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Auto-Confianza: Clave para el éxito

Por qué el elefante del circo no se libera de su cadena, ya que la misma está sujetada a una pequeña estaca clavada en el suelo, y éste con un mínimo esfuerzo de su parte podría liberarse?

Interesante manera de mostrar la luz a quienes están perdidos en la oscuridad de su propia ceguera.

La pregunta que nos hacemos normalmente las personas es cómo pasar de ser una persona ordinaria con una determinación ordinaria a tener una determinación extraordinaria.

El elefante no se libera de sus ataduras no sólo porque está atenuado por su propia vivencia fallida en el pasado, sino también porque como un pequeño pájaro siempre enjaulado, si fuese liberado, éste no sabría realmente adónde ir. Paradójicamente, el deseo del ser humano es dirigirse a un lugar, realizarse, ser alguien. ¿Ser qué? ¿Ir adónde?

El elefante no se libera de las cadenas que lo atan, tal vez porque le aterra la libertad.

Uno de los problemas más terribles que enfrentamos es el de generar un rumbo propio. No el que pretende imponer la sociedad, o la familia, tal vez la pareja o el entorno social. El rumbo propio que YO deseo, que YO quiero.


Y por supuesto, que dicho rumbo no perjudique a nadie, ni a uno mismo.


La Regla de Oro es muy útil como Principio: Hacer a otro lo que uno quiere que le hagan.


Generar cambios positivos que mejoren la propia vida y la de otros, permite ayudarse a sí mismo, pero pretender ignorar el Principio de Causalidad, Causa-Efecto, y creer que hacer daño a otros para uno ser feliz… sencillamente conduce al desastre.


Pocas personas se acercan a Dios en busca de orientación sobre qué rumbo dar a su vida. Creen que Dios las quiere pobres, en oscuridad mental, esclavizadas a una vida de satisfacción y restricciones. ¿Es cierto eso? No es lo que enseña la Biblia, es lo que enseñan las religiones.


Todas las personas necesitan construir un sentido propio de autoconfianza. Crear un capital psicológico, emocional y espiritual que se refleje también en la vida diaria.


Por mucho escepticismo que produzca, deberíamos hacernos preguntas penetrantes más a menudo, y concedernos tiempo y atención para responderlas.

¿Qué quiero ser realmente?

¿Cómo quiero verme a mí mismo/misma hoy, mañana, pasado mañana, en el próximo mes, el 2011, dentro de 5 años?

¿Qué vida sentimental y afectiva quiero para mí, para mi pareja, para mis seres queridos?

Y si ya uno tiene claridad sobre lo que realmente quiere, preguntarse:

¿Qué tengo que hacer de mí mismo/misma para lograr lo que quiero?

¿En qué tiempo lo lograré? ¿Qué recursos necesito?

En definir lo que uno quiere realmente, siempre se topa con obstáculos. No siempre se tiene todo el dinero para emprender una nueva empresa, o realizar estudios. No siempre tenemos el apoyo total de quienes nos rodean.

Es en ese punto en el que la autoconfianza juega un rol clave.

Ser el protagonista de la propia vida no es fácil. Iniciar un camino que nos lleve a realizar lo que queremos puede parecer una especie de vía dolorosa.

La autoconfianza se genera al descubrir nuestros talentos, dones y capacidades, al tomar conciencia de nuestra dimensión propia como seres humanos, como individuos por derecho propio, sin ser etiquetados: soy pobre, soy rico, soy negro, soy blanco, soy mujer, soy hombre, etc. Cierto, tenemos unas circunstancias únicas y particulares, y debemos descubrirlas, valorarlas y aprovecharlas en beneficio propio y de otros.

Por supuesto, fue Jehová Dios quien nos dotó de dones y talentos. Y talentos que no se usan para beneficio, se desperdician. Con razón Jesús dijo que al que tiene se le da más, pero al que no tiene, por no haber usado sus dones y talentos, hasta lo que cree tener le es quitado.

Hay elementos claves que permiten generar autoconfianza:

Conocimiento y consciencia de uno mismo.
Autocontrol y templanza.
Afán de mejora y de logro.
Valor e integridad.
Apertura y flexibilidad.
Compromiso y responsabilidad.
Empeño y proactividad.
Intuición genuina.
Optimismo realista.
Compasión, gratitud y generosidad.



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