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El poder de la palabra


Las palabras tienen poder.

"En el Principio era la Palabra... y la Palabra se hizo carne".

Si uno fuera consciente del poder de las palabras, tendría más cuidado con lo que dice.

La conversación más importante es aquella que uno hace consig@ mism@.

"Muerte y vida están en el poder de la lengua", puntualiza un proverbio.

Eso quiere decir que hablarse de una manera positiva, sería la diferencia entre la vida que tenemos ahora y la calidad de vida que tendremos, por la calidad de ese diálogo interno que llevamos TODOS los días. Se cree que uno se habla a sí mism@ un promedio de 14 horas diarias.

¿Se imagina lo que es estarse insultando, maltratando emocionalmente, con frases autodestructivas, negativas, TODO el DÍA, TODOS los DÍAS?

Si uno escoge creer que no es gran cosa, que la vida nunca será buena contigo y que jamás conseguirás nada de lo que quieres, así será exactamente lo que tendrás.

La conversación interior y la interpretación de las circunstancias

Otro hecho interesante sobre el asunto de hablarse a uno mismo es que afecta la manera en que interpretamos lo que sucede en nuestra existencia. Muchos creen que hay situaciones que causan enojo, dolor, pena o ansiedad. Sabemos que es realmente nuestra creencia sobre lo que nos pasa lo que nos hace responder de la manera en que lo hacemos en cualquier situación. Por ejemplo, un joven le regala a su novia una docena de rosas rojas. Ella lo ve venir y se dice a sí misma, sonriendo: “Él me ama de verdad. Yo soy algo especial para él”. ¿Cuál te imaginas que será su reacción? Cualquier cosa que ella haga, ya sabemos que será positiva, ¿verdad? Pero, por otro lado, supongamos que ella piense para sus adentros: “¡Sinvergüenza! Él sabe que lo descubrí saliendo con Tere y ahora me trae flores nada más que para apaciguarme. ¡Hemos terminado!” ¿Cómo le responderá la novia a su novio en este último caso? Con rosas o sin ellas, seguramente que la actitud no será positiva, en manera alguna. E incluso si él le dice: “¡Es que yo verdaderamente te amo sólo a ti!” pero la novia continúa creyendo y pensando que él es un sinvergüenza, nada hará que cambie de idea y tampoco cambiará su reacción.

Ahora bien, si ella va a caer en un estado depresivo o no, dependerá también de lo que se diga a sí misma. Supongamos que diga para sí: “Yo no soy buena. Yo no soy atractiva... es por eso que él está saliendo con otra”, entonces lo más seguro es que con esto reafirmará sus sentimientos de baja autoestima e incluso puede caer en la depresión. Sin embargo, si se dice a sí misma: “Me alegro porque descubrí quién es realmente. Yo merezco algo mejor. Estoy dispuesta a esperar a alguien que me ame como deseo ser amada”, entonces podrá sobreponerse a la situación más rápidamente. Como advertirás, no es en realidad la situación la que afecta nuestros sentimientos, sino más bien lo que creemos y nos decimos a nosotros mismos acerca de lo que sucedió, lo que nos hace sentirnos como nos sentimos.

Conversando negativamente con nosotros mismos

Un ejemplo de dicha experiencia fue lo que le pasó a un hombre: Elías. Después de un gran triunfo se sintió tan intimidado por Jezabel, cuando ella le amenazó de muerte con palabras, que no sólo huyó al desierto para ocultarse de ella, sino que expresó deseos de morirse: “Basta ya, oh Jehová, quítame la vida”.

Esta reacción no tiene sentido alguno para cualquiera de nosotros cuando la contemplamos. ¿Cómo podía Elías en un momento experimentar el gran poder y la omnipotencia de Dios y en el siguiente huir asustado? ¿Qué le estaba pasando?

Es un buen ejemplo de un monólogo interior irracional. Seguramente la conversación que Elías sostuvo consigo mismo pudo ser: “Mejor me voy de aquí. Jezabel me va a matar. ¿Qué pasará si Dios no me ayuda? ¡Estoy sentenciado!” Aun cuando Elías corría en medio de la lluvia enviada por su propio pedido por el Dios Todopoderoso, su conversación negativa consigo mismo lo abrumó completamente.

Huyendo de lo negativo

Afortunadamente podemos terminar con el diálogo interior negativo que nos enferma, y hacer que nuestros pensamientos obren a nuestro favor y no en contra de nosotros. ¿Cómo?

