Somos Seres Multidimensionales
La respuesta es sí. Son nuestros genes los que producen ese ser vivo que somos. Pero no necesariamente son nuestros genes los que deciden si queremos descubrir esa imagen y semejanza de Dios que está atesorada en nuestro ser interior. Eso lo decide cada uno de nosotros, por medio de la libre y voluntaria decisión de conocer a Dios.
No podemos rechazar nuestra carne humana, lo humano que hay en nosotros. “Y el Verbo se hizo carne”, dijo el apóstol Juan de Jesús, el Hijo de Dios. Él tuvo un ADN, un genoma. Perfectos, sin mutaciones, daños, alteraciones. ¿Eso fue todo? ¿Estaba genéticamente Jesucristo diseñado para manifestar la imagen y semejanza de Dios? Sí. Pero si no hubiera tomado la decisión de hacerlo, no lo hubiera hecho.
No somos nuestros genes solamente. Somos las personas capaces de tomar decisiones conscientes, libres y deliberadas de quiénes queremos ser.
La figura de Jesucristo como Salvador, nos da un modelo de alguien que es plena y conscientemente Imagen y Semejanza de Dios, lo que hace posible a cada uno de nosotros el poder descubrir esa imagen y semejanza de Dios que cada uno posee intrínsecamente.
La muerte y la resurrección de Cristo proporciona la clave hermenéutica por la cual la historia del hombre, en busca de la imagen y semejanza de Dios, se puede entender.
Dios confiere su perfecta semejanza en Cristo, y da a la humanidad una posibilidad: transformar a la gente a la semejanza de Cristo, dándole la posibilidad de ser esa imagen y semejanza de Dios que hoy día no es, pero puede ser, y será.
¿Cómo transicionar en la consciencia hacia el poseer esa Mente de Cristo?
Entendiendo que somos seres multidimensionales. Que estamos más allá de este cuerpo humano, más allá de los límites y limitaciones del tiempo y del espacio.
¿Qué sucede si una persona asume plenamente su identidad divina y humana? Logra la fusión total de su imagen y semejanza de Dios con su humanidad. Un ser humano plenamente consciente de su imagen y semejanza de Dios, se hace uno con la Humanidad a través del dominio de la condición humana y se hace uno con la Divinidad, a través del dominio de la condición divina que es inherente al ser que verdaderamente es. La Dualidad que se hace Una. Por ello Jesucristo dijo: Yo y el Padre somos Uno.
Igual ocurre con usted. Usted no es sólo esa parte que define la personalidad que tiene el nombre y el apellido. Usted es un Ser Multidimensional. Pero esa realidad está dormida, latente, en estado potencial, a la espera de ser activada. Es por eso que cada vez más ocurre que la persona dormida llega a un cruce en el camino en el que vislumbra una puerta entreabierta y se determina a pasar por ella.