El Reino de los Cielos es semejante a: 7 parábolas
- El sembrador
- El Trigo y la Mala Hierba
- El grano de Mostaza
- La Levadura
- Un Tesoro escondido
- La Perla de gran valor
- La Red Barredera y los Peces
“¡Miren! Un sembrador salió a sembrar; 4 y al ir sembrando, algunas [semillas] cayeron a lo largo del camino, y vinieron las aves y se las comieron. 5 Otras cayeron sobre pedregales donde no tenían mucha tierra, y brotaron en seguida por no tener profundidad de tierra. 6 Pero cuando salió el sol, se chamuscaron, y, por no tener raíz, se marchitaron. 7 Otras, también, cayeron entre los espinos, y los espinos crecieron y las ahogaron. 8 Otras más cayeron sobre la tierra excelente, y daban fruto, esta de a ciento por uno, aquella de a sesenta, la otra de a treinta. 9 El que tiene oídos, escuche”.
- La tierra a lo largo del camino
- La tierra entre los pedregales
- La tierra entre los espinos
- La tierra excelente
Otra ilustración les propuso, diciendo: “El reino de los cielos ha llegado a ser semejante a un hombre que sembró semilla excelente en su campo. 25 Mientras los hombres dormían, vino el enemigo de él y sobresembró mala hierba entre el trigo, y se fue. 26 Cuando el tallo brotó y produjo fruto, entonces apareció también la mala hierba. 27 De modo que los esclavos del amo de casa vinieron y le dijeron: ‘Amo, ¿no sembraste semilla excelente en tu campo? Entonces, ¿cómo sucede que tiene mala hierba?’. 28 Él les dijo: ‘Un enemigo, un hombre, hizo esto’. Ellos le dijeron: ‘¿Quieres, pues, que vayamos y la juntemos?’. 29 Él dijo: ‘No; no sea que por casualidad, al juntar la mala hierba, desarraiguen el trigo junto con ella. 30 Dejen que ambos crezcan juntos hasta la siega; y en la época de la siega diré a los segadores: Junten primero la mala hierba y átenla en haces para quemarla; entonces pónganse a recoger el trigo en mi granero’”.
37 En respuesta dijo: “El sembrador de la semilla excelente es el Hijo del hombre; 38 el campo es el mundo; en cuanto a la semilla excelente, estos son los hijos del reino; pero la mala hierba son los hijos del inicuo, 39 y el enemigo que la sembró es el Diablo. La siega es una conclusión de un sistema de cosas, y los segadores son los ángeles. 40 De manera que, así como se junta la mala hierba y se quema con fuego, así será en la conclusión del sistema de cosas 41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y ellos juntarán de su reino todas las cosas que hacen tropezar, y a los que cometen desafuero, 42 y los arrojarán en el horno de fuego. Allí es donde será su llanto y el crujir de sus dientes. 43 En aquel tiempo los justos resplandecerán tan brillantemente como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, escuche.
Nuevamente Jesús da la parábola y la explica. Esta parábola está aparejada con la parábola de la Red Barredera y los Peces. ¿Razón? Son similares, demuestran esa mezcla entre verdadero cristianismo y falso cristianismo.
Quien sembró una semilla excelente prístina, pura, verdadera y clara, fue Jesús. Él no vino a enseñar falsedades, o medias verdades. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Y transmitió su mensaje al mundo en general. Él primero, luego sus apóstoles, incluyendo a Pablo. Pero al morir Juan, el último de los apóstoles, quien obraba como un límite a las falsas enseñanzas y distorsiones de la verdad cristiana, entraron en escena otros personajes. Los lobos opresivos, los falsos maestros, los que dieron la espalda a lo que enseñó Jesús, y comenzaron a inundar a las congregaciones cristianas de enseñanzas mezcladas con filosofías, creencias, e ideologías contrarias a lo que enseñó Jesús.
Por supuesto, esta obra de sobresembrar, o infiltrar al cristianismo de falsedades, no provino de la mente de estos hombres, falsos maestros y lobos opresivos. Todo fue orquestado por el dios de este sistema de cosas, quien tiene sus príncipes y potestades en lugares espirituales malvados. Ellos iniciaron una obra maestra: el cristianismo falso.
