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La Escalera de Jacob

Isaac es un hombre anciano. Ha sido el patriarca de la familia, el heredero del pacto que Dios hizo con su padre, Abrahán. De sus 2 hijos, Jacob y Esaú, Jehová eligió a Jacob como el heredero del pacto. Es tiempo entonces, de dar a Jacob la bendición que le corresponde, como heredero.





Isaac llamó a Jacob y le bendijo, diciéndole: 

“No tomes esposa de las hijas de Canaán. Levántate, ve a Padán-aram, a la casa de Betuel, padre de tu madre, y de allí tómate una esposa de las hijas de Labán el hermano de tu madre. 


Y Dios Todopoderoso te bendecirá y te hará fructífero y te multiplicará, y ciertamente llegarás a ser una nación de pueblos. 


Y a ti te dará la bendición de Abrahán, a ti y a tu descendencia contigo, para que tomes posesión de la tierra de tus residencias como forastero, que Dios ha dado a Abrahán”


Isaac manda a Jacob a que vaya a buscarse una esposa, una mujer que sea digna de ser su compañera, y con la que pueda entrar en una alianza matrimonial, en la que Dios es partícipe. Es hora de que Jacob "deje a su padre y a su madre, se una a su esposa, y los dos sean una sola carne" (Génesis 2:24). Las palabras de Isaac a su hijo Jacob son de bendición"Dios Todopoderoso te bendecirá y te hará fructífero y te multiplicará, y ciertamente llegarás a ser una nación de pueblos".


Jacob inició su largo viaje, desde Beer-seba hasta Padán-aram, donde vivían sus parientes. Tras andar cerca de 100 kilómetros, llega a un sitio, y decidió pasar la noche allí, pues ya se había puesto el sol. Se hizo una almohada, lo más confortable posible: tomó una de las piedras del lugar y la usó de almohada, y se acostó en aquel lugar. 


Y empezó a soñar.


Si hacemos una pausa en este punto del relato bíblico, recordamos ciertas cosas. Una de ellas, es que es la primera vez en su vida que Jacob sale de su casa, solo. Su hermano Esaú era un hombre cazador, acostumbrado a estar a la intemperie, a dormir a cielo abierto, expuesto al frío o a la lluvia, al calor o a las fieras. Jacob, en cambio, siempre prefirió vivir en su tienda, era de un carácter más bien "casero", tranquilo. Sin embargo, ahora las circunstancias le habían hecho salir de la comodidad de su casa, de la seguridad de vivir bajo el techo de su familia, y se enrumba en una búsqueda de su propia vida. Jacob no sólo sale a buscar esposa y a formar un hogar. Tiene ahora la responsabilidad para con Dios de tener ya la herencia del pacto con Abrahán.


Y, ¿dónde estaba? Solo, a la intemperie, con una piedra como almohada, sin tener claro qué pasaría con él en adelante. Cuando una persona tiene un giro tan radical en su vida, como Jacob, hay una mezcla de sentimientos y emociones: uno se pregunta ¿qué pasará? ¿cómo serán las cosas? ¿me irá bien? 


En el caso de Jacob, hasta temería por su vida, puesto que en el camino habían peligros que superar: tal vez serpientes, escorpiones, leones, ladrones, tribus nómadas, etc.     


Las Escrituras muestran que Jacob empezó a soñar


¿Qué soñó?


Una escalera situada sobre la tierra, y su parte superior alcanzaba hasta los cielos. Y allí estaban los ángeles de Dios ascendiendo y descendiendo por ella. Jehová estaba apostado por encima de ella, y procedió a decir: 



Yo soy Jehová el Dios de Abrahán, tu padre y el Dios de Isaac. La tierra sobre la cual estás acostado, a ti te la voy a dar, y a tu descendencia. Tu descendencia de veras llegará a ser como las partículas de polvo de la tierra, y ciertamente te extenderás hacia el oeste, y al este, al norte y hacia el sur, y por medio de ti y por medio de tu descendencia todas las familias del suelo ciertamente se bendecirán. 


Y he aquí que Yo estoy contigo y ciertamente te guardaré en todo el camino por el cual estás yendo, y de veras te haré volver a este suelo, porque no voy a dejarte hasta que realmente haya hecho lo que te he hablado”. 

Jacob, por vez primera, entra en contacto con la persona con la que está en una relación de pacto o alianza: Jehová. Desde que nació, Dios le eligió para heredar el pacto que Él hizo con Abrahán, y Jacob siempre se mostró interesado en tener la primogenitura o derecho de heredar el pacto. Pero, hasta este punto, nunca vemos que él se viera confrontado cara a cara con Dios. En este sueño, el protagonista es la figura que aparece en la cima de la escalera: Jehová.


Sí, Jacob sueña con una escalera. Esta escalera que aparece en el sueño de Jacob, es la única que se menciona en las Escrituras, y en hebreo se llama sullám. Esa escalera era una especie de tramo ascendente de piedras, con su base en la Tierra y que llegaba hasta los cielos. Jacob ve la escalera, pero hay quienes ascienden y descienden por ella: los ángeles. Y en la cima de la escalera está Jehová Dios. 


En el sueño, Jacob sólo es el observador de lo que sucede. No es Jacob el que sube o baja esa escalera. Eso lo hacen ángeles. Jacob es el que ve lo que sucede y oye la voz de Dios hablarle. ¿Qué le dice Dios? 




Yo soy Jehová el Dios de Abrahán, tu padre y el Dios de Isaac. La tierra sobre la cual estás acostado, a ti te la voy a dar, y a tu descendencia. Tu descendencia de veras llegará a ser como las partículas de polvo de la tierra, y ciertamente te extenderás hacia el oeste, y al este, al norte y hacia el sur, y por medio de ti y por medio de tu descendencia todas las familias del suelo ciertamente se bendecirán.

