la afirmación de que los dioses egipcios, y su entramado religioso era fuerte, veraz y poderoso. No pudo impedir las 9 plagas anteriores. ¿Podría Faraón evitar la muerte de su heredero?
A medida que transcurría la noche, una tensa calma se respiraba en el ambiente. Los israelitas, comían, con gran expectativa. ¡Tanto esperar por el fin de la esclavitud! Y ahora, comían, de pie, comentando lo que sería esa noche. Mientras tanto, sigiloso, el ángel de Dios pasa por entre las calles de todo Egipto. Observa las jambas de las puertas. Donde está la señal, la sangre del cordero colocada, él sigue adelante. Donde no está la señal, él hiere con la muerte al primogénito.
Poco a poco, se oyen a lo lejos, los gritos de dolor y llanto. En un momento, la noche tiene un sonido único, un alarido que sale de las bocas de todo Egipto. Faraón, corre desesperado ante sus dioses, para que revivan a su hijo, su primogénito. ¿Quién le sucederá en el trono, quién gobernará a Egipto? Abatido, llama a Moisés, y le pide que se vaya. Sí, que Israel se vaya de Egipto. Allí estaba, derrotado y humillado, aquel poderoso y altivo hombre, quien preguntó desafiante quién es Jehová. Ya sabía quién era Jehová.
"Vayan a adorar a Jehová, así como dijeron, llévense sus ovejas, vacadas, todo, y váyanse", dijo Faraón. "Por favor, bendíganme", pidió Faraón.
Faraón no era el único que suplicaba a Israel que se fuera. Los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa en echarlos de la tierra, porque decían: Todos seremos muertos.
Los hijos de Israel hicieron según las instrucciones de Moisés, pues pidieron a los egipcios objetos de plata, objetos de oro y ropa. Y Jehová hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios, que les concedieron lo que pedían. Así despojaron a los egipcios, aquellos que jamás pagaron un salario justo ni dieron trato digno a los esclavos y esclavas hebreos.
Así culminó la plaga # 10, la última, de las famosas Diez Plagas de Egipto. Una de las cosas que podemos reflexionar de este suceso, es relacionarlo con los juicios divinos expuestos en el Apocalipsis, en referencia a los 7 toques de trompetas y el derramamiento de las 7 copas de la ira de Dios (Apocalipsis 8, 9, 15 y 16). Evidentemente, el juicio fue in crescendo en Egipto. La gente no reaccionó ante el Nilo tornado en sangre, ni la aparición súbita de las ranas. ¿Cómo explicarlo? Lo verían como fenómenos anecdóticos, como cosas curiosas. Pero nunca discernieron lo que fueron en realidad: intervenciones divinas, juicios de Jehová, en los que demostró que Él es Dios, y que Su Voluntad se realiza.
Para los israelitas, la décima plaga debía ser un recordatorio de la misericordia de Dios. Jehová dijo cómo se salvarían los primogénitos hebreos, y la obediencia a esta orden, le salvó la vida a los primogénitos. Hay advertencias claras hoy día, señales que no se deben ignorar. ¿Cómo ignorar los sucesos de la actualidad, y no percibir que estamos en los "tiempos críticos, fieros, duros de manejar" (2 Timoteo 3:1-5)? Los egipcios ignoraron lo que pasaba, siguieron sus vidas como si nada pasara. Y algo similar sucede hoy día. Vale la pena pensar en estas historias bíblicas, que de manera poderosa nos hacen recordar que, aunque no lo parezca, existe un Dios en los Cielos que hace cosas maravillosas, y de las cuales hacemos bien en prestarle atención.
¿Por qué Egipto, el orgulloso reino del Nilo, poderoso y próspero, con sus deidades protectoras, estaba sufriendo estos males?
El problema son unos esclavos, israelitas, y su Dios. ¿Cómo se llamaba? Jehová. Moisés, quien fuera príncipe de Egipto, ahora representa a este Dios, y a los molestos esclavos. ¡Deberían estar felices de ser esclavos de Egipto, y vivir en Gosén! Pero no, quieren ser libres en una Tierra Prometida. ¿Era Canaán, la Tierra Prometida, mejor que Egipto?
El caso es que ahora han habido 3 días de oscuridad. Densas tinieblas cubren el país. Nadie sale o entra. Todo es tenebroso. Además, todos comentan la rotunda decisión de Faraón: Moisés no debe entrar más ante él, porque moriría.
Mientras Egipto estaba en oscuridad, la tierra en la que estaban los hebreos, tenía mucha actividad. Jehová ha dado instrucciones a Moisés sobre la plaga final, la décima. Dios ha decretado que la décima plaga sea la muerte de todo primogénito de Egipto. Mientras tanto, ha indicado el inicio del primer mes del año, abib. Deben hacer algo especial: degollar un cordero en cada hogar israelita, y todos tenían que permanecer dentro de la casa para evitar que un ángel, el de Jehová, los hiriese de muerte, al primogénito que viviera o estuviera allí, en casa. La comida se llamaría Pascua. ¿Por qué?