Pronto vio Jesús en los Cielos esta obra hecha por el enemigo. La predijo, mediante esta parábola. Crecen juntos, trigo y la mala hierba. La mala hierba tiene su semilla, que es una particular que es venenosa, pero al crecer, ambas se parecen. Se parecen tanto, que se corre el riesgo de arrancar el trigo de la mala hierba antes de tiempo.
¿Continúa indefinidamente esta crecida de trigo y mala hierba? No. Hay un tiempo de siega. Y esta siega coincide con la conclusión del sistema de cosas. Llamativamente, Revelación 14:14-16 alude a un tiempo en el que YA está lista la siega:
Y vi, y, ¡miren!, una nube blanca, y sobre la nube alguien sentado semejante a un hijo del hombre(Jesucristo, ya como Rey en funciones), con una corona de oro sobre su cabeza y una hoz aguda en su mano. 15 Y otro ángel salió del santuario del templo, clamando con voz fuerte al que estaba sentado sobre la nube: “Pon dentro tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar, porque la mies de la tierra está cabalmente madura”. 16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada.
31 Otra ilustración les propuso, diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; 32 la cual es, de hecho, la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la más grande de todas las legumbres, y se hace un árbol, de modo que vienen las aves del cielo y hallan albergue entre sus ramas”.
Esta parábola está conectada con la de la levadura. Amabas aluden al pequeño comienzo del cristianismo, y su expansión global, a pesar de comenzar con muy poco.
La semilla de mostaza es pequeña, comparada con una semilla de mango, zapote o durazno. Parece que no se puede esperar gran cosa de ella. Pero basta con ver el desarrollo del crecimiento de ella. Crece y es la más grande de las legumbres. Y luego, se transforma en un árbol. Y en ese punto, es tan alto el árbol que las aves del cielo pueden cobijarse en el árbol.
Inevitable es asociar esta parábola a la fe. Esa de la que tanto enseñó Jesús. Esa fe del grano de mostaza, que crece y llega lejos, a pesar de un pequeño comienzo. De hecho, ¿cuántas personas iniciaron el cristianismo? Jesús, luego los apóstoles, hasta abarcar con el tiempo a millones de personas.
Pero también es cierto que la fe y su potencial es clave para entender las realidades del Reino de los Cielos. Cuánto inspira recordar las frases de Jesús de si uno tiene fe del tamaño de un grano de mostaza, ¿qué podría lograr? Hasta lanzar una montaña al mar.
Uno de los secretos sagrados del Reino de los Cielos, es el poder de la fe. La fe es la gran virtud para un cristiano, pues le hace creer que "para Dios TODAS las cosas son POSIBLES". Sólo la enseñanza de Cristo hace ese efecto de ejercer esa clase de fe.
El Reino de los Cielos es una cuestión de fe en sí misma. Creer en un Reino Milenario, requiere fe. Creer ahora que mañana lograré llenar la nevera de la casa y pagar las deudas es fe también.
Con respecto a las aves del Cielo, se menciona el beneficio que derivan otras personas del cristiano que es como ese grano de mostaza, totalmente transformado en alguien útil. Cuántas vidas de hombres y mujeres -aves del cielos-, se benefician del cristiano verdadero, ese que practica lo que predica, o en lo que cree. No en vano personas brillantes han llegado a serlo, y son personas de fe.
La Levadura
33 Otra ilustración les habló: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres grandes medidas de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada”.
"Un poco de levadura fermenta toda la masa". Este es un proceso químico, natural gracias al cual comemos pan, queso, o temamos vino. Pero es increíble lo mucho que hace poco.
Si la parábola anterior hace referencia al crecimiento, esta también lo hace, aludiendo al carácter progresivo del aumento del cristianismo.
Un Tesoro escondido
44 ”El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre halló y escondió; y por el gozo que tiene, va y vende cuantas cosas tiene, y compra aquel campo.
Esta parábola es similar a la siguiente, a la de la perla de gran valor. El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo. Un hombre lo halla, lo esconde, y vende TODO lo que tiene por hacerse dueño de dicho campo.
Sabiduría... la que proporciona el Reino de los Cielos. Entender y captar el sentido de lo maravilloso del Reino de los Cielos es como hallar un tesoro escondido. ¿Escondido en dónde? En el corazón de Dios, en las enseñanzas de Jesús, en el resultado práctico que produce vivir bajo la sabiduría del Reino.