Y he aquí que Yo estoy contigo y ciertamente te guardaré en todo el camino por el cual estás yendo, y de veras te haré volver a este suelo, porque no voy a dejarte hasta que realmente haya hecho lo que te he hablado”.    


De esta manera, Jehová ratifica que ahora está en una relación de pacto con Jacob. Él había sido el Dios de Abrahán e Isaac, su abuelo y su padre, y ahora sería su Dios, quien le bendeciría, le guiaría y cumpliría Su palabra. De hecho, Jehová tranquiliza a Jacob diciéndole que estaba con él, le guardaría con favor y protección en todo el camino, y que Jacob regresaría a la tierra que estaba dejando. 


Este sueño de Jacob fue un sueño dado por Dios. Fue Jehová quien, por decirlo así, hizo rodar en su mente estas imágenes, fue el autor de este sueño. No fue el producto de la actividad del subconsciente de Jacob. Fue el resultado de la acción de Dios.


¿Por qué Dios ratificó Su pacto con Jacob por medio de un sueño, y qué nos enseña eso?


En Números 12:6 el mismo Jehová dice que Él habla a Sus profetas por medio de sueños y visiones. En los sueños se nos manifiestan imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones mientras dormimos. En los sueños, tenemos la libertad de procesar información que tenemos almacenada en la memoria.   


Evidentemente Jehová, conoce muy bien qué son los sueños y su poder en nuestra vida mental, emocional y espiritual. En el caso de Jacob, el que Jehová ratificara Su pacto con Abrahán por medio de un sueño, fue el medio adecuado para hacerlo. Tengamos presente que Jacob estaba en una encrucijada en su vida. Entendemos que en su situación, parecía que su mundo se vino abajo, y ahora estaba solo, sin tener certeza de cómo serían las cosas. Este sueño le confirma a Jacob que Dios estaba con él. Si Jacob hubiera tenido una visión estando despierto, hubiera quedado la duda, de si lo que vio fue el producto de su imaginación, o si realmente Dios le mostró una visión. Estando dormido, no había la interferencia de la duda: era Jehová el productor del sueño.



Este sueño le mostró a Jacob una realidad mayor: la realidad de la existencia del mundo espiritual, el mundo de Dios. Jacob entró en contacto con una realidad mayor que él: la realidad divina.


Cuando pensamos en lo humano, sabemos que se trata del mundo terrenal. Pero al pensar en lo divino, entramos en contacto con un mundo desconocido, un mundo oculto a nuestra vista y comprensión, pero que tiene relación con nuestra vida. Jacob no se esperaba esa noche soñar con Dios, él simplemente quería dormir y descansar, y al día siguiente proseguir. Pero mientras dormía, Jehová irrumpió en sus sueños, y su vida cambió.


La escalera que Jacob soñó nos enseña que hay comunicación, conexión y relación entre Jehová y la Humanidad. Jehová está en el mismísimo "cielo de los cielos", en lo más alto de la existencia y divinidad. Pero Él no nos ha dejado a Su creación a la deriva. Él se mantiene en permanente conexión con todo lo creado, y eso es lo que representa la escalera de Jacob: la conexión entre Jehová y el mundo terrenal, específicamente, con cada uno de nosotros. La conexión, simbolizada por la escalera, es un medio, no un fin. Lo importante es sentir la realidad de que el Padre está unido a nosotros, y que tiene infinitos medios para hacer evidente esa conexión.


¿Hay ángeles involucrados en el trato de Dios con nosotros? Sin duda. Ellos son los mensajeros, los que transportan las bendiciones y órdenes divinas que nos guían y sustentan. Ellos no son los protagonistas de la acción divina. Es Jehová el que ordena darnos las cosas buenas que Él como Padre desea dar, y puede valerse de esos ángeles para ayudarnos. El rey David escribió en una ocasión sobre la ayuda de los ángeles:


El ángel de Jehová está acampando en custodia, en derredor de los que le temen, y los libra.   
Salmo 34:7


Y en el Salmo 91:11, 12, que es un salmo que habla de la protección divina, se dice que Dios dará a sus ángeles un mandato para que nos lleven con bien en todos nuestros caminos, y evitarán que tropecemos con siquiera una piedrecita.


Para Jacob, este sueño le mostró unas realidades espirituales que no conocía. Le dio la oportunidad de expandir su consciencia, y abrirla al cielo, a lo divino. Por ello vemos que en las Escrituras, Jacob es uno de los grandes personajes bíblicos, cuya vida y acciones influyeron tan profundamente en la historia del desarrollo del propósito de Dios.


Quizás una persona diga: "yo no soy Jacob, no tengo sueños de parte de Dios, ni siquiera recuerdo qué soñé anoche". Tengamos presente que no todos los personajes bíblicos tuvieron sueños de origen divino, y eso no significaba que no tuvieran el favor de Dios.


Hemos visto en las Escrituras el registro de este sueño. Y el leer sobre él nos informa cosas que fortalecen nuestra fe. Dios sabe qué estamos viviendo en este momento, cómo están nuestras expectativas, qué queremos. Se nos insta a que "día y noche" leamos de las Escrituras y las meditemos, las imaginemos, llenemos nuestra mente de los pensamientos de Dios. Por ejemplo, podemos elegir entre fantasear y llenar nuestra mente con imágenes llenas de rencor y resentimiento hacia alguien, o imaginar que logramos sanar nuestro corazón. Podemos pensar que Dios nos ama y desea guiarnos, o pensar que no le importamos (cosa que no es cierta). Se trata de qué elegimos poner en nuestra mente.

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