Primero, escucha tu conversación interior

Entrénate para escuchar exactamente los pensamientos que causan las emociones que percibes. Debido al desarrollo de nuestras actitudes y creencias a través de nuestra vida, con frecuencia el resultado de las reacciones que recibimos de nuestros seres queridos, profesores, amigos, etc., tienden a producirse en un nivel no muy profundo de nuestras conciencias. Al sintonizar esos sentimientos, identificándolos y evaluándolos, podremos decidir cómo responderemos ante un acontecimiento determinado de nuestra existencia. Podemos cambiar los pensamientos que nos conducen al fracaso sólo si primero los conocemos. Repítelos en voz alta. Si no los reconoces, continuarán dominando tu mente.

Segundo, elimina los mensajes que constituyen un detrimento de tu diálogo interior y de ti mism@

Identifica aquello que envenena tus pensamientos y los debilita. Algunas palabras claves para repasar son las de absolutos tales como “nunca” y “siempre”. Afirmaciones como “Nunca voy a formar mi equipo” o “Siempre fracaso”, no sólo son destructivas sino irracionales. Imagínate que estás tratando de desarrollar una nueva habilidad como esquiar, y continuamente te caes. Eso te frustra. Cuando sintonizas tu diálogo interior podrías descubrir, por ejemplo, que tu cuerpo te está diciendo que estás físicamente en malas condiciones y debiste prepararte mejor para lograr tu deseo de esquiar. ¿Verdad? Si es así, entonces haz algo. Practica en las pistas de descenso más fáciles, toma lecciones, inicia un plan diario para mantenerte en buenas condiciones físicas. No obstante, si cuando escuchas tu conversación interior te oyes diciendo: “Soy tonto y estúpido y nunca voy a aprender a esquiar”, esto será la señal de que lo que te estás diciendo debe ser corregido, y corregido inmediatamente. En este caso el diálogo interior es irracional.

Tercero, elimina las palabras negativas

Para. Sal de ese ciclo negativo en que probablemente te encuentras. Cuanto antes lo hagas, será mejor.

Cuarto, sustituye lo negativo con una conversación interior más positiva

La clave está en insertar lo positivo tan rápida y tan concretamente como sea factible. Por ejemplo, si tú te sorprendes a ti mismo diciéndote: “Nunca voy a pasar este examen”, suspende ese pensamiento negativo inmediatamente y reemplázalo por una convicción que sea más racional y acertada, como por ejemplo: “Podré pasar el examen si me preparo adecuadamente. No soy tonto. He pasado otros tests anteriormente. Voy a comenzar a prepararme ahora mismo”. No sólo esta idea será más realista, sino que también reemplazará la actitud negativa por una más productiva y superadora que la anterior.

Quinto, mantén una estrecha relación con Dios, permitiéndole que viva en ti

Que la paz y su Palabra que mora “en abundancia” en nosotros, te enseñe y exhorte “en toda sabiduría”. Una vida dedicada a Dios pronto lleva a decir: “Cristo vive en mí” y uno elige ser influido por su Palabra. Aunque el pensamiento originado en la íntima manera de pensar de las personas influye por sí mismo en sus vidas y en las de otros, los cristianos creen que pueden ser influidos por la conversación interna originada en su dominio espiritual interior. En otras palabras, la mente humana puede encontrar un nuevo recurso en Dios, el cual puede también mejorar nuestro diálogo interno. Los pensamientos tales como “Yo no sirvo para nada” pueden ser transformados en: “Dios me ama. Soy valioso”. O mensajes como: “Estoy solo y no tengo a nadie” pueden ser sustituidos por las palabras de aliento de Cristo que nos dice: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”.

Los pensamientos de Pablo, cuando son interpretados a la luz de la importancia del diálogo interior positivo, adquieren un significado completamente nuevo: “Por lo demás, hermanos, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced…Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Repitiendo estos pasos podrás adquirir el hábito de pensar positivamente. Sé paciente contigo mismo. Puede tomarte semanas o meses neutralizar tu repertorio de mensajes negativos. El identificar esta suerte de “autoadoctrinamiento”, desafiarlo y reemplazarlo por una saludable conversación interior llevará tiempo, así como lleva tiempo desarraigar cualquier otro hábito. Puede requerir mucho trabajo, pero valdrá la pena. Te asombrarás de cuánto más eficientemente vivirás cada día, lo que te permitirá disfrutar de una vida más saludable, feliz y productiva.

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