Salomón fue un hombre sabio, y aconsejó adquirir sabiduría.
¿A qué lo asemejó?
Hijo mío, si recibes mis dichos y atesoras contigo mis propios mandamientos, 2 de modo que con tu oído prestes atención a la sabiduría, para que inclines tu corazón al discernimiento; 3 si, además, clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el discernimiento mismo, 4 si sigues buscando esto como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues en busca de ello, 5 en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios. 6 Porque Jehová mismo da la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento. 7 Y para los rectos atesorará sabiduría práctica; para los que andan en integridad él es un escudo, 8 mediante la observación de las sendas del juicio, y él guardará el mismísimo camino de los que le son leales. 9 En tal caso entenderás justicia y juicio y rectitud, el derrotero entero de lo que es bueno.
¿Cuánto vale hallar la Sabiduría Divina, esa que está cuidadosamente oculta en Cristo Jesús?
¿Es fácil acceder a ella? ¿Puede cualquiera llegar a tenerla?
No. Y esa sabiduría es un tesoro, pero escondido. Y para tener dicho tesoro, tras descubrirlo, hay que venderlo todo, para adquirirlo legalmente.
¿Cuántas personas están dispuestas a hallar y a vivir de acuerdo a la sabiduría divina?
Jesús habló de que no se pone vino nuevo en odre viejo. Esto significa que la enseñanza del Reino, y ciertos conocimientos profundos, requieren ser como un odre nuevo. Olvidar lo que se sabía, vaciar lo que está lleno, desaprender lo aprendido, para tener el corazón dispuesto a escuchar y recibir.
Ese es uno de los aspectos que hace que el Reino de los Cielos se asemeje a un tesoro escondido, porque hace falta ser de mente abierta para entender, y no dar por sentado que ya se sabe todo, o ya se está en la "verdad", y no hace falta hacer el esfuerzo de aprender lo nuevo de Dios.
Tener la capacidad de hallar esos tesoros escondidos dentro de uno mismo, en el propio corazón, es parte también de esos secretos sagrados del Reino de los Cielos.
La Perla de gran valor
45 ”Otra vez: el reino de los cielos es semejante a un comerciante viajero que buscaba perlas excelentes. 46 Al hallar una perla de gran valor, se fue y prontamente vendió todas las cosas que tenía, y la compró.
Recordemos cómo es la formación de la perla. En las profundidades de las aguas ocurre algo extraordinario que lleva a la creación de una de las joyas mas codiciadas por los hombres, esa perla. Cuando una concha de molusco recibe dentro de ella un grano de arena o alguna otra sustancia extraña, la cual hiere su interior o lo podría herir. Esta empieza a producir algo que se llama nácar, con la finalidad de proteger un interior o de sanarlo, hasta que la sustancia extraña queda totalmente cubierta y se convierte en una hermosa perla.
El corazón del creyente, del que anida en su interior la enseñanza del Reino de los Cielos, inexorablemente debe transformarse a sí mism@. No puede ser la misma persona hoy de lo que fue ayer.
Job 28:18 indica
"Coral y cristal de roca mismos no se mencionarán, pero una bolsa llena de sabiduría vale más que una llena de perlas".
Una vez más se destaca el valor de la sabiduría, más valiosa que una bolsa llena de perlas. En esta parábola, el Reino de los Cielos se asemeja a un comerciante viajero, conocedor de perlas. Sabía diferenciar una perla falsa de una verdadera, y entre las perlas genuinas, inmediatamente su ojo entrenado reconocía a una de gran valor. Este lo vende todo por comprar esa perla de gran valor.
Cada creyente tiene lo posibilidad de transformarse interiormente, en una persona que sabe distinguir el valor que tiene la confianza en Dios y sus promesas, y desechar las cosas que son de poco o ningún valor en su vida.
Las puertas de entrada a la celestial Nueva Jerusalén son perlas, 12. El número 12 representa lo completo en términos de organización, en un arreglo armónico. La sabiduría conjunta de estos 144.000 es completa, se ganaron la entrada a esta ciudad, y son luz y verdad para las naciones.
