La Señal del "fin del mundo": lo que Jesús predijo
En estos tiempos en
los que estamos viviendo, ciertamente existe cierta expectativa por el futuro.
¿Razón? Muchas personas están convencidas de que el 21 de diciembre de 2012 algo va a pasar en el mundo.
Lo cierto del caso
es que, más allá de las consideraciones que se hagan en base a las famosas
profecías mayas, hay un hecho concreto: las Escrituras sí predicen un fin del “mundo” o “de los tiempos”. El punto es que,
si buscamos en las Escrituras los lugares en los que se hace referencia al
llamado “fin del mundo”, encontramos que quien lo predice es… Jesucristo.
¿Extraña eso?
Jesús mismo dijo
que Él vino a la Tierra porque “tanto amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo
Unigénito, para que todo el que ejerza fe en Él, no sea destruido, sino que
tenga la vida eterna” (Juan 3:16). Así que Jesús vino a la Tierra en una misión
de amor de parte del Padre. Por eso le vemos a través de los Evangelios,
enseñando a las personas, sanando a los enfermos, guiando a los que estaban
hambrientos y sedientos de justicia. Jesús fue la voz de las personas marginadas de la sociedad judía: recaudadores
de impuestos, prostitutas, gente pobre, los enfermos, los leprosos, los
trabajadores explotados por la clase política y religiosa dominante, las
mujeres, entre otras personas que se acercaron al Maestro por ser Él la
representación del amor y la bondad del Padre.
Pero, días antes de
morir, los apóstoles le preguntan claramente sobre un tema del que no vemos en
los Evangelios que fuera el tema predominante de la enseñanza de Jesús:
Dinos, ¿cuándo
serán estas cosas y qué
señal habrá de tu venida
y del fin del mundo?
¿Fin
del mundo? Sí, eso le plantearon los apóstoles a Jesús. ¿No es eso
contradictorio con la esencia del mensaje de Jesucristo, que es un mensaje de
amor, de bondad, de ayudar a los pobres, de ser buenas personas?
Si leemos los
Evangelios con mente abierta y sin opiniones preconcebidas por los dogmas y
enseñanzas de religión alguna, encontramos que Jesús habló del Reino de Dios. También enseñó sobre
adorar al Padre con espíritu y con verdad, la oración, la necesidad de tener
fe, la resurrección, entre muchos otros asuntos. Y, por supuesto, respondió a
la pregunta que le hicieron los apóstoles sobre el fin
del mundo.
Lógicamente, hay
partes de la enseñanza de Jesús que nos pueden parecer más atractivas y agradables
que el fin del mundo. Por
ejemplo, a muchos les gusta cuando Jesús enseña que “pide y se te dará” o
aquella declaración que Él hace de que “he venido para que tengan vida y la
tengan en abundancia” (Mateo 7:7; Juan 10:10). Esas enseñanzas del Señor Jesús
son preferidas por muchos, porque, ¿a quién no le gusta que le digan que si le
pide a Dios algo, se lo dará, o que Jesús nos promete darnos abundancia?
Obviamente, no vamos a negar la certeza e importancia de estas enseñanzas de
Cristo Jesús, pues eso sería ir en contra de lo que Él enseñó.
Pero sería un grave
error ignorar la respuesta de Jesús a los apóstoles sobre el fin del mundo,
porque es una profecía declarada por Él, que afecta e influye en la vida de
todas las personas de este planeta, independientemente de que se crea en ella o
no.
Jesús dijo que Él
enseñaba lo que Su Padre le enseñó. Y hemos de aceptar que todo lo que Cristo Jesús
enseñó, proviene de Dios. Así que ignorar o minimizar la importancia de la
profecía de Jesucristo sobre el fin del mundo, es ignorar las palabras de Dios,
que “no vuelven a Él sin resultados, sino que tienen seguro éxito (Isaías
55:10, 11).
Un creyente debe
asumir la certeza e importancia de toda
la enseñanza de Jesús, no de una parte de ella, o de una especie de tendencia
de enseñanza más agradable. Eso sería equivalente a decidir por Dios qué es la verdad e importante, y qué no. Similar a
lo sucedido en el jardín de Edén, y sabemos los resultados que eso tuvo.
Jesucristo predijo
un fin del mundo porque
ciertamente habrá un fin del mundo. ¿Qué significa eso?
No podemos especular más allá de lo que indican las Escrituras, pero sí podemos
decir, por ejemplo, que la Tierra nunca será destruida como planeta (Isaías
45:18), que habrán personas que vivirán eternamente en la Tierra bajo el
reinado de Cristo Jesús como Rey del Reino de Dios. Eso lo enseñan las
Escrituras, es lo que indica la Biblia.
Si analizamos lo
que Jesús dijo sobre el fin del mundo, vemos que predijo una serie de sucesos
que de manera descollante, a nivel mundial, manifestarían la ocurrencia del
período denominado por Él mismo el “fin del mundo”.
