Qué es meditar
Meditar armoniza mejor el cuerpo con la mente que bailar. Ese fue el resultado de un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de California, Berkeley. Sus resultados indican que las personas que practican el ballet no tienen una sintonía emocional con sus cuerpos como sí la poseen las personas que habitualmente
practican la meditación.
En sus resultados, encontraron que los bailarines que dedican gran cantidad de tiempo
y esfuerzo a desarrollar un conocimiento y control preciso sobre sus
músculos, no tienen una conexión más fuerte entre el cuerpo y su mente que la mayoría de otros personas. Por el contrario, personas entrenadas en la meditación de atención plena -una técnica centrada en la observación de
la respiración, latido del corazón, pensamientos y sentimientos sin
juicio- mostraron una conexión mayor entre su cuerpo y mente.
Está comprobado que nuestras emociones influyen en nuestro cuerpo. Las endorfinas, la dopamina, la adrenalina, el cortisol, la serotonina y otros neurotransmisores que se siguen investigando, están relacionados con nuestro cuerpo, y nuestro estado de salud en general, lo que incluye a nuestros sistemas inmunológico y endocrino, y su efecto en nuestro bienestar.
Emociones positivas influirán en nuestro bienestar. Emociones negativas influirán en que nuestra salud se desmejore. Eso está más que comprobado científicamente. Sin embargo, vale la pena saber realmente qué es meditar. ¿Por qué? Porque la meditación se asocia a prácticas realizadas por diversas escuelas de pensamiento, religiones orientales y filosofías. ¿Qué dicen las Escrituras sobre el meditar? ¿Qué beneficios para nuestra espiritualidad podemos recibir de meditar?
Meditar: qué es, desde la perspectiva de las Escrituras
¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Jehová, roca mía y redentor mío!
Salmo 19:14
David fue el escritor de estas palabras. Pidió que la meditación de su corazón fuera grata a su Dios. ¿Qué hacía David al meditar en su corazón?
Meditar, en la mente de un hebreo, como David, transmitía la idea de una persona que musitaba palabras en voz baja, alguien que hablaba consigo mismo. Cuando uno habla consigo mismo, no grita, no habla en voz alta, como para que cualquier persona lo escuche. Al hablar uno consigo mismo, se habla con voz baja, como si uno se preguntara y se respondiera. También al meditar, uno imagina cosas, piensa en cosas del pasado, del presente o se imagina el futuro.
Si nos imaginamos a Josué, un hombre que fue el líder de la nación de Israel, al que Jehová mandó que
hiciera una copia de la Ley de Dios, meditando en esa Ley, él estaría leyendo, pero más que eso, él estaría enfocando su pensamiento y reflexión en lo que estaba leyendo. En Josué 1:8, leemos que a Josué se le mandó ‘meditar’ en la Ley de Dios día y noche. Meditar para Josué no sería un ejercicio intelectual, sino un acto espiritual en el que aprendía y adoraba a Dios, pues estaba cumpliendo con Su voluntad. El Léxico Gesenius del Hebreo y Caldeo, dice sobre el meditar: es “hablar
con uno mismo, susurrando en voz baja, como suelen hacer los que
meditan”. Por ejemplo, en el caso de David que era músico y creador de instrumentos musicales, él se acompañaba de la música para meditar, cosa que vemos en la composición de varios salmos, que eran canciones para alabar, dar gracias a Dios o recordar Sus obras de salvación.
Las Escrituras nos indican de varias formas que meditar es importante, puesto que contribuye a que echen raíces en nuestra mente y corazón las cosas que Dios nos enseña. Qué mejor ejemplo de alguien que meditaba que Jesucristo, quien tras bautizarse en el Jordán, fue al Desierto a... meditar y orar a Dios, en ayuno por 40 días y noches.
Meditar es enfocar nuestra atención, concentrarla en un asunto, pensamiento, la propia
consciencia, o aspectos de nuestra vida, el pasado, el presente o el futuro. Somos libres de enfocar nuestra mente en cualquier cosa. Está claro que para alcanzar ese grado de concentración y enfocar nuestra mente en un asunto, necesitamos dedicar un tiempo para ello. Algunas personas prefieren caminar, entrar en contacto con la naturaleza, estar a solas en un lugar de su casa u oficina, o crear el espacio apropiado para ello.