Retomando a la perla literal, comienza siendo una molestia para el molusco, al que no le queda más remedio que protegerse, recubriendo el grano de arena que lo irrita con nácar y el resultado es una perla. Al creyente le sobrevienen procesos de pruebas, de perfeccionamiento, de transformación interior en su corazón. Sencillamente el creyente debe transformar el mal, en bien. Debe convertir la adversidad en un elemento a favor. Tras una prueba, debe ser mejor, no peor.
Hay una sabiduría especial que irradian los hombres y mujeres que han superado pruebas y dificultades. No porque las han sufrido resignadamente, sino porque no se dieron por vencidas, algo que es indispensable para el creyente, que es perseverar hasta el fin.
47 ”Otra vez: el reino de los cielos es semejante a una red barredera bajada al mar, y que recoge peces de todo género. 48 Cuando se llenó, la sacaron sobre la playa y, sentándose, juntaron los excelentes en receptáculos, pero tiraron los que no eran apropiados. 49 Así es como será en la conclusión del sistema de cosas: saldrán los ángeles y separarán a los inicuos de entre los justos, 50 y los echarán en el horno de fuego. Allí es donde será su llanto y el crujir de sus dientes.
Similar a la del Trigo y la Mala Hierba. En este caso, la Red Barredera representa a TODAS las denominaciones que afirman ser cristianas, porque TODAS agrupan en su seno a creyentes que son trigo o mala hierba.
En un momento dado, durante la gran tribulación, la red está llena. El proceso de separación es minucioso, por lo que Jesús dice que se tienen que sentar. ¿Quiénes? Los ángeles, es como si, cual pescadores expertos, necesitaran toda la dedicación y paciencia para hacer la separación. Hay peces de todo género, personas de todo tipo, pero los excelentes son juntados, y los malos son "tirados", similar al destino de los cristianos - mala hierba.
En ambas se habla de que los cristianos - mala hierba son arrojados a un horno de fuego. Esto no es su destrucción literal, sino la señal de que no son creyentes aprobados por Jesucristo. Allí es su llanto, el crujir de sus dientes. Serán presa de la más amarga decepción. Siempre creyeron que eran los cristianos verdaderos, que sus acciones eran bien vistas a los ojos de Cristo, se veían gozando de las bondades del Reino (de hecho, allí en ese grupo estarán los que hicieron del evangelio o buenas nuevas su negocio, los que vivían en lujos, mientras los miembros de sus rebaños eran víctimas de la pobreza, los que se preocuparon más por vender a buen precio los bienes muebles y fábricas de su religión y ocultar las cuentas financieras a los que pagaron de sus bolsillos las compras de esos bienes, entre otros).
Lo mismo les sucede a los considerados por Jesús como el esclavo malo, el que golpeaba a sus coesclavos, diciendo que el Amo (Jesucristo) se tardaba, los que decían "Señor, Señor, profetizamos en tu nombre, predicamos en tu nombre, curamos en tu nombre". Decepción.
51 ”¿Captaron ustedes el sentido de todas estas cosas?”. Ellos le dijeron: “Sí”. 52 Entonces les dijo: “Siendo así, todo instructor público, cuando ha sido enseñado respecto al reino de los cielos, es semejante a un hombre, un amo de casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas”.
Eso es lo importante de todo: captar el sentido de estas parábolas, las 7, en las que se manifiesta el Reino de los Cielos, y sacar provecho de ellas.
Hay una conclusión clave:
Los cristianos que son como el trigo, también deben cumplir con los rasgos positivos de todas las parábolas. Es decir, que quienes hayan sido considerados como cristianos - trigo, serán aquellos que sean de corazón como la tierra excelente, dando fruto de 30, 60 ó 100 por uno, tuvieron la fe del grano de mostaza, estuvieron entre los que engrosaron las filas de los cristianos verdaderos (la levadura), vendieron todas las cosas y se esmeraron por adquirir esos tesoros escondidos del Reino de los Cielos, supieron discernir el valor de la sabiduría divina representada por la perla, y fueron un pez excelente, que al debido tiempo de Dios, es recogido y llevado a donde Cristo hace que los justos vayan a resplandecer como el Sol.
El que tiene oídos, dijo Jesús, escuche, y el que tenga ojos, que vea.