Porque a medianoche, el ángel de Jehová tenía una misión que cumplir: pasaría por las casas de Egipto, una por una, hiriendo de muerte a todo primogénito egipcio. No sucedería así con los israelitas, puesto que ellos habían recibido la orden de, con la sangre del cordero de la cena, salpicar las jambas de la puerta de sus casas, para que sirviera de señal distintiva de que se ejercía fe en Jehová, y se obedecía Su palabra. Sí, debían comer la cena, llamada Pascua, listos, con los lomos ceñidos, báculo en mano y sandalias puestas, a fin de estar preparados para el viaje de salida de Egipto.
La palabra de Jehová era clara. A medianoche, todos los primogénitos egipcios morirían, pero el ángel pasaría por alto las casas sobre las que se había salpicado la sangre. Toda casa egipcia donde había un primogénito varón se vería afectada, desde la del propio Faraón hasta la del prisionero. Desde el egipcio más poderoso, como el Faraón, hasta el más humilde prisionero, sufrirían una pérdida dolorosa: la de su primogénito.
¿Qué tenía de particular esta plaga, la décima? Todas las plagas afectaron a Egipto, y fueron un juicio devastador. Pero esta, la definitiva, sería un golpe duro contra el dios más poderoso de Egipto: Faraón mismo, pues se le consideraba la encarnación de Ra, dios Sol.
La muerte del primogénito resultaría en la máxima humillación para los dioses y las diosas egipcios. Faráon era dios, hijo de Ra o Amón-Ra. Ra o Amón-Ra tenía relaciones con la reina, y su hijo era dios, un dios encarnado y era dedicado a Ra o Amón-Ra en su templo. La muerte del primogénito del Faraón equivalía a la muerte de un dios.
¿Puede un dios morir? En Egipto, los dioses son inmortales, con pasaporte a la eternidad. Era un hecho incuestionable, según la religión egipcia. Pero, con la décima plaga, quedó claro la falsedad de la afirmación de que los dioses egipcios, y su entramado religioso era fuerte, veraz y poderoso. No pudo impedir las 9 plagas anteriores. ¿Podría Faraón evitar la muerte de su heredero?
A medida que transcurría la noche, una tensa calma se respiraba en el ambiente. Los israelitas, comían, con gran expectativa. ¡Tanto esperar por el fin de la esclavitud! Y ahora, comían, de pie, comentando lo que sería esa noche. Mientras tanto, sigiloso, el ángel de Dios pasa por entre las calles de todo Egipto. Observa las jambas de las puertas. Donde está la señal, la sangre del cordero colocada, él sigue adelante. Donde no está la señal, él hiere con la muerte al primogénito.
Poco a poco, se oyen a lo lejos, los gritos de dolor y llanto. En un momento, la noche tiene un sonido único, un alarido que sale de las bocas de todo Egipto. Faraón, corre desesperado ante sus dioses, para que revivan a su hijo, su primogénito. ¿Quién le sucederá en el trono, quién gobernará a Egipto? Abatido, llama a Moisés, y le pide que se vaya. Sí, que Israel se vaya de Egipto. Allí estaba, derrotado y humillado, aquel poderoso y altivo hombre, quien preguntó desafiante quién es Jehová. Ya sabía quién era Jehová.
"Vayan a adorar a Jehová, así como dijeron, llévense sus ovejas, vacadas, todo, y váyanse", dijo Faraón. "Por favor, bendíganme", pidió Faraón.
Faraón no era el único que suplicaba a Israel que se fuera. Los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa en echarlos de la tierra, porque decían: Todos seremos muertos.
Los hijos de Israel hicieron según las instrucciones de Moisés, pues pidieron a los egipcios objetos de plata, objetos de oro y ropa. Y Jehová hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios, que les concedieron lo que pedían. Así despojaron a los egipcios, aquellos que jamás pagaron un salario justo ni dieron trato digno a los esclavos y esclavas hebreos.
Así culminó la plaga # 10, la última, de las famosas Diez Plagas de Egipto. Una de las cosas que podemos reflexionar de este suceso, es relacionarlo con los juicios divinos expuestos en el Apocalipsis, en referencia a los 7 toques de trompetas y el derramamiento de las 7 copas de la ira de Dios (Apocalipsis 8, 9, 15 y 16). Evidentemente, el juicio fue in crescendo en Egipto. La gente no reaccionó ante el Nilo tornado en sangre, ni la aparición súbita de las ranas. ¿Cómo explicarlo? Lo verían como fenómenos anecdóticos, como cosas curiosas. Pero nunca discernieron lo que fueron en realidad: intervenciones divinas, juicios de Jehová, en los que demostró que Él es Dios, y que Su Voluntad se realiza.
Para los israelitas, la décima plaga debía ser un recordatorio de la misericordia de Dios. Jehová dijo cómo se salvarían los primogénitos hebreos, y la obediencia a esta orden, le salvó la vida a los primogénitos. Hay advertencias claras hoy día, señales que no se deben ignorar. ¿Cómo ignorar los sucesos de la actualidad, y no percibir que estamos en los "tiempos críticos, fieros, duros de manejar" (2 Timoteo 3:1-5)? Los egipcios ignoraron lo que pasaba, siguieron sus vidas como si nada pasara. Y algo similar sucede hoy día. Vale la pena pensar en estas historias bíblicas, que de manera poderosa nos hacen recordar que, aunque no lo parezca, existe un Dios en los Cielos que hace cosas maravillosas, y de las cuales hacemos bien en prestarle atención.