El hombre rico y Lázaro
El Buen Samaritano.
El Trigo y la Mala Hierba.
Estas son algunas de las casi 30 parábolas que Jesús utilizó en su enseñanza.
Son herramientas de gran eficacia. Jesús las usó, y en toda la Biblia aparecen.
¿Por qué enseñar con parábolas?
- Captan y retienen la atención, son muy atractivas
- Ponen a pensar, son uno de los mejores ejercicios mentales, pues necesariamente hay que buscar el significado de una comparación y captar las verdades abstractas que se presentan
- Impactan las emociones y, al ver la aplicación práctica de las verdades, llegan a la consciencia y al corazón
- Sirven para recordar
- El hecho de que una persona deba profundizar para captar su significado completo, profundo y dirigido al corazón, es una forma de retener las perlas de sabiduría encerradas en la parábola, y evitar que quienes no lo merezcan, cuyo interés es superficial y por tanto no desean de corazón saber la verdad, adquieran indebidamente conocimiento. Eso indica que Dios no está obligado a revelar verdades profundas a quien no se gane el saberlas.
- Las ilustraciones ponen de manifiesto la humildad de las personas. A Jesús sólo los apóstoles le pedían una explicación sobre el significado de las parábolas; los orgullosos rehusaron hacerlo. Jesús dijo: “El que tiene oídos, escuche”, y aunque la mayor parte de las muchedumbres que escuchaban a Jesús siguieron por su camino, los discípulos iban a él y le solicitaban una explicación.
- Las ilustraciones ocultan las verdades a aquellos que podrían hacer mal uso de ellas y deseaban entrampar a otros. Los enemigos de la verdad se quedan con su propia interpretación. Pero a los discípulos de Jesús se les hacía comprender plenamente el significado de las parábolas.
Una de las parábolas de Jesús más enigmáticas, es la del hombre rico, y Lázaro.
"Pero cierto hombre era rico, y se ataviaba de púrpura y lino, y gozaba de día en día con magnificencia. 20 Pero a su puerta solían colocar a cierto mendigo, de nombre Lázaro, lleno de úlceras 21 y deseoso de saciarse de las cosas que caían de la mesa del rico. Sí; además, los perros venían y le lamían las úlceras. 22 Pues bien, con el pasar del tiempo el mendigo murió, y fue llevado por los ángeles a la posición del seno de Abrahán. ”También, el rico murió y fue sepultado. 23 Y en el Hades él alzó los ojos, mientras existía en tormentos, y vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en la posición del seno con él. 24 De modo que llamó y dijo: ‘Padre Abrahán, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy en angustia en este fuego llameante’. 25 Pero Abrahán dijo: ‘Hijo, acuérdate de que recibiste de lleno tus cosas buenas en tu vida, pero Lázaro correspondientemente las cosas perjudiciales. Ahora, sin embargo, él tiene consuelo aquí, pero tú estás en angustia. 26 Y además de todas estas cosas, se ha fijado una gran sima entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieran pasar de aquí a ustedes no pueden, ni se puede cruzar de allá a nosotros’. 27 Entonces dijo: ‘En tal caso te pido, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les dé un testimonio cabal, a fin de que no entren ellos también en este lugar de tormento’. 29 Pero Abrahán dijo: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que escuchen a estos’. 30 Entonces él dijo: ‘No, por cierto, padre Abrahán, pero si alguien va a ellos de entre los muertos se arrepentirán’. 31 Pero él le dijo: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se dejarán persuadir si alguien se levanta de entre los muertos"".
Lucas 16:19-31
Bueno, el hombre rico vestía ropa cara y comía bien. Si nos imaginamos esa parábola en este Siglo XXI, veríamos a este hombre rico en una camioneta último modelo, GPS, equipada con lo último en audio y video para carros, vestido con trajes Armani, Dolce & Gabbana, con zapatos Christian Dior, perfumado con la última fragancia de Tommy Hilfiger. ¿Qué comería? Por supuesto, lo más selecto en frutos del mar, con un maridaje perfecto de vino blanco, o champaña.
Mientras tanto, el hombre de la parábola, Lázaro estaba hambriento, cubierto de úlceras y lo lamían los perros.