Las Escrituras de varias maneras nos indican lo necesario de meditar. Por citar un ejemplo, al profeta Ezequiel, al inicio de su comisión profética, Dios le instruyó a que "comiera" un rollo, "Hijo de hombre, come lo que tienes ante ti; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel". Además, Jehová le exhortó a "alimentar su vientre y llenar sus entrañas de
ese rollo" que contenía la voluntad de Dios escrita. Dios, de manera simbólica, pidió a Ezequiel hacer eso para que, así como los
intestinos absorben los nutrientes de lo que comemos, el profeta absorbiera totalmente la instrucción divina, que por decirlo así, llenara sus entrañas de la voluntad divina expresada en ese rollo. Ezequiel, debía meditar en las
palabras escritas en el rollo y captar plenamente su esencia, a fin de cumplir con éxito su misión profética.
Este ejemplo nos muestra lo importante que es meditar en nuestro desarrollo espiritual. A los hebreos del Siglo I que debían ser "maestros", pero que necesitaban que les enseñaran lo básico sobre las enseñanzas de Cristo, Pablo les dijo que eran como quienes toman "leche", no alimento sólido. Eso indicaba una cosa: los que tenían cierto tiempo, tal vez décadas, y no habían asimilado en su corazón y vida las enseñanzas de Jesús, eran como quienes sólo son capaces de alimentarse de leche. ¿Alguna vez meditaron en lo que significaba su identidad como hijos e hijas de Dios? ¿Tenían claras enseñanzas básicas, como la resurrección de los muertos, el arrepentimiento, la fe para con Dios, entre otras? En la carta a los Hebreos, Pablo trata de encauzar a esas personas para que meditaran en su propia espiritualidad y la importancia de estar bien cimentados en cuanto a la fe.
Jesús dijo que el más grande mandamiento de la Ley de Dios era amarlo sobre todas las cosas con nuestra mente y corazón, fuerzas y alma. Eso incluye el uso apropiado de la mente y el corazón. ¿Cómo meditar? ¿Sobre qué meditar? Bajo oración, podemos pedir a Jehová que nos aclare los pensamientos, que nos guíe para que sean Sus pensamientos, que son más altos que los nuestros, los que estén siempre en nuestra mente. Eso requiere un esfuerzo tenaz para no permitir que otros pensamientos dominen nuestra escena mental, pero con la ayuda de Dios podemos ir progresivamente renovando la mente, meditando en cosas espirituales.
Veamos algunos textos bíblicos que nos instan a meditar en asuntos que sean del agrado de Dios y que sean para nuestro provecho:
Mantengan su mente fija en las cosas de arriba, no en las cosas sobre la tierra.
Colosenses 3:2
Que
los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser
placenteros delante de ti, oh Jehová, mi Roca y mi Redentor.
Salmo 19:14
Meditaré en todas tus proezas. Evocaré tus obras poderosas.
Salmo 77:12
Me acordé de los días antiguos. Meditaba en todas tus obras. Reflexionaba en las obras de tus manos.
Salmo 143:5
El corazón del justo medita para responder, pero la boca de los inicuos hace salir burbujeando cosas malas.
Proverbios 15:28
Finalmente,
hermanos, lo que sea verdadero, de seria
consideración, justo, casto, amable, de buena reputación, cualquier virtud que exista y
cualquier cosa que sea digna de alabanza, continúen considerando estas
cosas.
Filipenses 4:8
Meditar: beneficios
Nuestra vida será mucho mejor si hacemos de la meditación parte de nuestra vida. Tendremos mayor claridad y propósito en nuestras acciones diarias, estaremos enfocados en los objetivos correctos, y seremos más capaces de relacionarnos positivamente con nosotros mismos y con otras personas. Nuestra espiritualidad será mejor, al estar mejor conectados con Dios y su persona. Además nuestra salud y estado de bienestar se incrementarán.
¿Vale la pena meditar desde una perspectiva de fortalecer nuestra propia espiritualidad y relación con Jehová, con Jesucristo, con nosotros mismos y con otras personas? Cada uno tiene la respuesta.