Lo que Jesús predijo
Mateo 24
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Falsos Cristos y Profetas
Guerras e inestabilidad política
Pestes, enfermedades endémicas y epidémicas en todo el mundo
Hambres, escasez de alimento, inflación, alto costo de la vida
Grandes terremotos en diferentes lugares de la Tierra
Gran Tribulación, la cual no ha habido nunca en el mundo ni la
habrá
Los días son acortados
Aparición de falsos Cristos y Profetas, capaces de exhibir y
hacer grandes señales y prodigios milagrosos, además de proclamar la
Presencia de Cristo
El Sol se oscurece, la Luna ni resplandece, y grandes señales
cósmicas suceden
La señal del Hijo del hombre en el cielo, y todas las tribus
de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo del hombre venir sobre las
nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Una generación que presencia y vive todos estos eventos y no
ejerce fe en Jesús, no “pasa”
Se hacen intentos por saber el día y la hora
La gente se parece a la de los días de Noé: vive su vida
ignorando lo que sucede, pero no hace caso
Coexisten 2 esclavos:
Uno, fiel y prudente, y uno malo, que está borracho
(espiritualmente) y golpea a sus “hermanos” en la fe
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Respondiendo Jesús, les dijo:
-Miren que nadie os engañe, porque vendrán
muchos en mi nombre, diciendo: "Yo soy el Cristo", y a muchos
engañarán.
Mateo 24:5
Muchos falsos profetas se levantarán y
engañarán a muchos
Mateo 24:11
Oirán de guerras y rumores de guerras
Mateo 24:6
Se levantará nación contra nación y reino
contra reino
Mateo 24:7
Habrá pestes en un lugar tras otro
Mateo 24:7
Habrá… hambres
Mateo 24:7
Y oí una voz de en medio de los cuatro seres
vivientes decir:
“Una medida de un litro de trigo por un
denario, y mide tres litros de cebada por un denario. No dañes el aceite de oliva
ni el vino.
Apocalipsis 6:6
Y habrá grandes terremotos en un lugar tras
otro
Lucas 21:11
Habrá gran
tribulación como la cual no ha sucedido una desde que comenzó el mundo hasta
ahora, ni volverá a suceder.
Mateo 24:21
De hecho, a
menos que se acorten los días, nadie se salvaría. Pero por causa de los
escogidos aquellos días serán acortados.
Mateo 24:22
Si alguien
les dice: ‘¡Vean! Aquí está el Cristo’, o ‘¡Allá!’, no lo crean. Porque se
levantarán falsos Cristos y falsos profetas, que darán grandes señales y
prodigios milagrosos para extraviar.
Si les
dicen: ‘¡Miren! (El Cristo) Está en el desierto’, no salgan. ‘¡Miren! Está en
lugares escondidos’, no lo crean.
Mateo 24:23-25
Inmediatamente después de la tribulación de
aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las
estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Mateo 24:29
Entonces aparecerá la señal del Hijo del
hombre en el cielo, y todas las tribus de la tierra harán lamentación cuando
vean al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria.
Mateo 24:30
De cierto os digo que no pasará esta
generación hasta que todo esto acontezca.
Mateo 24:34
Pero el día y la hora, nadie lo sabe, ni
aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre.
Mateo 24:36
Pero como en los días de Noé, así será la
venida del Hijo del hombre, pues como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé
entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a
todos, así será también la venida del Hijo del hombre.
Mateo 24:37-39
¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente,
al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?
Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando
Su Señor venga, lo halle haciendo así.
De cierto les digo que sobre todos sus
bienes lo pondrá.
Pero si aquel siervo malo dice en su
corazón: "Mi señor tarda en venir", y comienza a golpear a sus consiervos,
y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el Señor de aquel siervo en
día que este no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente y
pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de
dientes.
Mateo 24:45-51
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Esto fue lo que
respondió Jesucristo cuando le preguntaron sobre el “fin del mundo”.
Agradecemos Su sinceridad y claridad, pues nos informó de manera precisa y
cierta que verdaderamente habrá un “fin del mundo”.
Respecto del claro cumplimiento
de muchas de las profecías aquí colocadas, expresadas por Jesucristo, debemos
admitir que sería un error hacerse de “la vista gorda” y negar su realidad.
Quizás a algunos, por ejemplo, ante los sucesos mundiales que vemos acontecer,
les parezca “exagerado”, o “escatológico”, o tal vez “alarmista”, informar
sobre estos sucesos que cumplen la gran profecía de Cristo Jesús. Y el colmo es
que algunas de estas personas dicen ser ·”cristianos”, hasta líderes de
religiones “cristianas”. ¿Puede ignorarse que estamos viendo sucesos que
cumplen la profecía de Jesús?
Si esta profecía la
dio Jesús, ¿fue para atemorizarnos e infundirnos miedo? ¿O es parte de su mensaje
de amor por la Humanidad? Recordemos que el Padre sabe cuántos cabellos
tenemos, y hasta sabe si un gorrión cae a tierra, así que es una muestra de
amor a nosotros el saber de estas profecías y verificar su cumplimiento, pues,
ante tantos sucesos catastróficos, uno se pregunta ¿hay esperanza?
Porque si lo que
vemos que está aconteciendo en el mundo es “normal”, “parte de la vida”, entonces
no tenemos esperanza de que haya un mundo nuevo. Pero si lo que está ocurriendo
es manifestación del cumplimiento de las profecías de Jesús y otros sobre el “fin
del mundo”, entonces vale la pena saberlo, porque eso representa esperanza,
esperanza de que efectivamente, Dios y Jesucristo harán algo bueno en la
Humanidad:
La esperanza de que la Creación será
libertada de la esclavitud a la corrupción, y tendrá la gloriosa libertad de
los hijos (e hijas) de Dios.
Romanos 8:20-21