Si nos imaginamos a este Lázaro como un hombre en este Siglo XXI, sería un hombre desempleado, endeudadísimo, que no le queda más remedio que vivir en el transporte público, sudado, con mal olor, con un hueco en los zapatos, y el mismo pantalón de hace 4 años.
Obviamente la imaginación da para todo, pero se entiende la parábola, y el contraste entre 2 hombres: uno al que le va muy bien, y al otro le va muy mal. Recordemos que eso de estar lleno de úlceras en la piel en tiempos de Jesús era literalmente señal de estar marginado de la sociedad.
Volviendo a la parábola, el hombre rico, gozaba. Disfrutaba su vida, su riqueza, su holgura de vida. ¿Y Lázaro? Pobrecito, vivía sufriendo.
"Ahora con el pasar del tiempo murió el mendigo y fue llevado por los ángeles a la posición del seno de Abrahán. También, murió el rico y fue sepultado. Y en el Hades alzó los ojos, existiendo en tormentos, y vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en la posición del seno con él. De modo que llamó y dijo: ‘Padre Abrahán, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy en angustia en este fuego llameante" (Lucas 16:19-24).
Al morir ambos hombres, el cambio es total. El rico va al Hades, atormentado. La Biblia no enseña que los muertos estén vivos en un lugar de tormento, pero, dado que esta es una parábola, asumimos el carácter simbólico del rico que ahora está en el Hades. El rico está en una situación de muerto, de estar atormentado.
Mientras que Lázaro, al morir, ha sido llevado por los ángeles a Abrahán, y esté en una posición muy favorecida por este "Padre Abrahán". Lázaro ya no está lleno de úlceras, hambriento, con los perros lamiéndolo.
¿Qué representa todo esto?
Pongamos la lupa en la condición de mendigo de Lázaro. La palabra griega ptō·kjós, que Lucas emplea (16:20, 22) cuando Jesús hace referencia al mendigo Lázaro, designa a alguien que se agacha y se encoge, y se refiere al indigente, al depauperado, al menesteroso o mendigo. Este mismo término se usa en Mateo 5:3 con respecto a los “que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (“los que son mendigos del espíritu”, nota; “pobres de espíritu”, NC). Con referencia al sentido de la palabra ptō·kjós en este versículo, la Sagrada Biblia, traducida y anotada por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra (1985, vol. 1, pág. 107), dice que “expresa la actitud religiosa de indigencia y de humildad ante Dios: es pobre el que acude a Dios sin considerar méritos propios y confía sólo en la misericordia divina para ser salvado”. Con razón se ha dicho que la conciencia de este estado de indigencia espiritual precede a la entrada en el Reino de los Cielos.
Así que Lázaro representaba a las personas que en tiempo de Jesús, y este tiempo, que son humildes ante Dios. No ante religiones o creencias religiosas, sino ante Jehová Dios mismo. Son las personas que acuden directamente a Dios, sin intermediarios autoerigidos.
Y el hombre rico, representa a alguien atormentado, o grupo de personas atormentadas. ¿Quiénes son? La palabra griega ba·sa·ní·zō, que se traduce "tormento", significaba básicamente “probar con la piedra de toque [bá·sa·nos]” y, por extensión, “examinar o interrogar con tortura”. Los lexicógrafos dicen que en las Escrituras Griegas Cristianas se usa con el sentido de vejar con dolores intensos; estar hostigado, angustiado.
Como puede ver, Jesús no dijo nada de que el hombre rico hubiera vivido una vida degradada que mereciera castigo llameante; la falta del hombre era que no alimentaba a los pobres. Además, Jesús no dijo nada en cuanto a que Lázaro hiciera cosas buenas, cosas que claramente merecieran que él fuera al cielo.
Mientras vivían, Lázaro y el hombre rico están en desigualdad de condiciones ante los hombres, pero no ante Dios. ¿Y qué representó la muerte de ellos? El hombre rico representó a los presumidos líderes religiosos que no alimentaban espiritualmente a la gente, y Lázaro representó a la gente común que aceptó a Jesucristo. La muerte de ellos representó un cambio en la condición de éstos.
Este cambio o muerte respecto a la condición anterior del hombre rico y de Lázaro aconteció cuando Jesús alimentó en sentido espiritual a las personas que, a semejanza de Lázaro, no habían recibido la atención debida. De modo que éstas entraron en el favor del Abrahán Mayor, Jehová Dios. Al mismo tiempo, los presumidos líderes religiosos ‘murieron’ respecto a tener el favor de Dios y llegaron a sentirse atormentados por causa de las enseñanzas de Cristo y sus seguidores. Por ejemplo, cuando Esteban los desenmascaró públicamente, “se sintieron cortados hasta el corazón y se pusieron a crujir los dientes [...] y se pusieron las manos sobre los oídos”. Sufrieron tormento. (Hechos 7:51-57.)
El relato añade:
"Pero Abrahán dijo: ‘Hijo (el hombre rico), acuérdate de que recibiste de lleno tus cosas buenas en tu vida, pero Lázaro correspondientemente las cosas perjudiciales. Ahora, sin embargo, él tiene consuelo aquí, pero tú estás en angustia. 26 Y además de todas estas cosas, se ha fijado una gran sima entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieran pasar de aquí a ustedes no pueden, ni se puede cruzar de allá a nosotros’. 27 Entonces dijo: ‘En tal caso te pido, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les dé un testimonio cabal, a fin de que no entren ellos también en este lugar de tormento’. 29 Pero Abrahán dijo: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que escuchen a estos’. 30 Entonces él dijo: ‘No, por cierto, padre Abrahán, pero si alguien va a ellos de entre los muertos se arrepentirán’. 31 Pero él le dijo: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se dejarán persuadir si alguien se levanta de entre los muertos"".
Por supuesto, el rico quería tener el consuelo de estar con Dios, representado por el "Padre Abrahán". Las cosas cambiaron. Lázaro vive en paz, consolado por Dios. Y el hombre rico vive atormentado. Pero él recibió lo bueno de la vida, sin importarle los demás, como Lázaro, que sufrían, en la puerta de su casa. El hombre rico nunca movió un dedo en favor de Lázaro.
¿Quién era responsable de la situación del hombre rico? Él mismo. Esa era la gran sima entre él y Lázaro. Lázaro no tenía más remedio que soportar su situación miserable. Pero el hombre rico pudo haber hecho otra cosa. Pudo haber actuado para que Lázaro, al menos, comiera.
Si en un momento dado Dios demuestra su descontento ante quienes se creen en posición de líderes religiosos, ¿quién es culpable?
El hombre rico en la parábola propone que Dios levante de los muertos a Moisés, y que este vaya a convencer a otros líderes judíos de su error. Dios, representado por el Padre Abrahán, dice que eso no vale la pena. El sólo testimonio de la Ley y los Profetas, y las Escrituras debería bastar.
En este tiempo, tener la Biblia completa, y el ver los sucesos mundiales, ya les debía haber servido de alarma a los líderes. Pero preferir ignorar estos tiempos, no es culpa de Dios. Es Causa y efecto an acción. Lo que uno hace o deja de hacer, no es culpa de otro, sino de uno mismo.
Así que el cambio de circunstancias, de estar en el favor de Dios, ha sido cuestión de qué ha hecho o no cada quien.
Por lo tanto, más bien que enseñar que después de la muerte se atormenta a las personas en un infierno ardiente, la historia de Jesús describe el cambio de condición que sus enseñanzas produjeron entre personas de dos clases.
Hay en este tiempo Lázaros y hombres ricos. Hay personas comunes y corrientes que tienen hambre de Dios que serán favorecidas con luz y entendimiento, y hay personas orgullosas, autosuficientes, que se creen ya absolutamente merecedoras del favor divino. ¿Es grave eso? Sin duda, creerse, o confiarse que se está seguro con Dios, eso fue el error del hombre rico.
Las actitudes religiosas o piadosas no convencen a Dios. Ni las apariencias de tener a Dios seguro. Siempre son la fe, la humildad y el temor de Dios esenciales para tener el favor de Dios.
Para ser como Lázaro, que en un cambio de condición, quedó bien posicionado en luz y favor ante Dios.